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Las fronteras de Oriente Medio se trazaron en Lausana

foto en blanco y negro con señores firmando el Tratado
Firma del Tratado de Lausana, 24 de julio de 1923. Getty Images

El Tratado de Lausana de 1923 trazó nuevas fronteras entre países con el objetivo de llevar la paz a Oriente Medio. Una exposición en el Museo de Historia de Lausana explica por qué este objetivo no se ha alcanzado.

Numerosos invitados ilustres, reyes, presidentes, ministros y personalidades del mundo de los negocios y de la política se reunieron en Lausana en noviembre de 1922. La Primera Guerra Mundial había terminado de manera oficial cuatro años antes, pero todavía quedaban algunos conflictos sin resolver. Seguían existiendo tensiones en la región situada en la frontera sudoriental de Europa, sobre todo; en lo que hoy es Turquía.

El objetivo de esta conferencia internacional —que se prolongó durante ocho meses— era elaborar un plan de paz para Oriente Medio, tal y como indica Gaby Fierz, etnóloga y cocomisaria de la exposición Frontières.Le Traité de Lausanne, 1923-2023 (Fronteras. El Tratado de Lausana, 1923-2023). “El Tratado de Lausana que se firmó en julio de 1923 trazó las fronteras definitivas en el territorio del antiguo Imperio otomano, es decir, las fronteras de Turquía, Grecia, Siria e Irak”, explica.

Foto en blanco y negro de muchos hombres en traje posando para una foto en unas escaleras
Fotografía de los firmantes del Tratado de Lausana, tomada el 24 de julio de 1923, entre ellos aparece —en el centro— Benito Mussolini. Keystone

“Lausana tiene gran importancia para Turquía. Prácticamente toda la gente de nacionalidad turca conoce la fecha del 24 de julio”, señala la periodista Çiğdem Akyol, autora del libro Die gespaltene Republik (La República dividida).

Victoria tardía para los Jóvenes Turcos

Para Turquía la victoria de Lausana fue tardía. Tres años antes, en 1920, las potencias vencedoras de la Gran Guerra tenían un plan totalmente distinto. En virtud del Tratado de Sèvres, debían cederse a Francia, el Reino Unido y Grecia grandes partes del antiguo Imperio otomano. En el este debía crearse una Armenia independiente y a la población kurda se le prometía un Estado propio.

“Las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial, encabezadas por Francia y el Imperio británico, decidieron desmembrar el antiguo Estado multiétnico que era el Imperio otomano”, dice Çiğdem Akyol. El nuevo Estado turco quedó reducido a Anatolia, al oeste del Éufrates, y los Dardanelos [estrecho entre Europa y Asia] permanecieron bajo control aliado. El Tratado de Sèvres suponía la pérdida del 80 % del territorio y no fue bien recibido en Turquía, lógicamente”.

Tratado de Sèvres 1920
El Tratado de Sèvres de 1920 otorgaba a Turquía un territorio mucho menor que el que se estableció en 1923. Wikimedia Commons

Pero el Tratado de Sèvres nunca se firmó. Desde principios del siglo XX en Turquía —vestigio de un antiguo imperio mundial— se libraba una lucha de poder entre el sultán y su entorno, por un lado, y el movimiento laico de los Jóvenes Turcos [partido nacionalista y reformista de principios del siglo XX], por otro. A la hora de negociar el Tratado de Sèvres ya había dos gobiernos: uno en Estambul y otro en Ankara. Al final de las negociaciones, los nacionalistas acusaron al sultán Mehmed VI de traición, finalmente tomaron el poder y se negaron a firmar el tratado.

Guerra greco-turca

Pero también estaba la cuestión griega. El primer ministro Eleftherios Venizelos —impulsado por la idea de crear una “Gran Grecia”— en mayo de 1919 envió sus tropas a Anatolia. El objetivo declarado era anexionarse, por lo menos, la ciudad de Esmirna, actual Izmir [en turco]. Aunque el objetivo real era conquistar Constantinopla [Estambul].

Mustafá Kemal —el líder militar que había contribuido a la victoria de Turquía sobre los aliados en la batalla de los Dardanelos en 1915—, sin embargo, se encargó de entorpecer a los griegos. Tras meses de combates en Anatolia occidental, las tropas de Kemal —en la batalla de Dumlupinar—consiguieron que los conquistadores griegos huyeran.

