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La arriesgada tentación de enfriar artificialmente el planeta

el sol pegando en un terreno muy árido, prácticamente desértico
Algunas tecnologías permiten modificar la radiación solar que llega a la Tierra. Tom Wang / Alamy

Esta tecnología, que modifica la radiación solar, podría prevenir las olas de calor y las sequías extremas. Sin embargo, también podrían afectar negativamente a los ecosistemas. Suiza está a favor de que se realice un estudio sobre el potencial y los riesgos de esta manipulación climática. No obstante, hay quienes exigen que se abandone de inmediato una idea que consideran "perjudicial para la humanidad".

Un avión de casi 100 metros de envergadura despega de un aeropuerto de Estados Unidos. No hay pasajeros ni carga a bordo. Ni siquiera hay un piloto, el aircraft se dirige desde tierra por control remoto. Al llegar a la estratosferaEnlace externo, a una altura de unos 20 kilómetros, liberará miles de millones de partículas de dióxido de azufre. El objetivo: reflejar parte de la radiación solar hacia el espacio.

Imaginemos que estamos en 2042 y el planeta se ha calentado más de 1,5 °C en comparación con la era preindustrial. La mayoría de los arrecifes de coral han desaparecido y la producción agrícola de las regiones tropicales se ha reducido drásticamente. Cada año, decenas de millones de personas se ven obligadas a abandonar las ciudades costeras y las zonas áridas debido a la subida del nivel del mar y a las sequías cada vez más extremas.

La liberación de moléculas de dióxido de azufre en la estratosfera reduce temporalmente la temperatura de la Tierra, tal y como ocurre tras las grandes erupciones volcánicas. En 1991, el polvo liberado por la erupción del Pinatubo en Filipinas provocó un enfriamiento del planeta de 0,5 °C durante dos años.

una ilustración o dibujo con un globo expulsando aerosoles que reflectan los rayos de sol
Los aerosoles, como por ejemplo las partículas de dióxido de nitrógeno, liberados desde aviones o globos especiales pueden reflectar parte de la radiación solar, de forma similar a lo que ocurre tras una fuerte erupción volcánica. Wikipedia

Evidentemente, hemos descrito una escena hipotética. Pero no es imposible. La geoingeniería climática, es decir, la manipulación deliberada y a gran escala del sistema climático de la Tierra, se ha considerado durante mucho tiempo un tabú a nivel político. Sin embargo, hoy en día despierta un interés creciente. Ante los efectos cada vez más graves del cambio climático -este verano ha sido el más caluroso de la historia en Europa y otras regiones del planeta-, hay quienes piden que se consideren todas las opciones para contrarrestar el calentamiento global.

Recientemente, el gobierno estadounidense anunció el lanzamiento de un programaEnlace externo de investigación en colaboración con varias agencias, entre ellas la NASA, para estudiar cómo controlar la cantidad de luz solar que llega a la Tierra, por ejemplo, inyectando partículas reflectantes en la estratosfera o en las nubes bajas.

“Es muy probable que el calentamiento global supere los 1,5ºC, con consecuencias catastróficas”

Pascal Lamy, Climate Overshoot Commission

Ese tipo de intervención, conocida como ‘modificación de la radiación solar’ (SRM por sus siglas en inglés), fue el tema central de la Cumbre de Ciencia y Diplomacia Avanzada (GESDAEnlace externo) que tuvo lugar a mediados de octubre en Ginebra. Pascal Lamy, exdirector general de la Organización Mundial del Comercio, y otros expertos internacionales debatieron sobre la conveniencia de investigar los SRM con vistas a su posible utilización.

Dos maneras de avanzar

“Es muy probable que el calentamiento global supere los 1,5ºC, con consecuencias catastróficas”, afirmó Lamy, presidente del Foro de la Paz de París y copresidente de la Climate Overshoot CommissionEnlace externo, una comisión creada en mayo de este año para evaluar, entre otras cosas, los riesgos de recurrir a la geoingeniería climática.

Según Lamy, “la estrategia principal es y debe seguir siendo la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero”. Sin embargo, “deben considerarse y preverse todas las posibles respuestas que puedan minimizar los daños y el sufrimiento de las personas y del planeta”. Entre ellas se encuentran las tecnologías SRM.

Janos Pasztor, director ejecutivo de la Iniciativa Carnegie para la Gobernanza del Clima (C2GEnlace externo), también opina que la reducción de emisiones, aunque indispensable, no será suficiente. Pasztor distingue dos posibles vías: “Una es el aumento de la adaptación y la resiliencia de las comunidades más afectadas por el cambio climático, y la otra es el uso potencial de los SRM”, reiteró durante las reuniones en Ginebra.

