La diáspora rusa en Suiza prefiere guardar silencio
Hay una gran solidaridad hacia Ucrania. Pero, ¿cómo viven los rusos esta situación en Suiza? ¿ha aumentado verdaderamente la hostilidad hacia la diáspora suiza o los informes al respecto son propaganda rusa?
«No todos los rusos están a favor de Putin, Putin no es toda Rusia», manifestó un grupo de artistas rusos residentes en Suiza en una carta abiertaEnlace externo ya que, al parecer, no es evidente para todo el mundo. En los medios de comunicación suizos aumenta la información sobre la discriminación de los rusos a causa de la guerra en Ucrania, y algunas publicaciones en las redes sociales hablan incluso de una supuesta «rusofobia» creciente.
En marzo circuló por Instagram una foto de una alumna de un colegio internacional de Montreux que había recibido golpes por su nacionalidad rusa. Sin embargo, una simple llamada a la escuela reveló que se trataba de una noticia falsa. Propaganda. Pero, ¿cuál es el verdadero sentimiento hacia los rusos en Suiza?
Más de un tercio de las aproximadamente 16 450 personas de nacionalidad rusa en Suiza viven en los cantones de Ginebra y Vaud. Ni los centros cantonales de asesoramiento contra el racismo de Ginebra ni la organización LICRA (Liga Internacional Contra el Racismo y al Antisemitismo) de la Suiza de expresión francesa han recibido hasta ahora ninguna queja de discriminación por parte de personas rusas.
«Eso no significa que no exista», señala Anne-Laure Zeller, del Centro de Asesoramiento contra el Racismo de Ginebra. Por supuesto, puede ser que el centro de asesoramiento no sea conocido por este grupo de personas o que no haya necesidad de ayuda. «Nuestra experiencia lo demuestra: Suele ser necesario un incidente impactante y perjudicial, como un insulto verbal o experimentar varios casos de discriminación o microagresiones durante un largo periodo de tiempo para que una persona recurra a nosotros.» A menudo, las personas son objeto de racismo por factores visuales como el color de la piel o signos religiosos distintivos, como un pañuelo en la cabeza.
Viejas aversiones
Anna, que no quiere dar a conocer su apellido públicamente, procede de San Petersburgo y lleva más de diez años en Suiza. Es miembro de una organización universitaria que organiza actos sobre la lengua y cultura rusas en la zona occidental suiza y asegura que nunca ha oído hablar de discriminación de personas de origen ruso. «Seamos sinceros: los suizos no serían capaces de distinguir en la calle si alguien habla ruso o ucraniano». Además, para muchos ucranianos el ruso es su lengua materna, y ni siquiera los apellidos indican el origen de una persona.
No obstante, añade la lingüista, los eslavos sí pueden distinguir a veces por el acento si un hablante de ruso procede de Rusia o no. Así que si hay casos de hostilidad, es más probable que provengan de personas de la antigua URSS. «Pero eso es así desde hace años, no sólo desde los recientes acontecimientos. Eso se debe a la compleja historia del siglo XX y a los sueños de identidad de los pueblos vecinos». En cuanto a Ucrania, afirma Anna: «Rusia ha ignorado la existencia de Ucrania como país independiente durante años. Es muy posible que por eso algunos ucranianos sientan aversión por los rusos».
No hay problemas sistemáticos
La guerra de Rusia contra Ucrania puede haber aumentado esta aversión. Una mujer rusa cuenta cómo fue insultada violentamente por un ucraniano en un tranvía en Ginebra. También hay comentarios discriminatorios en las redes sociales. Sin embargo, las hostilidades en la calle parecen ser casos aislados.
Tampoco parece haber un problema sistemático en las escuelas. En el cantón de Vaud sólo se denunció un caso de discriminación a principios de marzo en un colegio de Coppet, pero la dirección del centro actuó rápidamente y resolvió el problema. «Desde los primeros días de la guerra en Ucrania, los administradores de las escuelas y los profesores han estado atentos. El Departamento de Promoción y Prevención Escolar ha elaborado un documento que recuerda la actitud que hay que adoptar en caso de comentarios racistas o actos de violencia», afirma Julien Schekert, portavoz del Departamento de Educación y Juventud.
En el cantón de Ginebra, los profesores también están muy atentos al acoso escolar y, de hecho, hay varios programas de sensibilización, comenta Pierre-Antoine Preti, responsable de prensa del Departamento de Educación. «Hay muchos alumnos de habla rusa en Ginebra. Eso puede ser incluso una ayuda para que los refugiados ucranianos se integren más rápido».
