¿La mendicidad es un derecho humano?
En el cantón de Vaud, un nuevo movimiento aboga por prohibir la mendicidad, provocando un debate que ha llegado hasta los tribunales. Muchos se preguntan si un veto semejante no sería una violación de los derechos humanos.
La controvertida iniciativa para impedir el pordioseo fue presentada por la sección cantonal de la Unión Democrática de Centro (UDC, derecha conservadora) y recibió el apoyo del Parlamento del cantón de Vaud en septiembre de 2016. La citada legislación veta todo tipo de mendicidad, aunque sea pasiva (como simplemente sentarse en silencio en una calle en espera del apoyo financiero de los transeúntes).
Los opositores de esta ley intentaron echarla atrás a través de un referéndum, pero no consiguieron reunir el número de firmas necesarias para someter el tema a consulta. Posteriormente, interpusieron una apelación ante el Tribunal Constitucional de Vaud, pero esta fue desechada (con cuatro votos frente a uno); así que decidieron apelar ahora ante el Tribunal Federal en LausanaEnlace externo, la más alta instancia judicial de Suiza.
Pero esta controversia conduce en realidad a un debate mucho más profundo.
¿Explotación encubierta?
“Creemos que las leyes vigentes en Lausana no representan las necesidades de toda la población, o al menos no las de nuestro partido. Consideramos que la mendicidad ya no es tolerable en Suiza y queremos luchar contra la explotación de las personas marginadas que piden dinero por las calles”, sintetiza Philippe Ducommun, legislador de la UDC en el Parlamento de Vaud e inspector de policía en Lausana. Para él, muchos de los mendigos de la comunidad roma (o romaní), que viven en Suiza son víctimas de redes que se aprovechan de la “desgracia humana”.
Pero Xavier Rubli lo contradice. El abogado de Lausana encabeza el grupo opositor de esta ley, que trabaja activamente para que el Tribunal Federal vete disposiciones que considera “injustas y escandalosas”. “Si hoy prohibimos la mendicidad, ¿qué será lo próximo que prohibamos?”, cuestiona. De entrar en vigor, la nueva legislación prevé multas de entre 50 y 100 francos suizos para quienes piden dinero en las calles, y de entre 500 y 2 000 francos para los responsables de redes de mendicidad o para quien envían a los niños a mendigar. Si los responsables de estas prácticas no pagan las multas correspondientes, corren el riesgo de ir a prisión.
“Una violación a los derechos humanos”
Rubli representa los intereses de 12 grupos de clientes, entre los que se cuentan mendigos suizos y romaníes, pero también cristianos y musulmanes que defienden su derecho a dar limosna como parte de sus obligaciones religiosas.
Sus representados consideran que la nueva ley sería particularmente discriminatoria con los romaníes y violaría los derechos humanos fundamentales que están consagrados en la Constitución de Vaud, en la Constitución de Suiza y en la Convención Europea de los Derechos Humanos, de la que Suiza es signataria.
Dichos ordenamientos exigen respeto a la vida privada, a la dignidad económica, a la libertad económica y a la libertad de expresión. “Los indigentes que están sentados en las calles transmiten un mensaje. Este puede molestar o irritar a algunos transeúntes, pero también los cuestiona y los obliga al debate”, afirma Rubli.
Ducommun, en tanto, afirma que “es poco agradable ver a los mendigos sentados en la calle”.
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Vida de mendicidad en Lausana
Proteger a los mendigos
El político de la UDC asegura que la principal razón para eliminar la mendicidad es justamente proteger a quienes no tienen otra alternativa de vida. “Usted tiene el derecho a ayudar a quien quiera, pero no serán estas personas las que aprovecharán su dinero”, dice a swissinfo.ch. “Cuando uno observa la plaza Bel-Air de Lausana por las mañanas y ve a todos esos mendigos que llegan y hacen reparticiones (de dinero), que por favor nadie trate de convencernos de que son ellos quienes aprovechan estos recursos. Son más bien para sus vigilantes y explotadores”, sostiene.
Ducommun admite que también hay indigentes de origen suizo, pero asegura que para ellos existen suficientes estructuras sociales y de asistencia social.
Esta no es la primera vez que el Tribunal Federal tendrá que pronunciarse sobre la mendicidad. En 2008, dicha corte recibió una impugnación (impulsada por un grupo de defensa de la comunidad romaní) que le pedía rechazar una ley que vetaba la mendicidad en Ginebra. Pero el Tribunal desechó la petición argumentando que el veto gozaba de “una sólida base legal” y porque protegía a los mendigos de caer en redes de explotación.
