Las grandes farmacéuticas regresan al juego
Los gigantes del sector están de vuelta. O al menos esa es la impresión que genera una nueva ola de medicamentos contra el cáncer que se aproxima a toda velocidad al mercado.
Tras varios años de pesadumbre por la sequía de innovación que vivió el sector, la autoridad regulatoria de Estados Unidos aprobó en septiembre un revolucionario medicamento de Merck contra el cáncer que puede dar nueva vida a la productividad del sector.
Keytruda ha mostrado ser capaz de prolongar de forma significativa la vida de las personas con melanoma avanzado (la forma más mortal del cáncer de piel) y pertenece a la nueva generación de tratamientos que fortalecen el sistema inmunitario para aniquilar las células cancerígenas.
Bristol-Myers-Squibb, otro gran fabricante, le pisa los talones a Merck con un fármaco similar, mientras la suiza Roche y la británica AstraZeneca también se han sumado a la partida.
El cáncer no es la única área que ha mejorado gracias a la innovación. La hepatitis C también ha registrado avances que reportan grandes dividendos comerciales.
Pero mientras en la hepatitis C es Gilead Sciences, una biotecnológica californiana relativamente joven, la que está amasando ingresos extraordinarios, en el caso del cáncer son los jugadores más sólidos del mercado los que insuflan nueva vida al sector.
Andrew Baum, analista del Citigroup, anticipa que los ingresos anuales generados por los llamados medicamentos inmunooncológicos podrían alcanzar 35.000 millones de dólares y superar las ventas de otros medicamentos muy exitosos, como las estatinas para reducir el colesterol.
Las previsiones de otros expertos son más cautas, pero pocos dudan de que estos productos den un espaldarazo a esta industria.
Este optimismo se refleja en el precio de las acciones de Merck, que han repuntado más del 25% en el último año, sobre todo, gracias a las perspectivas de Keytruda, un medicamento para el que los analistas auguran ventas anuales de 1.500 millones de dólares para el año 2017.
Este inhibidor de puntos de control inmunitarios tiene como misión bloquear la llamada proteína ‘muerte programada 1’ (PD-1), a la que las células cancerígenas se adhieren evitando con ello ser detectada por el sistema inmunitario.
Al dirigirse a esta proteína, tanto Keytruda como otros medicamentos del mismo tipo, buscan liberar los llamados linfocitos-T, responsables de luchar contra los tumores del cuerpo. Mucha gente con melanoma avanzado solía morir en menos de un año. Los datos recientes muestran que, después de ser tratados con Keytruda, el 69% de los pacientes puede vivir más de un año y el 62% consigue incluso superar los 18 meses de vida.
Los medicamentos PD-1 de las firmas rivales obtienen resultados similares, lo que no significa que estén exentos de desafíos.
Aunque son altamente eficaces, por el momento los inhibidores de punto de control inmunitario han demostrado ser beneficiosos solo para una minoría. Y los investigadores intentan encontrar biomarcadores para identificar a los pacientes que mejor puedan responder al tratamiento. Mientras tanto, se realizan ensayos de los medicamentos combinados con otros con el fin de encontrar tratamientos más poderosos y efectivos.
Otra de las prioridades del sector consiste en aplicar estos medicamentos en el tratamiento de enfermedades distintas al melanoma. Merck, por ejemplo, está probando el Keytruda en casos de cáncer gástrico y de vejiga, y en breve informará sobre sus resultados en la Conferencia Anual de la Sociedad Europea de Oncología Médica, que tendrá lugar en Madrid.
Bristol-Myers Squibb, Roche y AstraZeneca también tienen previsto anunciar los avances que están registrando en el tratamiento de diferentes tipos de tumores.
Aunque estos grupos punteros compiten por dominar el mercado, casi todas las grandes farmacéuticas y algunos grupos biotecnológicos menores esperan obtener una parte del anhelado botín de la inmunooncología. Pfizer trabaja con Merck en la combinación de terapias. Celgene se ha reunido con Bristol-Myers Squibb. Novartis, Johnson & Johnson y otros grupos se preparan silenciosamente para la nueva generación de inhibidores de punto de control, ya que la ciencia avanza cada vez más.
Peter Lebowitz, jefe de Investigación Oncológica de Janssen, el brazo farmacéutico de Johnson & Johnson, asegura que nada garantiza que los líderes iniciales se confirmen como los ganadores a largo plazo.
Novartis, por ejemplo, encabeza otra forma de inmunooncología que considera la reingeniería genética de los glóbulos blancos para la persecución y destrucción de tumores. El tratamiento antirretroviral (TAR) combinado utiliza el receptor para el antígeno de los linfocitos T para destruir el cáncer. Los resultados obtenidos en niños con leucemia linfoblástica en fase inicial son impresionantes.
Pisándole los talones a Novartis se encuentran las biotecnológicas estadounidenses Kite Pharma y Juno Therapeutics. Esta consiguió financiación privada por 300 millones de dólares en 2013 para agilizar el desarrollo de su programa de investigación. Jeff Bezos, director ejecutivo de Amazon, fue uno de sus patrocinadores.
“Nuestro tratamiento es revolucionario”, sostiene Alessandro Riva, jefe de Oncología de Novartis, y asegura –que pese a la competencia– su compañía mantendrá el liderazgo en este campo.
Sin embargo, Peter Johnson, jefe clínico de Investigación de Cancer Research UK, advierte de que la tecnología modificada de los linfocitos-T (en la que Novartis es pionera) es “excesivamente compleja” y costosa.
El tema de la seguridad con respecto a este y otros medicamentos inmunooncológicos es otra de las fuentes de inquietud. Las acciones de Bristol Myers Squibb se han visto afectadas en los últimos meses, como resultado de los efectos secundarios que provoca su inhibidor de punto de control, el nivolumab, que ha generado reacciones adversas en diversos pacientes.
Otro posible contratiempo, según Johnson, es que “la investigación del cáncer suele evolucionar por ciclos; y a los grandes avances siguen periodos lentos y complejos de gestión y entrega (de resultados)”.
Copyright The Financial Times Limited 2014
Traducción del inglés: Andrea Ornelas
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