“¡Muérdelo, es un marica!”
A la salida de un bar en Zúrich, una mujer azuza a su perro para que ataque a un joven. Se trata de una de las 95 agresiones registradas en 13 meses a través de una línea de ayuda de la coalición de organizaciones lesbianas, gay, bisexual y transgénero (LGTB)
Esa noche en Zúrich, una de las ciudades más abiertas de la escena gay en Suiza, la víctima del ataque vivió segundos de miedo y desconcierto. Sin poder borrar de su cabeza esa amenaza, denigrante, llamó a la línea de ayuda LGBTEnlace externo para informar al respecto y recibir apoyo.
Este fue uno de los 95 casos registrados de noviembre de 2016 a diciembre de 2017 a través de este instrumento de respaldo, telefónico o en línea, para la comunidad homo, trans y bisexual en Suiza.
“El joven estaba muy afectado psicológicamente”, recuerda René Schegg, quien respondió a su llamada de auxilio. Schegg es secretario general de PinkcrossEnlace externo, la federación que representa a más de 40 organizaciones que demuestran con este registro que sí existen agravios en contra de la comunidad LGTB y que hay que combatirlos.
“El 60% de las personas que establecieron contacto con nosotros dicen haber tenido secuelas psicológicas de la agresión vivida”, subraya Schegg, al presentar en conferencia de prensa un informe Enlace externosobre estos 95 casos de ofensas, violencia y discriminación contra personas de la comunidad LGTB.
30 agresiones físicas y una con arma de fuego
La mayoría de los casos censados (78 de 95) fueron insultos y ofensas, dirigidas, sobre todo, a hombres (62). En 31% de los ataques se sumaron amenazas de agresión corporal – como en el ejemplo de la mujer con el perro, citado anteriormente – o se pasó al acto con algún tipo de violencia física. Incluso, hubo un ataque con arma de fuego.
La mitad de los casos, en la calle
El 50% de los afectados (47) fueron agredidos en la vía pública (36), en la parada de un transporte público o al interior del mismo (7), en un parque, bosque o en un aseo público (4).
Más del 80% de ellos no acudió a la policía a levantar una denuncia, porque, – explicaron–, desconfían o no consideran que su caso sea relevante a nivel penal, es decir, que se pueda perseguir y castigar al victimario.
Falta de voluntad política
En ese sentido, la diputada Rosmarie Quadranti (Partido Burgués-Democrático, PBD) busca a través de una mociónEnlace externo que se creen registros estadísticos de los agravios motivados por la orientación sexual, la identidad de género o la expresión de género de una persona. “Es necesario que se recopilen estos datos porque solamente reconociendo un problema podrá ser resuelto”, subraya Quadranti. No obstante, ni los cantones, ni el Gobierno Federal se muestran muy entusiastas en respaldar la idea.
«Es muy desconcertante que en Suiza ocurran este tipo de actos y no haya estadísticas al respecto. Pedimos a la política que se haga este registro», se sumó a la exigencia el diputado Angelo Barrile.
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