El abogado Rubli asegura que jamás fue demostrado en aquel momento que los indigentes romaníes realmente eran víctimas de algún tipo de explotación. Y añade que un informe publicado en 2012 sobre la indigencia romaní en Vaud concluyó que “la mendicidad está mal organizada”.
Rubli puntualiza que, a diferencia de Suiza, en Estados Unidos o Australia, los tribunales han fallado a favor de la mendicidad por considerarla una forma de libertad de expresión que no debe ser violada.
Hay suizos en situación de indigencia, pero la experiencia confirma que en Lausana y en otras ciudades suele ser la comunidad roma (generalmente proveniente de Rumanía) la que más practica la mendicidad.
¿Comunidad roma en la mira?
Petru, uno de los integrantes de esa comunidad que viven de la ayuda de los transeúntes, fue entrevistado por la Televisión Pública Suiza (RTS).
“He vivido en Suiza durante cuatro años porque quería encontrar un trabajo. En Rumanía no hay trabajo y tampoco hay esperanzas de conseguirlo”, dice Petru.
El fotógrafo suizo Yves LerescheEnlace externo conoce bien a las familias roma de Lausana y ha visitado Rumanía en muchas ocasiones para fotografiar a estas comunidades. En este país del este europeo, los roma solían ser artesanos y vendedores, dice, pero durante el régimen comunista fueron obligados a trabajar en las fábricas.
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Enfoques diversos
En Suiza, las legislaciones relativas a la mendicidad varían según el cantón y el municipio. En algunos lugares, como Ginebra y Zúrich, esta práctica está prohibida, aunque sean vetos que no siempre se respeten en la práctica. En Ginebra, por ejemplo, la mendicidad quedó abolida hace siete años, pero aún pueden verse cientos de indigentes romaníes pidiendo dinero en las calles.
En Vaud, muchos municipios poseen reglas que prohíben la mendicidad. Pero Lausana ha optado por regular esta práctica, en vez de prohibirla, y para ello se ha apoyado en el policía jubilado Gilbert Glassey, quien funge como mediador entre las autoridades locales y la comunidad romaní.
Las reglas -basadas en el Artículo 87 bis de la Regulación Policial de Lausana- son claras. La mendicidad organizada y ejercida por niños está prohibida, y también toda práctica de pordioseo que sea insistente o que altere el orden público. La mendicidad se castiga con multas si se ejerce cerca de tiendas, plazas públicas o sitios en donde se realizan transacciones financieras o se retira dinero en efectivo. Glassey considera que estas reglas funcionan bien y han sido “bien aceptadas y comprendidas” por la comunidad romaní, que también ha entendido que no hay tolerancia a la mendicidad infantil.
¿Contraproducente?
Las autoridades municipales de Lausana apoyan convencidas la regulación de la mendicidad e incluso dirigieron un mensaje escrito, en 2016, al presidente del Parlamento de Vaud expresándole que estas reglas -vigentes desde 2012- funcionan bien y han permitido reducir el número de quejas sobre el pordioseo. La carta decía también que la municipalidad de Lausana “siempre ha estado en contra de prohibir la mendicidad” porque un veto total, como el de Ginebra, solo provoca un alud de quejas, sin que los objetivos para mejorar la vida de estas personas se logren, dada la precariedad con la que vive esta comunidad.
Para Glassey, la única manera de frenar la llegada de familias romaníes a Suiza es ayudarlas directamente en sus países de origen.
Y si la nueva ley entra en vigor en Vaud, Glassey advierte que “será muy complicado” aplicarla y no siempre será respetada.
“No nos rendiremos”
Sin importar qué decisión tome el Tribunal Federal, ninguna de las partes parece estar dispuesta a darse por vencida. El abogado Rubli cree que tiene altas probabilidades de ganar, pero asegura que, si no lo hace, buscará el apoyo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Ducommun también se muestra determinado. «No vamos a rendirnos”, expresó a swissinfo.ch, “no vamos a dar marcha atrás, tenemos las firmas que reunimos en 2013 y una votación parlamentaria a favor; así que no nos daremos por vencidos, incluso si el Tribunal Federal decide en nuestra contra”.
Por ahora, no está claro cuánto tiempo falta para que el Tribunal Federal se pronuncie. Pero mientras no exista un fallo, la aplicación de esta ley sigue en suspenso y el debate, servido sobre la mesa.
Traducción del inglés: Andrea Ornelas
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