Eficaz pero controvertido

Las tecnologías SRM, y en particular la inyección de aerosoles en la estratosfera, el método más estudiado hasta la fecha, tienen numerosas ventajas, al menos conforme a los informes de investigación. Podrían aplicarse de forma rápida, eficaz y con un coste relativamente bajo (estimado en unos 2 250 millones de dólares al añoEnlace externo). Según algunos estudiosEnlace externo, podrían reducir la frecuencia e intensidad de la temperatura extrema y las sequías, frenar el deshielo de los glaciares y limitar la subida del nivel del mar.

“Es una idea perjudicial para la humanidad. Deberíamos prohibir estos métodos igual que hicimos con las armas biológicas y químicas”.

Frank Biermann, profesor de gestión global de la sostenibilidad en la Universidad de Utrech

Sin embargo, la puesta en marcha de tales investigaciones es difícil y controvertida. En 2021, la Universidad de Harvard abandonó un experimentoEnlace externo en Suecia para determinar si la liberación de aerosoles para bloquear los rayos del Sol podría detener el calentamiento global, tras las protestas de parte de la comunidad científica y de la población local.

Pasztor cree que es necesario coordinar las actividades a nivel internacional para mejorar el conocimiento de esas tecnologías. “No hablo de su uso, sino de una reflexión sobre los beneficios y los retos relacionados con su gestión que implique también a la sociedad”, señaló.

Suiza ya ha desempeñado un papel importante en ese sentido, añadió.

Preguntas sin respuestas

En febrero de 2019, Suiza presentó al Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) una resoluciónEnlace externo apoyada por una docena de países en la que exigía una evaluación detallada de la geoingeniería climática.

De hecho, hay varias cuestiones fundamentales que siguen sin respuesta: ¿cuándo y en qué condiciones debe aplicarse la geoingeniería solar? ¿Quién sería responsable de ello? ¿Cuáles podrían ser los efectos indeseables? ¿Y qué pasaría en caso de una interrupción prematura, por ejemplo, debido a una guerra?

También son preocupantes las incógnitas sobre los impactos de la reducción de la luz solar en la vegetación y la producción agrícola en todo el mundo. Los efectos de la geoingeniería solar podrían ser desiguales en las distintas zonas del planeta, con una posible reducción de las precipitaciones en algunas áreasEnlace externo. Por no hablar de que las partículas de dióxido de nitrógeno son perjudiciales para la salud humana y el medio ambiente.

La resolución suiza se retiró un mes después porque no logró el consenso, según nos explicó entonces Franz Perrez, embajador suizo para el medio ambiente. No obstante, el Gobierno suizo sigue opinando que el PNUMA debería realizar ese estudio e iniciar un proceso de debates multilaterales sobre la administración del mismo.

Sikina Jinnah, profesora de estudios medioambientales de la Universidad de California, sostiene que será importante incluir en el debate al Sur Global, es decir, a los países que históricamente han contribuido menos al calentamiento global, pero que son los más afectados por él. “El 90% de las investigaciones y encuestas de opinión sobre geoingeniería solar se han realizado en Norteamérica y Europa. Los países más vulnerables al cambio climático han sido excluidos hasta ahora en gran medida”, argumentó en la cumbre de la GESDA.

“Dañino para la humanidad”

Sin embargo, la posibilidad de una manipulación climática a gran escala no es ni mucho menos del agrado de todos, incluso, según algunos, ni siquiera debería investigarse.

Entre las voces más críticas se encuentra Frank Biermann, profesor de gestión de sostenibilidad global en la Universidad de Utrech (Países Bajos). El principal defecto de las tecnologías SRM, argumenta, es que no abordan el problema de fondo, es decir, las emisiones de CO2. Discutir sobre ello solo retrasaría todos los programas de política climática, y eso en un momento en que la mayoría de los gobiernos y cada vez más personas están de acuerdo en la necesidad de reducir las emisiones”, manifestó en Ginebra.

Tampoco está exento de riesgos. “Es una idea perjudicial para la humanidad. Debemos prohibirlo al igual que hicimos con las armas biológicas y químicas”, señalaba. A principios de 2022, Biermann lanzó un llamamiento internacional para prohibir la ingeniería solar. Su carta abiertaEnlace externo ha sido firmada por más de 60 expertos de unos 20 países.

Pasztor, de la iniciativa C2G, no apoya esa prohibición. Más bien, argumenta, deberíamos preguntarnos si un planeta que ha implementado tecnologías SRM será más peligroso que uno que se ha calentado 1,5 o 2 °C. ‘Mi nieta será adulta cuando las cosas se pongan realmente mal. No me gustaría que mirara al pasado y se pregunte: ‘¿por qué, al menos, no se investigó?'”.

Editado por Sabrina Weiss

Adaptado del italiano por Carla Wolff

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