Pausar las actividades
No obstante, la guerra en Ucrania sigue siendo un asunto que preocupa a los rusos en Suiza. Algunos particulares se han puesto en contacto con la Comisión Federal contra el Racismo y «han hecho preguntas sobre las expulsiones de personas rusas en los sectores cultural y deportivo», señala Alma Wiecken, directora ejecutiva de la comisión.
El Festival de Música Clásica de Verbier, por ejemplo, había destituido al director de orquesta ruso Valery Gergiev de su cargo de director musical, porque desde hace tiempo se le conoce como partidario del presidente ruso Vladimir Putin. Algunas instituciones fueron incluso más allá. En Turgovia, se canceló el concierto de la violonchelista rusa Anastasia Kobekina, a pesar de que se había manifestado en contra de la guerra en Ucrania.
Para muchos suizos, estas condenas tan amplias son incomprensibles. La Orquesta de Cámara de Lausana, por ejemplo, declara en un comunicadoEnlace externo que no discrimina la música rusa ni a artistas rusos, ni les exige que se posicionen en contra de su gobierno: «Somos conscientes de que una persona rusa que se manifiesta en contra del Gobierno no sólo arriesga su vida, sino también la de sus familiares. Sería ingenuo y peligroso exigir libertad de expresión a quienes no la tienen».
Un difícil acto de equilibrio
Este es precisamente el dilema al que parecen enfrentarse muchos rusos que viven en Suiza. ¿Deben distanciarse del régimen gobernante del Kremlin porque saben que eso esperan de ellos muchas personas en Suiza? ¿O es mejor quedarse callado? Varios intentos de entrevistas por parte de organizaciones dirigidas a rusos en Suiza -desde cursos de idiomas hasta fiestas de baile o eventos deportivos y culturales- han quedado sin respuesta. Está claro que hablar parece ser un asunto muy delicado.
Algunas asociaciones ya no se atreven a organizar actos públicos. Anastasia Nicolier, participante y organizadora de actos socioculturales para rusoparlantes en la Suiza de expresión francesa, explica: «Los actos de nuestra organización se celebran en ruso y atraen a personas de distintas nacionalidades. Decidimos tomarnos un descanso. No se trata sólo de una cuestión de posicionamiento político: nos parece inapropiado y poco delicado celebrar un acto festivo en tiempos de guerra».
Anna, la lingüista, también observa un gran malestar. Porque incluso los particulares se ven empujados a tomar partido en la política de su país. «Un amigo me dijo que debía distanciarme públicamente de la política de mi presidente. Sin embargo, no voté ni una sola vez a Putin y abandoné Rusia cuando la situación política estaba dando un giro de 180 grados».
La misma Anna fue criticada por no preocuparse sólo por los ucranianos, sino también por los rusos, especialmente por los perseguidos políticos en la propia Rusia. «Esto no significa que niegue la situación de los ucranianos, en absoluto. Pero, ¿por qué debería elegir un bando? Hay muchas personas que sufren la situación actual».
La Iglesia predica la unidad
Para evitar sentimientos negativos hacia los rusos, el arcipreste ortodoxo Emilien Pochinok no es el único en involucrarse. La Catedral de la Exaltación de la Cruz de Ginebra es una de las mayores iglesias ortodoxas de la región. Aquí predica a fieles de habla rusa de más de diez nacionalidades. «Somos una gran familia eslava», destaca este hombre que llegó de Moldavia hace 15 años. Esta unidad es importante para él. «Podemos tener nuestras diferencias, pero es más lo que nos une. Debemos hacer hincapié en lo que tenemos en común».
La comunidad comenzó enviando ayuda a la frontera ucraniana y apoyando a los refugiados que habían llegado a Suiza, aunque la situación está en constante cambio, señala el arcipreste. Al principio, sólo se trataba de encontrar comida y refugio para los ucranianos. Ahora, más de un mes después del inicio de la guerra, algunos se preguntan. ¿Cómo pudo Dios permitir esta guerra? ¿Por qué los soldados rusos matan a civiles ucranianos?
La desesperación se mezcla a veces con sentimientos de ira y odio. El arcipreste trata de encontrar las palabras adecuadas. «No debemos juzgar, no debemos tomar partido, debemos rezar por la paz. No obstante, no es fácil para todos. Una mujer ucraniana le confesó que sentía antipatía cuando una mujer rusa se ponía detrás de ella en la iglesia. Yo digo que hay que perdonar. Hay que mirar hacia adelante. Cada día es un regalo de Dios».
Traducido del alemán por Carla Wolff
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