Las monedas sociales plantan cara a la crisis
El boniato forma parte de una nueva generación de monedas -como el ecosol, el puma, o la mora- que han surgido en diferentes regiones españolas para reactivar las economías locales y también para protestar contra un sistema financiero que carece de rostro humano.
En España un fenómeno financiero avanza sin pausa, pero sin prisa. Actualmente, existen al menos 30 monedas sociales –también conocidas como solidarias o complementarias– que operan en el país. Las hay catalanas, andaluzas, madrileñas, vascas, castellanoleonesas…
Salvo casos excepcionales, carecen de una representación física tangible, pero son reconocidas como medio de pago de alimentos, libros, ropa, licores artesanos, clases de conducción, de gimnasia e incluso sesiones de psicoterapia.
“Un boniato ejerce la función de una moneda, pero no está timbrado, no es físico, no existe en papel aunque sea un medio de intercambio. No hay un billete que marque 5 boniatos, pero tiene un equivalente monetario”, explica a swissinfo.ch José Vargas.
Vargas es miembro de la cooperativa responsable de la editorial y librería Traficantes de Sueños, uno de los negocios madrileños que forma parte de la red que promueve el pago con boniatos.
El esquema se asemeja al que utilizan las aerolíneas o los supermercados para fidelizar a sus clientes. Cada vez que un consumidor adquiere un bien o servicio –mediante un pago en euros– el comercio perteneciente a la red de negocios solidarios le acreditará un cierto porcentaje en boniatos. Cada negocio decide libremente el porcentaje que abonará a su cliente, aunque suele ser del 10%.
Cuando el cliente dispone de suficientes boniatos para adquirir el producto o servicio de su elección, paga con ellos en cualquiera de los comercios del circuito.
Se estima que en la actualidad existen entre 30 y 50 monedas complementarias en España. Casi siempre carecen de una representación física.
Funcionan como bonificaciones que los comercios realizan a los clientes. Frecuentemente, los clientes pueden acceder a su estado de cuenta a través de Internet, aunque no siempre es posible porque algunas monedas operan a muy pequeña escala, a partir de sistemas aún no sofisticados.
Actualmente, las monedas sociales españolas no son intercambiables por euros. Entre las más conocidas están:
Boniato – Madrid; ecos- Tarragona y Santa Coloma (Cataluña); turuta – Vilanova (Cataluña); zoquito – Cádiz (Andalucía); puma – Sevilla (Andalucía); jara – Sevilla (Andalucía); mora- Mataelpino (sierra de Madrid); gita – Bilbao (País Vasco); vecino – Valladolid (Castilla y León).
Alternativa a la crisis
“Cuando hay crisis y la población que está en paro se multiplica, se crean frecuentemente redes de monedas sociales. Cuanto más se acelera y profundiza la depresión económica, mayores son las protestas de la gente, pero también las propuestas que las acompañan”, dice a swissinfo.ch Jean-Michel Servet, profesor del Instituto de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo, en Ginebra.
Una visión que comparte Álvaro Martín Enríquez, director de Innovación de AFI, consultora y escuela de estudios de postgrado en finanzas en Madrid. “Las monedas complementarias han adquirido un significado particular en tiempos de crisis, debido a que fomentan la actividad económica local en una coyuntura en la que el paro ha superado el 25% y las rentas de las familias han caído drásticamente”.
Sin embargo, César Gómez Veiga, miembro Heliconia -cooperativa dedicada a la oferta de servicios ambientales y uno de los principales promotores del boniato- considera que las monedas sociales, el boniato en particular, son más bien el desenlace de 20 años de trabajo previo.
“Hace dos décadas comenzaron a constituirse las primeras cooperativas para una economía más social, y se requería un sustento financiero para ellas. El boniato es justo eso”, afirma.
Protesta y nueva identidad
Algunos especialistas consideran que las monedas son frecuentemente una bandera de protesta. Su surgimiento “revela un problema mucho más profundo: una fractura ideológica”, asegura Jean-Michel Servet, experto en economía solidaria y monedas complementarias.
“Hasta el año 2007, el mundo creía que debía seguir a pie juntillas las reglas del libre mercado, pero esta prolongada crisis ha llevado a la población a cuestionarlo todo”, prosigue.
“Frecuentemente, las monedas complementarias forman parte de un sistema de economía solidaria que promueven el comercio sostenible y consumo responsable, y que privilegia los productos locales y artesanos para dinamizar las economías locales, añade Servet.
Una visión que suscribe César Gómez Veiga al afirmar que “los boniatos tienen un carácter simbólico de transformación. Son un signo de identidad, la muestra de que es posible y necesaria una economía más solidaria tanto en el presente como en el futuro”.
En su opinión, las cooperativas que forman parte de la Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS) y promocionan el boniato, han enfrentado mucho mejor la crisis que los negocios tradicionales.
