Más seguridad y menos carburante
Los aviones deberán usar rutas más directas y volar de forma más segura. Es lo que pide la Comisión Europea, que subraya la importancia de un ‘cielo único europeo’. Suiza, asociada al proyecto, controlará la zona de mayor tráfico del continente.
Cada día más de 26.000 aviones se cruzan en el espacio aéreo europeo. La mayoría despega o aterriza en uno de los 440 aeropuertos del continente. “Las rutas aéreas y los aeropuertos están al borde de la saturación”, escribe la Comisión Europea en un comunicado emitido en junio pasado.
Dentro de diez o veinte años, los vuelos aumentarán un 50% y “reinará el caos”, si no se adoptan medidas, advierte Bruselas, que ha elaborado un paquete de propuestas para acelerar la puesta en marcha del cielo único.
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«Volar es cada vez más seguro»
Tráfico intenso sobre Suiza
Hablar de “caos” es excesivo, ya que en los últimos años observamos una tendencia a la baja en el tránsito aéreo”, señala Pascal Hochstrasser, responsable de la torre de control del aeropuerto de Ginebra-Cointrin. “Pero sí es verdad que hay bastante congestión aérea, entre otras razones, ya que cada país mantiene un espacio para la aviación militar”.
Para Pascal Hochstrasser y los colaboradores de Skyguide, la sociedad suiza de control aéreo, los cielos congestionados están a la orden del día. El espacio aéreo helvético figura entre los más transitados de Europa. Y entre los más complejos, explica Francis Schubert, director operativo de Skyguide. “La mayor parte del tráfico que controlamos no se desplaza solo en línea horizontal, sino también vertical. Nos encontramos, de hecho, en la encrucijada de los aeropuertos más importantes, como París, Ámsterdam, Fráncfort, Múnich y Roma”.
24 horas de tráfico aéreo en el mundo en un minuto
A diferencia de Estados Unidos, donde hay un único operador de control aéreo, el espacio europeo es extremadamente fragmentado. La Unión Europea (UE) se subdivide en cientos de sectores y cuenta con unos sesenta centros de control nacionales. El resultado es que cada país define las rutas aéreas con base en las fronteras nacionales y las necesidades de sus aeropuertos.
Un piloto que sobrevuela el Viejo Continente muchas veces realiza rutas en zigzag. “Cuando vuelo de Zúrich a Bruselas estoy obligado a dar una vuelta bastante grande. En Estados Unidos, en cambio, es más fácil lograr rutas más directas, lo que nos permite ahorrar tiempo y keroseno”, indica Thomas Steffen, piloto de aviones A330 y A340 y portavoz del sindicato de pilotos Aeropers.
A ello se suma que cada sector del espacio europeo dispone de su propia frecuencia radio, agrega Thomas Steffen. “Tenemos que cambiar continuamente la frecuencia para comunicarnos con los controladores aéreos de los diversos sistemas de navegación. En Estados Unidos nos distraemos menos. Yo no diría que volar en Europa es más peligroso, pero sí más complicado”.
Evitar los cruces
Según la Comisión Europea, el cielo único ofrece una serie de ventajas. Los aviones recorrerán en promedio 42 kilómetros menos y consumirán un 10% menos de carburante. Las compañías aéreas, y con ellas los pasajeros, podrán ahorrar así 5.000 millones de euros al año.
El elemento principal del cielo único consiste en dividir el espacio en nueve bloques funcionales. Y no serán las fronteras nacionales las que definirán sus confines, sino las necesidades operativas. Suiza, junto con Francia, Alemania, Holanda, Bélgica y Luxemburgo, está integrada en el denominado FABEC (Functional Airspace Block Europe Central), el bloque más grande por el que transita el 55% del tráfico continental (5,5 millones de vuelos anuales).
“La idea del cielo único es correcta en el fondo: En Europa hay demasiados centros de control”, opina Pascal Hochstrasser. Si renunciamos a las fronteras nacionales, prosigue, podremos mejorar la seguridad. “El flujo aéreo sobre Ginebra se cruza dos veces. Con el FABEC, en cambio, podemos crear rutas más directas, sin cruces”.
Al simplificar las estructuras del espacio aéreo se facilita también el trabajo de los controladores, sostiene Francis Schubert. “Hasta hace poco, los sistemas de control aéreo eran bastante disparatados y tenían dificultades para comunicar entre sí. El hecho de asegurar la interoperabilidad reduce el riesgo de errores durante el traspaso de los aparatos de un sector al otro”.
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Ojos en el cielo
Repercusiones para Suiza
Para Skyguide, el cielo único europeo constituye “una gran oportunidad”, subraya Francis Schubert. “Nos brinda un marco para establecer la cooperación que es absolutamente imprescindible para garantizar el funcionamiento óptimo del sistema”.
“Seguiremos controlando el mismo espacio, aunque tendremos que formar a los controladores en el nuevo régimen”, señala Pascal Hochstrasser. “De aquí a finales de 2014 tenemos previsto poner en marcha una primera etapa del espíritu FABEC. Reorganizaremos los flujos de tráfico, lo que permitirá a las compañías aéreas ahorrar”.
Patrick Csikos, colaborador científico del Instituto Universitario Kurt Bösch, en Sion (cantón del Valais), reconoce que el cielo único es “necesario”. No obstante, tiene algunas dudas sobre las posibles repercusiones para Suiza y Skyguide.
“La posición central de Suiza ha sido durante mucho tiempo una ventaja para Skyguide, que ha podido gestionar los espacios limítrofes [más del 40% del espacio aéreo que controla se encuentra en Alemania, Francia, Italia y Austria]. Ahora esta ventaja se convierte en un inconveniente, ya que en el seno del FABEC los servicios de navegación no solo son socios, sino también rivales. La idea final del cielo único reside en generar competitividad entre los servicios de navegación nacionales, con el fin de que se mantengan solo los más eficientes”.
En este contexto, Skyguide se halla en una posición de fuerza, sostiene Patrick Csikos. “En comparación europea tiene una estructura de costes bastante elevada, en parte debido a la fortaleza del franco. No se puede excluir que en el futuro Francia o Alemana reivindiquen el control de las zonas delegadas hasta ahora a Skyguide”.
El cielo único europeo, creado en 2004, se propone incrementar el nivel de seguridad, triplicar la capacidad del espacio aéreo, reducir a la mitad los costes de gestión del tráfico aéreo y disminuir el impacto sobre el medioambiente (emisiones) en un 10%.
La iniciativa de la Comisión Europea no cuenta con un respaldo unánime, explica Patrick Csikos, del Instituto Universitario Kurt Bösch. “Los Estados siempre han considerado que su espacio aéreo constituía la protección vertical de las fronteras terrestres y que por ello era de su competencia. Con el cielo único europeo, algunas proporciones del espacio aéreo de un país serán controladas por los servicios de navegación de terceros países miembros del bloque funcional”.
Además, “la idea final del cielo único es generar competición entre los diversos servicios de navegación nacionales con el fin de mantener solamente los más eficientes. Una visión que no gusta a los países menos competitivos, como Francia. Las huelgas de los controladores aéreos de mediados de junio pasado lo han demostrado”.
Aunque reconoce las ventajas de una mayor colaboración internacional, la Asociación Suiza de Controladores de la Circulación Aérea, Skycontrol, subraya que no se identifica con la forma en la que se está llevando adelante el proyecto.
“No existe un diálogo social propiamente dicho entre los diferentes socios. Las instancias gubernamentales no toman en consideración las problemáticas diarias que surgen frente a los radares”, responde por escrito a swissinfo.ch
(Traducción: Belén Couceiro)
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