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Los historiadores se interesan por el centro financiero suizo

Fachada del Banco Nacional Suizo
Ya en la segunda mitad de los años 50, el Banco Nacional Suizo se preocupó por la afluencia de fondos procedentes de los países recién descolonizados. Keystone / Anthony Anex

Dos investigaciones recientes analizan la historia de Suiza como paraíso fiscal. ¿Cómo permitieron los movimientos de descolonización que Suiza consolidara su posición como paraíso fiscal internacional? Y ¿cómo reaccionaron las autoridades judiciales suizas y el banco central para luchar contra la afluencia de dinero negro? Hablamos con los historiadores Vanessa Ogle y Thibaud Giddey. 

Vanessa Ogle es profesora asociada en Berkeley (Estados Unidos). En un estudio recienteEnlace externo ha realizado un análisis novedoso para explicar el espectacular desarrollo de Suiza en las décadas de 1950 y 1960 como centro financiero extraterritorial, estableciendo un vínculo directo con la llegada masiva de capitales procedentes de los movimientos descoloniales.

Con la independencia de las antiguas colonias y la llegada al poder de gobiernos percibidos como hostiles, se teme por la seguridad de los activos. Repatriar los fondos a los antiguos países colonizadores no es lo deseable, ya que en aquella época en Europa comienzan a aplicarse impuestos progresivos que gravan más a quienes más tienen. Vanessa Ogle subraya también la persistencia de una “moral de impuestos bajos para los blancos” producto de las antiguas prácticas vigentes en los imperios coloniales, donde los colonos, a diferencia de las poblaciones locales, se habían beneficiado siempre de tipos impositivos extremadamente bajos.  

Suiza es quien saca el máximo partido a estas limitaciones fiscales y al pánico financiero que acompaña al fin de los imperios coloniales. El país –que ya es un paraíso fiscal, sobre todo para las élites francesas– parece ser una solución lógica y de fácil acceso. Para las empresas y los particulares establecidos anteriormente en las colonias, en un primer momento; y para las élites locales, en una segunda fase. De este modo, Suiza albergó los fondos de muchos antiguos dictadores, como Juan Perón (Argentina), Fulgencio Batista (Cuba), Sukarno (Indonesia) o Rafael Trujillo (República Dominicana).

Preocupaciones del Banco Nacional Suizo y el “pacto de caballeros”

A partir de la segunda mitad de los años 50, el Banco Nacional Suizo (BNS) se da cuenta de que en el territorio nacional se abre un número inusualmente alto de bancos procedentes del antiguo mundo colonial. Su objetivo es repatriar activos del norte de África y de Oriente Medio, en el marco del proceso de descolonización.

El Banco de Indochina, el Banco Pariente, el Banco Hassan, el Banco Otomano, el Crédito de Garantía de Argelia y Túnez… Para Vanessa Ogle, “estos bancos vinculados a antiguos imperios, y su establecimiento en Suiza, contribuyen a que Suiza se internacionalice como centro bancario después de la Segunda Guerra Mundial e influyen, por tanto, en la reputación y las perspectivas del sector bancario suizo en las décadas siguientes”.

Sin embargo, sus flujos de capitales (sobre todo en forma de grandes transferencias físicas de billetes y oro) no dejan de preocupar a las autoridades. A finales de 1953, los bancos declaran al BNS que tienen fondos extranjeros por valor de 3 252 millones de francos. Dos años más tarde esta cifra aumenta un 15%, hasta los 3 828 millones de francos.


El BNS teme que un sobrecalentamiento y un exceso de liquidez perjudique a la economía. Por lo que en 1956 exige a los bancos privados que cumplan un “pacto de caballeros” destinado a reorientar estos flujos de dinero mediante una estrategia de inversión conforme a los intereses suizos.

Este acuerdo, que se prolonga hasta mediados de la década de los 60, estipula que los bancos no deben invertir ningún dinero de diversas fuentes extranjeras en valores o bienes inmuebles suizos. Una decisión que, de manera significativa, contribuye al desarrollo en Suiza de los servicios de ingeniería financiera para inversiones en el extranjero.

Delincuencia de cuello blanco: los diferentes enfoques de los tribunales de Zúrich y Ginebra

Thibaud Giddey, investigador postdoctoral asociado a la Universidad de Lausana, se centraEnlace externo en el modo en el que entre los años 70 y 90 Suiza reforma su sistema judicial para mejorar la lucha contra la delincuencia económica.

