El motor diésel pierde popularidad
Diésel empieza a ser el gran apestado de la industria automovilística. Los comentarios desfavorables se multiplican y los consumidores europeos y suizos comienzan a dar la espalda a ese tipo de motor. Los principales fabricantes alemanes de automóviles se reunieron la semana pasada en Berlín para intentar reducir las emisiones contaminantes de sus vehículos diésel.
Es posible que los motores de explosión tengan sus días contados. Varios países, entre ellos Francia y Reino Unido, han anunciado el fin de los motores de gasolina y diésel de aquí a unos años.
Por otra parte, la mayoría de los fabricantes se concentran en el desarrollo de vehículos eléctricos. Volvo incluso ha anunciado su intención de no fabricar coches de motor completamente térmico a partir de 2019
El fabricante sueco tiene buenas razones para tomar esa decisión. Según datos publicados por la prensa alemana, incluso los nuevos modelos diésel incumplen la normativa en materia de emisiones de óxido de nitrógeno.
Entre los diez modelos con las emisiones de óxido de nitrógeno más altas se encuentra el nuevo Volvo S90 4D, salido en el segundo semestre de 2016. Ese modelo ha superado en 13,5 veces el límite de 80 miligramos por kilómetro recorrido, según las mediciones realizadas por la asociación ecologista alemana Deutsche UmwelthilfeEnlace externo.
El peso de las ciudades
Si el futuro parece sombrío para los motores de explosión en general, para los de diésel el peligro es inminente. El escándalo del incumplimiento de las normas anticontaminación en varios fabricantes del sector ha sacado a la luz la nocividad del diésel.
Es cierto que este último tiene la ventaja de emitir menos CO2 –gas de efecto invernadero que favorece el calentamiento climático– que el de gasolina, pero produce más partículas finas cancerígenasEnlace externo.
A esto hay que añadir los óxidos de nitrógeno, de los cuales los más peligrosos no se neutralizan correctamente en muchos coches, según Christian Bach, experto en contaminación del Laboratorio Federal de Materiales e Investigación (EMPA). “La dificultad estriba sencillamente en que los óxidos de nitrógeno no se pueden filtrar. Hace falta convertirlos químicamente en contaminantes no tóxicos”. Un procedimiento técnicamente posible, pero también más caro.
De este modo, las autoridades de varios países han decidido tomar medidas, principalmente en las ciudades. Los grandes centros urbanos –sobre todo en Francia y en Alemania– limitan cada vez más el acceso a los vehículos diésel. A principios de junio los alcaldes de París, Atenas, Ciudad de México y Madrid manifestaron su voluntad de prohibir totalmente la circulación de vehículos diésel a partir de 2025.
Los turistas también se ven afectados
Ya en once países europeos algunas ciudades han establecido zonas en las que puede limitarse el acceso a vehículos con motor diésel.
Los automóviles deben estar provistos de viñetas en las que se indique su nivel de contaminación. Según este nivel se puede limitar el acceso a determinados vehículos.
El hecho de ser un turista de paso no dispensa de la obligación de disponer de esa viñeta. La ausencia de la misma puede ser sancionada con una multa.
El TCS facilita indicacionesEnlace externo sobre las medidas a tomar en los países limítrofes.
Un mercado en caída
Ese ambiente desfavorable comienza a hacer dudar a los consumidores. “Actualmente hay una clara tendencia en contra del diésel”, afirma Yves Gerber, portavoz del Touring Club SuisseEnlace externo. “Por consiguiente, todo aquel que hoy compra un diésel se arriesga a tener un vehículo que le será difícil vender en el mercado de segunda mano y que podría limitarle el acceso a los centros urbanos”.
Empiezan ya a sentirse las consecuencias. En Europa Occidental las ventas de vehículos nuevos con motor diésel han empezado a caer. En el primer trimestre de 2017 supusieron un 47% del mercado, mientras que en el mismo periodo del año anterior representaron el 49,8% y en 2012 el 55%, según datos facilitados por la Asociación de Fabricantes EuropeosEnlace externo.
En Francia, país que ha favorecido el diésel desde hace varias décadas, la caída ha llegado a ser vertiginosa, pasando del 73% en 2012 (año récord) al 47,4% en el primer trimestre de 2017.
También en Suiza
En Suiza la evolución ha sido a la inversa. La venta de coches diésel, antes casi anecdótica, no ha dejado de ganar importancia desde comienzos de este siglo.
“Hace años el mercado de motores diésel era bastante flojo, entre otras cosas porque Suiza nunca ha favorecido fiscalmente ese carburante, como se ha hecho en otros países. Aquí el diésel siempre ha sido más caro que la gasolina. Y como los coches con motor diésel eran entre 2 000 y 3 000 francos más caros que los de gasolina se hacía necesario hacer muchísimos kilómetros para rentabilizar la compra”, señala Yves Gerber.
Pero la situación cambió a principios de este siglo. “Los precios entre ambos tipos de carburantes, así como los de los propios vehículos se han aproximado mucho. Además, la introducción de la inyección directaEnlace externo de conducto común (o common-rail) ha logrado atenuar el ruido y las vibraciones características del motor diésel”, afirma el portavoz del TCS.
Pero también podría invertirse en Suiza esta tendencia favorable al diésel. Un estudioEnlace externo llevado a cabo por el comparador de internet comparis.ch muestra que la tendencia por el diésel cayó casi en una cuarta parte en el mercado de segunda mano, a raíz del escándalo de los motores trucados. En agosto de 2015, el 67% de las personas en busca de un vehículo de ocasión se decantaban por el diésel. En junio de 2017, la cifra había caído hasta el 52%.
Traducción del francés: José M. Wolff
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