Tropas turcas en Esmirna, 1922
En 1922, las tropas turcas tomaron Esmirna (actual Izmir) y un incendio destruyó casi por completo los barrios griego y armenio. Decenas de miles de personas intentaron huir de las llamas, por mar, sobre todo. Wikimedia Commons

El resultado de la guerra greco-turca fue catastrófico: decenas de miles de soldados perdieron la vida y ambos ejércitos aplicaron una política de tierra quemada. La población civil, declarada enemiga, fue violada, torturada y asesinada. Y ciudades y pueblos fueron arrasados. Finalmente, en septiembre de 1922, Esmirna, la ciudad ocupada por Grecia en 1919 y puesta bajo soberanía griega por el Tratado de Sèvres, se ve afectada.

No está claro quién provocó los incendios que destruyeron por completo los barrios griego y armenio de Esmirna. Lo que sí es seguro es que gran parte de la antigua población de esta ciudad —multirreligiosa y multiétnica— pereció en las llamas o fue expulsada por el avance de las tropas turcas. Imágenes de la época muestran a decenas de miles de personas abarrotando los muelles de la ciudad para escapar de las llamas.

No se tiene en cuenta a las minorías

A finales de 1922 la situación era completamente distinta a la de tres años antes, cuando en Sèvres, cerca de París, se había negociado el primer tratado de paz. “Los turcos se presentaron en Lausana como una potencia victoriosa y fueron tratados como tal”, explica Gaby Fierz.

En Lausana, en cambio, no se escuchó a los armenios, que también participaron. “Cuando la delegación armenia compareció ante la comisión encargada de las cuestiones de las minorías, en señal de protesta, los turcos abandonaron la sala”, cuenta Gaby Fierz. Los kurdos, por su parte, no tuvieron una delegación independiente. “Se les incluyó prácticamente entre los turcos, una representación que, evidentemente, rechazaron. Al final, se repartieron [la población] entre cuatro Estados”.

La situación no ha cambiado. La población kurda está considerada como el mayor pueblo del mundo sin territorio nacional propio. Disfrutan de cierta autonomía solo en el norte de Irak y desde la década de 1970. También se fue de Lausana con las manos vacías Armenia: una pequeña parte del territorio armenio se asignó a la Unión Soviética, y la mayor parte, a Turquía.

El Tratado de Lausana representó, asimismo, el regreso de Turquía a la escena internacional, según Çiğdem Akyol. “Este tratado, sin embargo, no fue solo sinónimo de paz. También marcó el comienzo de las expulsiones y deportaciones forzosas, y provocó que millones de personas perdieran sus hogares”, explica Akyol, refiriéndose al acuerdo sobre el “intercambio obligatorio de poblaciones”, firmado también en Lausana.

Desarraigo

Es así como la población ortodoxa griega de Anatolia fue “intercambiada” por la población musulmana turca de Grecia. La gran mayoría de estas personas había vivido durante generaciones en sus respectivos países y hablaba la lengua local, pero no la del país al que eran deportadas. “No era un intercambio, sino una deportación forzosa”, precisa Gaby Fierz.

Esta situación se debía también a la doctrina dominante de la época: “Una religión, una lengua, un Estado”. Este era el concepto del Estado nación tal y como se concebía en el siglo XIX. “Esta doctrina era la antítesis del Imperio otomano multiétnico, pero sin embargo se aplicaba a rajatabla”, afirma Gaby Fierz.

Griegos en el tren en 1922
8 de octubre de 1922, la población griega huye tras la destrucción de su ciudad natal de Esmirna. Getty Images / L’Illustrazione Italiana

En unos pocos meses, alrededor de 1,5 millones de personas fueron “intercambiadas” —las cifras exactas, de nuevo, son discutidas— y se encontraron con una población local que no estaba ni preparada ni entusiasmada.

Instrumentalización de una fecha histórica

Es interesante observar que incluso la gran vencedora de entonces, Turquía, en la actualidad tiene una visión diferente del Tratado de Lausana. Cuando, en 2020, el presidente Recep Tayyip Erdoğan celebró la transformación del museo de Santa Sofía en mezquita, lo hizo el 24 de julio, fecha en la que se había firmado el Tratado de Lausana.

Çiğdem Akyol dice que es una afrenta para quienes prefieren una Turquía laica. “Para kemalistas y laicistas, el Tratado de Lausana fue una victoria sobre Europa. Para los islamoconservadores que llevan 20 años en el poder, en cambio, el documento se asociaba, sobre todo, a una pérdida de territorio y a la desintegración del Imperio otomano”.

Firmado hace 100 años, el Tratado de Lausana redibujó fronteras y definió países. Pero también dejó preguntas sin responder, dividió familias y obligó a millones de personas a huir, pero no logró su objetivo de llevar la paz a Oriente Medio.

La exposición Frontières. Le Traité de Lausanne, 1923-2023Enlace externo (Fronteras. El Tratado de Lausana, 1923-2023) se puede ver en el Museo Histórico de Lausana hasta el 8 de octubre de 2023.

Texto adaptado del francés por Lupe Calvo

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