¿Se utilizan los puertos francos para ocultar activos rusos?
La guerra rusa en Ucrania pone el foco en los puertos francos de todo el mundo. Una de las cuestiones principales es si personas sancionadas están utilizando estos almacenes de productos valiosos para ocultar activos. Las autoridades suizas no tienen una respuesta clara.
Desde el estallido de la guerra en Ucrania, Suiza hace frente a una atención especial sobre su modo de gestionar los activos rusos. El Gobierno suizo ha congelado hasta ahora activos rusos por valor de 6 300 millones de francos (6 330 millones de dólares) y ha confiscado 11 propiedades. Esto ha ocurrido después de que Suiza rompiera con su histórica neutralidad política y —en consonancia con la Unión Europea— adoptara sanciones contra personas y entidades rusas.
Pero la mayoría de los puertos francos —incluido su contenido exacto y propiedad— en gran medida permanecen todavía a puerta cerrada e inaccesibles a las autoridades suizas que persiguen los activos de la lista de sanciones.
Los puertos francos (conocidos también como puertos libres) son enormes almacenes en los que puede guardarse la mercancía sin estar sujeta a impuestos y aranceles de importación. El secreto y la confidencialidad son inherentes a su funcionamiento. Suiza cuenta con siete puertos francos y 174 depósitos aduaneros abiertos. Ambos tipos de instalaciones cumplen funciones muy similares, aunque la principal diferencia entre ellos es que en los puertos francos las autoridades aduaneras están in situ.
La guerra actual ha puesto el foco de nuevo en los puertos francos y en su secretismo, con críticas de expertos que sostienen que la normativa está permitiendo que algunos activos rusos escapen al control. No hay datos oficiales sobre los activos rusos en los puertos francos suizos. En el momento de redactar este artículo, el puerto franco de Ginebra [al parecer el más grande del planeta] no respondió a una solicitud de información. “Nos resulta difícil evaluar la situación actual en los puertos francos”, contestó el Control Federal de Finanzas suizo (SFAO, por sus siglas en inglés).
“Creo que la guerra apremia sobre la transparencia de los puertos francos debido a las sanciones utilizadas para intentar presionar a la élite rusa. Los puertos francos son uno de los muchos dispositivos que para ocultar su riqueza utiliza esta gente y, por tanto, la falta de transparencia significa que imponer sanciones está limitado”, afirma John Zarobell, autor de Art and the Global Economy y catedrático de estudios internacionales en la Universidad de San Francisco.
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Depósitos multimillonarios
Los puertos francos se crearon para facilitar el comercio internacional. Pueden utilizarse para mercancías que van desde coches y alimentos hasta metales preciosos. No son una novedad, como tales. Existen en todo el mundo —en Hong Kong, Singapur, Luxemburgo y Dubái— y suelen utilizarlos personas con patrimonios muy elevados.
El puerto franco de Ginebra —que ocupa 110 000 metros cuadrados— es el mayor y más conocido de Suiza. Alberga mercancías por valor de miles de millones de francos y genera al cantón —su principal propietario— entre 10 y 12 millones de francos.
Dado que en sus inmediaciones hay casas de subastas y marchantes de arte, con el tiempo el puerto franco de Ginebra se ha especializado como área en la que almacenar bienes valiosos, como obras de arte. Un vendedor del Reino Unido que quiera vender una obra de arte a un comprador chino, por ejemplo, puede guardarla en el puerto franco hasta que cierre el trato. Así permanece en tránsito y, desde el punto de vista fiscal, beneficia a las partes implicadas.
“Debido a este particular sistema y a la confidencialidad, desgraciadamente cualquiera puede alquilar un espacio para depositar objetos en el puerto franco. Los traficantes y quienes se dedican al arte robado y a las antigüedades saqueadas han abusado de esto”, explica Marc-André Renold, profesor de Derecho del Arte y Bienes Culturales de la Universidad de Ginebra. En los últimos años, toda una serie de escándalos —que van desde el robo de antiguos tesoros egipcios hasta el saqueo de bienes vinculados al Museo Getty de Los Ángeles— han llevado a Suiza a reforzar sus controles.
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Tras la pista
El Gobierno helvético —presionado— en 2016 puso en marcha nuevas normas para los puertos francos. Según dicha normativa, las mercancías deben indicar el nombre y dirección del propietario. Aquel mismo año el puerto franco de Ginebra introdujo un sistema biométrico para seguir los movimientos de los clientes. Y también se contrataron expertos externos para confirmar el origen exacto de las antigüedades.
La cuestión que se plantea ahora es si estas leyes más estrictas son suficientes para dar con los bienes rusos que se hallan en la lista de sanciones de Suiza y la UE.
Los funcionarios suizos defienden que las leyes actuales son adecuadas para la guerra en Ucrania y las sanciones contra Rusia. “La transparencia en los depósitos aduaneros es suficiente para aplicar las sanciones. No hace falta tomar medidas”, dijo a SWI el portavoz de la Oficina Federal de Aduanas y Seguridad Fronteriza (FOCBS, por sus siglas en inglés), Simon Erny.
