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Los barcos suizos se protegen frente a los piratas

Un hombre en un barco apunta con un rifle
Un marinero se entrena para luchar contra los piratas. Olivier Grivat

El ‘Glarus’, un barco que opera bajo bandera suiza y pertenece a una naviera de Ginebra, ha sido asaltado en aguas de Nigeria. Doce marineros han sido secuestrados. Este es el primer incidente de este tipo que sufre la flota suiza, que emplea estrictas medidas de seguridad.


El ‘Glarus’ surca los mares desde 2001 y nunca había padecido un percance similar. Según el propietario, la empresa Massoel Shipping de Ginebra, el buque –con una capacidad de 46 500 toneladas– transportaba trigo desde Lagos hasta Port Harcourt, al sur de Nigeria.

Un grupo de piratas, utilizando escaleras, consiguió llegar al puente por la mañana temprano y cortar las alambradas de protección. El ataque ha ocurrido a 45 millas náuticas (83 km) al suroeste de la isla Bonny.

Tras destrozar la radio del barco, la banda ha tomado como rehenes a 12 de los 19 miembros de la tripulación. Es la segunda agresión de esta magnitud en el delta del Níger este año.

Peligro máximo en el Golfo de Guinea

Si bien en el golfo de Adén (donde una armada de buques de guerra internacionales intimida a los piratas somalíes) la situación se ha calmado, el golfo de GuineaEnlace externo (con 5 700 km de costa) se ha convertido en el epicentro de la piratería marítima. En 2017 se registraron diez incidentes de toma de rehenes, con un resultado de 65 tripulantes secuestrados.

Los piratas que operan frente a las costas de Nigeria, Togo o Benín son muy peligrosos y no dudan en matar. Fuertemente armados y violentos, a veces secuestran barcos durante varios días: el tiempo suficiente para saquear sus bodegas. Maltratan a la tripulación, cuando no la liberan después de pagar el rescate.

En 2016 la toma de rehenes aumentó un 30%, según datos de la Organización Marítima Internacional. Y eso a pesar de los intentos de los 17 países de la región, asistidos por Estados Unidos y Francia, de fortalecer sus medidas de intervención.

alambradas de protección fijadas en el puente de un navío
Para evitar los ataques los barcos suizos tienen que instalar equipos de protección. Olivier Grivat

La falta de cobertura mediática en la región dificulta la transparencia: los armadores, para evitar el incremento del coste de los seguros, minimizan la importancia de los sucesos.

Dada la capacidad limitada del puerto, cientos de barcos esperan fuera durante días, lo cual facilita el pillaje y los secuestros. En los puertos los controles policiales y militares siguen siendo deficientes. Se sospecha que quienes toman rehenes en Nigeria son los antiguos rebeldes del MEND (Movimiento para la Emancipación del delta del NígerEnlace externo), que cada vez se aventuran más lejos de la costa.

Una lista de medidas disuasorias

En el golfo de Adén, ningún barco transita del Mar Rojo al Océano Índico sin la presencia a bordo de hombres armados. Quienes ofrecen sus servicios son, por lo general, antiguos soldados o policías, que permanecen a bordo las 24 horas del día. Se trata de antiguos miembros de la Marina Real, rumanos, ucranianos, búlgaros o croatas que trabajan para empresas con sede en Israel, Malta o Chipre. Sus servicios cuestan más de mil dólares al día, pero sin ellos las aseguradoras se niegan a asegurar los cargamentos. Los piratas reciben información del valor a través de sitios marítimos a los que acceden a través de internet.

En el paso del golfo de Adén, los cargueros de bandera suiza –al igual que el resto de los buques mercantes– se entrenan contra un posible asalto pirata. Cuando suena la sirena, toda la tripulación se reúne en la “fortaleza”, un lugar de la bodega de difícil acceso. Sus puertas son blindadas, y en su interior hay agua y alimentos suficientes para mantenerse encerrados durante 72 horas. Toda la borda está rodeada de alambre de espinos; las pasarelas, engrasadas para complicar el acceso de los atacantes; los barriles, llenos de agua para servir como escudos; y las mangueras contra incendios, apuntando hacia el mar. En la cubierta se colocan figuras de madera para engañar.

un maniquí en un barco
En el puente de un barco un maniquí hace creer que hay una tripulación numerosa. A puppet on a ship

Con relación a los tripulantes, el sindicato Nautilus de Basilea ha firmado un acuerdo con la asociación suiza de armadores que prevé una prima de riesgo y un seguro en caso de muerte o lesiones. El marinero tiene derecho a negarse a entrar en estas zonas peligrosas. Puede solicitar la repatriación a cargo de la empresa y cobrar el sueldo de dos meses. En la práctica, muy pocos marineros se acogen a este derecho.

En 2008 y 2009, se planteó que el ejército suizo protegiera los buques de carga de bandera suiza. Berna, después del ataque que sufrió el ‘Nyon’ (carguero de Suisse-Atlantique que transportaba hierro de Ucrania a China), en febrero de 2009, propuso llevar a bordo soldados de élite, pero los armadores se opusieron.

Demanda de rescate inminente

“Por lo general, durante las primeras 48 horas los piratas no muestran ninguna señal, así que esperamos tener noticias”, declaró al día siguiente del ataque la compañía. “Por su seguridad y respeto a las familias”, no se ha revelado ni la nacionalidad ni la identidad de los rehenes.

La compañía, que gestiona 8 buques de carga con nombre de ciudades suizas (como ‘Martigny’, ‘Arosa’, ‘Lugano’ o ‘Luzern’), contrata sobre todo marineros filipinos comandados por oficiales rusos, ucranianos y croatas. No hay suizos implicados. Apenas hay en activo media docena de marineros suizos.

En cuanto a la naviera Massoel (con base en Ginebra y fundada por Giorgio Sulser, antiguo marino del Tesino), su situación no le permite pagar por el rescate grandes sumas de dinero. La Oficina Federal de Suministro Económico se acogió al derecho a retener uno de sus buques en 2016.

El armador, especializado en el transporte de mercancías a granel (no petróleo, contrariamente a lo que por su nombre pudiera parecer) se vio afectado por la fuerte caída del precio de los fletes. Incluso un armador suizo (Enzian y SCT) se declaró en quiebra, y esto obligó a la Confederación a pagar 215 millones de francos para cubrir la fianza de sus 13 buques. En estas condiciones, la toma de rehenes amenaza con prolongarse durante algún tiempo.

Traducción del francés: Lupe Calvo

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