Qué supone la invasión de Putin para el futuro de Suiza
La neutral Suiza ha tomado una clara posición con la decisión de imponer sanciones a Rusia. Eso tiene profundas consecuencias en su política con China y Europa. Un análisis.
Algo extraordinario ha ocurrido cuando hasta el presidente estadounidense habla de Suiza en medio de la guerra en Ucrania. «Incluso Suiza está sancionando a Rusia y apoyando al pueblo de Ucrania», comentó Joe Biden en el Congreso.
Incluso el New York Times reaccionó con una «noticia de última hora» a la decisión del Consejo Federal (Gobierno) de sumarse a las sanciones contra Rusia: «Con esta decisión, Suiza deja de lado su larga tradición de neutralidad». En Moscú, el medio de comunicación estatal Russia Today informaba también de una «ruptura significativa» con la neutralidad. En Suiza, algún partido político, como la UDC, expresaba así mismo opiniones similares.
De hecho, Suiza se encuentra en un punto de inflexión en su política exterior. Pero, ¿a dónde lleva esta decisión? ¿Supone eso el final de una Suiza neutral? Intentamos explicarlo en siete puntos.
1. Suiza se mantiene militarmente neutral
Los comentarios del New York Times, Russia Today y la UDC son engañosos. Suiza seguirá siendo militarmente neutral incluso después de la decisión del Consejo Federal. El derecho internacional solo impone unas pocas obligaciones a un Estado neutral: No puede apoyar a ninguna de las partes con su ejército o con armas; no puede poner su territorio a disposición de una parte beligerante; y no puede unirse a ninguna alianza militar. Todo esto sigue teniendo validez.
La posición de Suiza difiere así notablemente de la de Suecia, que hasta ahora ha mantenido su neutralidad. Sin embargo, el país escandinavo está actualmente suministrando armamento a Ucrania y coquetea con el ingreso en la OTAN. Ninguna de estas dos cosas es una opción para Suiza en este momento.
2. El Consejo Federal radicaliza su política anterior
La decisión del Gobierno no viola el derecho de neutralidad. No obstante, sí afecta a la neutralidad en un sentido amplio. La idea básica que hay detrás es que un país que quiere permanecer neutral en un conflicto se comporta generalmente de manera tal que se le exige la neutralidad en un caso extraordinario. Además, Suiza quiere comportarse políticamente de manera que pueda actuar como mediador en los conflictos.
Sin embargo, lo que Suiza puede y no puede hacer en términos de política de neutralidad no está escrito sobre piedra. Depende siempre del entorno internacional, y de cada caso concreto. Básicamente, la neutralidad no impide que Suiza represente sólidamente sus valores en el mundo y tampoco prohíbe la participación en sanciones económicas.
En los últimos 200 años, la interpretación de la política de neutralidad ha cambiado constantemente; hasta 1990, Suiza ni siquiera debía cumplir las sanciones de la ONU. Por lo tanto, este caso no supone una auténtica ruptura con la política anterior, aunque representa una escalada sin precedentes de este tipo de política.
3. La neutralidad no es una máxima del Estado
La Constitución Federal no menciona la neutralidad ni en la finalidad del Estado ni en los objetivos de la política exterior, sino solo como instrumento político. Da mayor peso a objetivos como el respeto de los derechos humanos, la promoción de la democracia y la coexistencia pacífica de los pueblos. Si la neutralidad choca con estos valores, Suiza tiene que sopesar los pros y los contras.
«La sanción a Rusia no constituye una ruptura de la neutralidad. La ausencia de sanciones se convertiría en la ruptura de la neutralidad».
4. La falta de sanciones supondría una violación de esa neutralidad
En muchas guerras no está tan claro quién es el agresor y quién la víctima. En el conflicto en Ucrania, sin embargo, el caso está claro según el derecho internacional: Rusia es el agresor y Ucrania la víctima. Vladimir Putin ha violado decenas de artículos de la Carta de la ONU, mientras que Ucrania solo ejerce su derecho a la autodefensa. Cualquiera que no se pronuncie en un caso así se convierte en cómplice del agresor.
El 80% del comercio de productos básicos de Rusia pasa por Suiza, y el 30% de todos los activos extranjeros de particulares y empresas rusas están depositados en bancos suizos. Si Suiza optara por no aplicar las sanciones, se convertiría en un país que se beneficiaría de la guerra. En otras palabras, sancionar a Rusia no es una violación de la neutralidad.
5. El Consejo Federal no tenía otra opción
La presión internacional iba en aumento. Si Suiza no hubiera cedido en el tema de las sanciones, podría haber sido sancionada ella misma por Estados Unidos y la Unión Europea (UE). Es posible que la decisión haga imposible que Suiza desempeñe un papel mediador en Ucrania. Eso implicaría un daño colateral considerable.
6. Este caso es una referencia sin precedentes
La decisión del Gobierno puede tener un gran alcance para el futuro del país. En cuanto a los efectos de las sanciones, Suiza se ha unido a la coalición occidental en torno a los países de la UE y la OTAN. Es un antecedente para otras situaciones similares que amenazan al mundo. Es de temer que China intente en algún momento anexionarse la república insular de Taiwán. Siguiendo la lógica del caso ruso, Suiza tendría que adoptar también sanciones contra China.
7. Un acuerdo con la UE es cada vez más necesario
Para Suiza, existe el peligro de que la guerra en Ucrania consolide aún más el mundo en bloques hostiles política y económicamente. Eso hace que Europa sea aún más importante para la economía suiza. Por ello, es fundamental que el Consejo Federal y el Parlamento estabilicen rápidamente las relaciones con la UE. El acuerdo con la UE sobre cuestiones institucionales se ha vuelto aún más necesario a raíz de la invasión de Putin.
Este artículo apareció por primera vez en el Tages AnzeigerEnlace externo el 2.3.2022 y se reproduce aquí con su amable autorización.
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