A la Oficina Federal de Aduanas y Seguridad Fronteriza le corresponde aplicar las reglas sancionadoras en la frontera. Lo cual también incluye los depósitos aduaneros (depósitos libres de impuestos y depósitos aduaneros abiertos). Las medidas adoptadas en relación con Ucrania son solo uno de los cerca de 20 tipos de sanciones que asignan a la FOCBS tareas de ejecución.
Desde la guerra de Ucrania la oficina ha incautado mercancías en 112 casos. La FOCBS ha confirmado a SWI a través del correo electrónico que dicha oficina ha notificado a la Secretaría de Estado de Economía 12 casos en total, de los cuales dos están relacionados con un depósito aduanero. Los procedimientos siguen su curso y se espera que la Secretaría de Estado de Economía tome una decisión respecto a su incautación.
Lagunas legales
Los expertos, sin embargo, señalan que en los puertos francos suizos todavía hay ciertas lagunas.
“En resumen, los puertos francos, por ley, no están obligados a establecer el beneficiario final de las mercancías almacenadas en sus instalaciones”, dice Anne Laure Bandle, directora de la Fundación de Derecho del Arte de Ginebra. En este momento la ley solo exige que las listas de inventario en los puertos francos tengan un propietario legal. Puede ser una empresa o entidad jurídica sin revelar la verdadera identidad del dueño de la mercancía. “Aplicar este requisito conduciría, sin duda, a una mayor transparencia entre las partes”.
En segundo lugar, las normas introducidas más recientemente no pueden aplicarse de manera retroactiva a las mercancías que llevan décadas en estos almacenes. “Mientras para las obras y objetos de colección que llegan a los puertos francos se han implantado nuevos procesos, los numerosos artículos que llevan años almacenados en los puertos francos están en un limbo legal”, añade Bandle, que también pertenece al grupo de trabajo de la Iniciativa para un Mercado del Arte Responsable (RAM, por sus siglas en inglés) de Ginebra.
Para el profesor de Derecho del Arte y Bienes Culturales de la Universidad de Ginebra, Marc-André Renold, la cuestión es cómo se distribuyen los recursos. Sostiene que falta personal para realizar controles exhaustivos y supervisar todo lo que entra y sale. El Control Federal de Finanzas suizo (Tribunal de Cuentas) ya señaló estas carencias en un informe de 2014 sobre los puertos francos y depósitos suizosEnlace externo. Dicho informe recoge: “Sin embargo, actualmente la diversidad de los controles realizados y la información sobre sus resultados son insuficientes para garantizar su eficacia”.
Bandle dice que el problema persiste incluso ahora. “Los bancos tienen equipos y procesos completos de cumplimiento, esto no ocurre con los puertos y depósitos francos”.
“Algunas personas quieren eludir cualquier tipo de sanción como lugares para ocultar su riqueza, ya sea en forma de arte o cualquier otro artículo relativamente pequeño”, explica Renold, en referencia a los puertos francos. “Si un oligarca quiere ocultar sus fondos, desgraciadamente puede hacerlo con la ayuda de buenos asesores legales”.
Retirar el velo
Pero las deficiencias pueden solucionarse. El exalcalde de Ginebra Rémy Pagani anuncia dos medidas que aumentarían la transparencia de los puertos francos.
“La normativa debería estipular que las mercancías puedan permanecer en los puertos francos solo durante un máximo de tres meses”, indica Pagani. Actualmente, el género cuya exportación se ha determinado en puertos francos debe retirarse del territorio aduanero en un plazo de seis meses. Sin embargo, a veces la FOCBS puede prolongar este plazo más de dos años.
Las aduanas identifican los artículos cuando entran y salen, pero no tienen cómo rastrear quién compra y vende qué mientras los artículos están almacenados allí. “Todavía hoy un oligarca ruso puede vender un cuadro por varios millones e inmediatamente recibir del comprador dinero en efectivo sin que nadie lo sepa”, dice Pagani.
El exalcalde de Ginebra sugiere además que todas las transacciones se declaren a las aduanas y a la administración federal de finanzas y se graven según la normativa del IVA. “Así, y desgraciadamente por el momento, las pomposas declaraciones del Gobierno sobre el bloqueo de los activos rusos son un modo de blanquear la situación para satisfacer a la opinión pública”.
Entretanto, Zarobell, de la Universidad de San Francisco, sostiene que sería útil que las autoridades aduaneras suizas compartieran con la policía internacional la información sobre las personas que utilizan los puertos francos. Esto podría ser automático y no solo a instancia del interesado.
“Independientemente de cuándo se hayan almacenado, todos los bienes en los puertos francos deberían estar conectados con un beneficiario final y deberían cotejarse con diversas listas internacionales de vigilancia para evitar movimientos y transacciones financieras ilícitas. Las normas de diligencia debida protegen a los bancos del blindaje de activos de delincuentes conocidos, de quienes financian el terrorismo y de personas sujetas a las sanciones. Para los puertos francos debería ser lo mismo”, afirma Zarobell.
Editado por Virginie Mangin
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Traducido del inglés por Lupe Calvo
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