Suiza es uno de los países europeos con mayor tradición en materia de monedas complementarias.
El WIR, que actualmente cuenta con 60.000 utilizadores, nació en 1934 como respuesta a la depresión de 1929 y 1930, cuando escasearon las monedas y los comerciantes de Zúrich necesitaban medios para asegurar sus operaciones comerciales.
Actualmente, el 20% de las PYME helvéticas pagan sus insumos e inversiones en WIR. Las operaciones en esta moneda alternativa rondan los 1.800 millones de francos suizos anuales.
El sistema WIR tiene sede en Basilea y sucursales en diversas regiones del país. Para garantizar transparencia y solvencia, está bajo supervisión del Banco Nacional Suizo (BNS).
También existe el BonNetzBon (BNB) operado por la Cooperativa de Basilea, miembro de la Red de Economía Social. Esta moneda local puede intercambiarse (compra y venta) con los francos suizos tradicionales.
El BNB se acepta también para transacciones comerciales en las regiones de Francia (Alsacia) y Alemania (Baden) fronterizas con Suiza. Físicamente existen billetes y monedas, cuya fabricación está protegida de falsificaciones a través de diversas técnicas de impresión.
Falta respaldo institucional
Sin embargo, para ser exitosas a largo plazo, las monedas sociales necesitan un respaldo institucional, algo que aún no existe en España.
“Cuando una moneda social no es conocida y tiene poca aceptación, está condenada al fracaso, porque para funcionar requiere obligatoriamente una masa crítica”, explica Álvaro Martín Enríquez.
El economista cita como ejemplo la llamada libra de Bristol, que surgió en septiembre de 2012 en el Reino Unido y con la que se pueden adquirir bienes y servicios en más de 300 negocios locales. La peculiaridad de esta moneda –con un valor idéntico al de la libra esterlina– es que cuenta el respaldo de la Bristol Credit Union, y como consecuencia, del Banco de Inglaterra.
Existen billetes físicos, los consumidores disponen de cuentas electrónicas que les permiten comprar directamente en las tiendas, y también pueden realizar transacciones vía Internet o desde sus teléfonos móviles. Es un sistema que posee un marco regulatorio claro.
“En España, su uso es aún minoritario, menos sofisticado y está lejos de contar con el apoyo institucional”, señala Martín Enríquez. Las divisas españolas se hallan en una zona gris en la que se maneja de forma paralela al sistema monetario, precisa.
“Uno de los objetivos de toda moneda es la acumulación de riqueza, si una divisa carece de control y supervisión, pueden existir problemas. En España, no creo que las autoridades se hayan planteado siquiera este tema de manera formal. Es un asunto complejo que requiere tiempo y recursos. Es poco conocido. Quizás podría ser planteado por algún ayuntamiento, pero la situación económica es delicada, y de cara a los recortes de gasto que están en curso, sería muy difícil destinar recursos a cualquier tema que no sea crítico”.
Más adeptos
En la actualidad, no existen aún cifras oficiales o encuestas conducidas por el Ministerio de Hacienda sobre la evolución de las monedas complementarias en España. No obstante, sus avances se hacen evidentes en el día a día. No solo por el número creciente de monedas que surgen, sino por el interés que despiertan entre los consumidores.
Junio fue un mes clave para el consumo solidario español, y para el boniato en particular. A principios de ese mes se celebró la primera Feria de la Economía Solidaria en Madrid, una cita de dos días a la que asistieron 10.000 personas y donde 130 expositores se encontraron directamente con el consumidor.
Dada la magnitud del evento, el movimiento organizador, Economía Solidaria en Madrid, imprimió excepcionalmente papel moneda en boniatos y, según sus estimaciones, se realizaron 40.000 transacciones en esta divisa durante la feria.
A mediados de junio tuvieron lugar dos encuentros semejantes en Zaragoza y Pamplona. Y en septiembre y octubre están previstos eventos del mismo tipo en Bilbao y Barcelona.
Los españoles razonan su consumo y buscan alternativas para mantener en marcha las economías de proximidad a través de divisas distintas al euro, lo que pareciera una innegable consecuencia de la crisis.
Aunque César Gómez Veiga, de la cooperativa Helicornia, rechace la hipótesis con buen humor, pero con una rotunda convicción: “¡Qué va! Los boniatos y las otras monedas complementarias no son resultado de la crisis, pero que estemos hablando hoy de ellas… sí”.
En cumplimiento de los estándares JTI
Mostrar más: SWI swissinfo.ch, certificado por la JTI
Puede encontrar todos nuestros debates aquí y participar en las discusiones.
Si quiere iniciar una conversación sobre un tema planteado en este artículo o quiere informar de errores factuales, envíenos un correo electrónico a spanish@swissinfo.ch.