En un informe de 1975 que desentierra de los archivos, Joseph Voyame, director de la Oficina Federal de Justicia, se remonta a sus recuerdos de juventud para ilustrar las deficiencias de un sistema judicial suizo abrumado por la creciente importancia internacional de su centro financiero y los delitos económicos que conlleva.

“Recuerdo que siendo un joven abogado me designaron juez instructor extraordinario en un caso de quiebra fraudulenta por valor de casi diez millones de francos. Y le aseguro que estaba completamente perdido frente a un empresario que conocía el negocio mucho mejor que yo, llegando a ponerme en ridículo en algunos momentos. Creo, por lo tanto, que deberíamos crear organismos especializados, con personas competentes, independientes del mundo económico y financiero”. 

Thibaud Giddey ha estudiado las estrategias de los cantones de Zúrich y Ginebra para remediar esta situación. Analiza en particular los cambios en los años 70, gracias sobre todo al éxito de una iniciativa popular apoyada por la ciudadanía, los políticos y el poder judicial. “En unos años, en las tres etapas del tratamiento judicial –investigación, acusación, juicio–, el cantón de Zúrich creó o mejoró las unidades especializadas en la lucha contra la delincuencia económica”, explica.

No obstante, el estudio indica que “la colaboración judicial internacional con los jueces extranjeros siguió siendo complicada, sobre todo por los obstáculos legales que impedían que los fiscales suizos pudieran obtener y compartir información con sus homólogos extranjeros en el contexto de una investigación en el extranjero. Los cambios introducidos en Zúrich tenían como objetivo principal mejorar y agilizar los procedimientos judiciales relacionados con los defraudadores locales. Todavía resultaba difícil llevar a cabo grandes instrucciones judiciales internacionales sobre actividades empresariales sospechosas con Zúrich como terreno de juego”.

El punto de inflexión en Ginebra parece haber llegado más tarde, con la elección de Bernard Bertossa [padre del actual  fiscal ginebrino Yves Bertossa que investiga las cuentas del rey Juan Carlos] como fiscal general en 1990. “El equipo creado estaba decidido a seguir una política activa de persecución de la delincuencia financiera y sus ramificaciones internacionales. En resumidas cuentas, Ginebra reacciona más tarde y toma medidas más lentas en la reorganización de las autoridades de persecución y enjuiciamiento, pero, por otro lado, hay una voluntad más clara de contener la creciente delincuencia financiera internacional, desestabilizando los circuitos financieros utilizados con tranquilidad por el dinero negro”.

En esta época, las autoridades de Ginebra encargadas de las diligencias judiciales también comienzan a pedir al centro financiero un modo de colaborar. Los banqueros tenían que encontrar el delicado equilibrio entre dos necesidades contradictorias: proteger el secreto bancario de la curiosidad de la justicia, por un lado; mantener el prestigio de Suiza frente a una creciente reputación e imagen de paraíso del dinero negro, por otro. Para Thibaud Giddey, sería interesante realizar una investigación más profunda sobre este periodo para “arrojar luz sobre los estrechos y ambiguos vínculos entre la evolución del marco judicial y el desarrollo del sector financiero”.

El problema del acceso a los archivos

Las investigaciones de Thibaud Giddey y Vanessa Ogle se basan en archivos inéditos, a los que acceder no siempre es fácil. Esta última señala en su estudio que el hecho de “recopilar información […], especialmente la relativa al papel de los bancos, es un trabajo detectivesco que a menudo se basa en unos pocos documentos milagrosamente olvidados durante la limpieza a la que han sido sometidos la mayoría de los archivos bancarios, seguramente antes de ser abiertos al público. La inmensa mayoría de los archivos de bancos privados existentes en Estados Unidos o Canadá y, en menor medida, en el Reino Unido, no están abiertos a los investigadores o han sido muy clasificados y redactados, hasta el punto de poner a disposición de los interesados sobre todo material publicitario e informes ya públicos que, con la misma facilidad, habrían podido ser consultados en cualquier otra biblioteca”.

Gotham City*

*Fundado por los periodistas de investigación Marie Maurisse y François Pilet, Gotham CityEnlace externo es un boletín electrónico de vigilancia judicial especializado en delitos económicos.

Basándose en documentos judiciales de acceso público, todas las semanas informa a sus abonados sobre casos de fraude, corrupción y blanqueo de capitales relacionados con el centro financiero suizo.

Traducción del francés: Lupe Calvo 

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