“La relojería suiza atraviesa una crisis profunda y duradera”
Las exportaciones relojeras caen inexorablemente mes tras mes. Y no se vislumbra una mejora, afirma Grégory Pons, periodista francés especializado en el sector. Las dificultades, dice, no se deben únicamente a las turbulencias geopolíticas y monetarias.
Grégory Pons reside en Ginebra y es el responsable de la redacción de ‘Business Montres & Joaillerie’Enlace externo, una revista digital que reivindica su independencia de los presupuestos publicitarios relojeros. Según el experto, el sector relojero suizo está en crisis, pero dispone de las capacidades necesarias para renovarse y salir del marasmo actual.
swissinfo.ch: Desde el mes de enero, las exportaciones relojeras han caído cerca de un 10% respecto a 2015, que fue un año difícil para el sector. ¿Se trata de una simple ralentización después de diez años de crecimiento desenfrenado o la situación es preocupante?
Grégory Pons: La relojería se enfrenta a una crisis profunda, duradera y que causará muchos daños. De aquí a fines de año van a desaparecer miles de empleos. Y el 2017 no augura mejores perspectivas: las ventas están en un punto muerto y los minoristas se ven con montañas de productos sin vender. A día de hoy, en los almacenes hay entre un año y medio y dos años de existencias.
A pesar de la evidencia, los responsables del sector no cesan de negar y minimizar la gravedad de la situación. Con sus discursos reconfortantes están aniquilando sectores enteros de la industria. Prácticamente nadie adopta hoy las medidas radicales que son imprescindibles para adaptar las propias estructuras a la nueva realidad del mercado.
swissinfo.ch: Numerosas marcas y muchos fabricantes de movimientos se encuentran con una sobrecapacidad de producción. ¿Pero podemos reprochar realmente a los relojeros que hayan aceptado importantes inversiones durante los años de fuerte crecimiento?
G.P.: La industria relojera ha derrochado las ganancias, sobre todo, en presupuestos de marketing alucinantes, manufacturas fastuosas y capacidades de producción inútiles. Por el contrario, ha descuidado completamente la formación de los relojeros y las inversiones en investigación y desarrollo. Resultado: mientras el Grupo Swatch [por intermediación de su brazo industrial ETA] quería dejar de suministrar sus componentes de relojes a la competencia, ahora intenta venderlas por todos los medios a quien los quiera. Hay otro fenómeno que ilustra la crisis actual: algunas marcas compran sus propios relojes a minoristas para salvar las nuevas colecciones.
swissinfo.ch: Para explicar las dificultades actuales se cita la fortaleza del franco, pero también una serie de factores externos, como la guerra en Ucrania, la ralentización del crecimiento de China, inestabilidad en Oriente Medio, etc. ¿De cambiar la coyuntura esto ayudaría a encarrilar el sector relojero?
G.P.: Los patrones de la relojería utilizan el franco fuerte, el terrorismo o la lucha contra la corrupción en China como pretexto. Y con ello evitan tener que cuestionarse. En realidad, el mal es mucho más profundo.
Al rehusar lanzarse al mercado del reloj conectado, Nick Hayek, el presidente del grupo Swatch, se ha puesto en una situación muy complicada. Sus marcas de entrada de gama, o sea, Swatch, Tissot e incluso Longines, sufren hoy el ataque virulento de los relojes inteligentes, de los cuales se ha dicho hasta la saciedad que no representaban peligro alguno para la relojería suiza.
swissinfo.ch: La caída de las ventas afecta a todos los segmentos de precio, especialmente al de los relojes de lujo. ¿Podemos atribuirlo únicamente a la salida al mercado del reloj conectado?
G.P.: Efectivamente, más allá de la llegada del reloj conectado, asistimos a una profunda mutación en la sociedad que repercutirá de forma duradera sobre el sector. Los jóvenes consumidores no comparten el concepto del lujo que tenían sus padres. La famosa frase del publicista francés Jacques Séguéla, quien declaraba en 2009: ‘Si a los 50 años no tienes un Rolex, es que has fracasado en tu vida’, está completamente desfasada.
«Con el tiempo, asistiremos al final de la dictadura de las grandes marcas y al nacimiento de toda una serie de marcas nuevas y más interesantes» Grégory Pons, periodista especializado
Los jóvenes que disponen de medios prefieren gastarse el dinero en un viaje inolvidable al otro lado del mundo, antes que en objetos materiales cuya única meta es mostrar su estatus social. Esto no significa que no se vayan a vender más Rolex, pero sin duda se venderán muchos menos. Los principales actores del sector, sin embargo aún no han incorporado este nuevo paradigma.
swissinfo.ch: El reloj de fabricación suiza, sin embargo, se impuso a partir de la década de 2000 como un signo exterior de riqueza muy codiciado, sobre todo en los países emergentes. ¿Los años ‘de ostentación’ pertenecen definitivamente al pasado?
G.P.: Totalmente. En China, al inicio del nuevo milenio y tras más de medio siglo de comunismo, las nuevas élites que se enriquecieron gracias a la apertura de los mercados tenían la necesidad de aferrarse a objetos fetiches y de estatus social. Por otra parte, debido a las particularidades del sistema bancario chino, el reloj se convirtió enseguida en el objeto más codiciado para sobornar a los funcionarios. Hoy, muchos chinos adinerados se han exiliado en el extranjero y han adoptado un estilo de consumo más discreto. Las clases medias, en cambio, no han cedido a gustos ostentosos de los barones de la globalización.
swissinfo.ch: ¿Cómo va salir la relojería suiza de este marasmo?
G.P.: No soy pesimista. Al contrario, pienso que esta crisis representa una fantástica oportunidad. Suiza dispone de virtudes sin parangón respecto a otros países: cuatro siglos de experiencia, una herramienta industrial única y, sobre todo, un denso tejido de talleres relojeros y de proveedores sobresalientes en su trabajo.
El mercado se va a centrar cada vez más en nichos y esto en todos los segmentos de precio. Con el tiempo, asistiremos al final de la dictadura de las grandes marcas y al nacimiento de toda una serie de marcas nuevas y más interesantes. En la categoría de entrada de gama, los relojeros que sobrevivirán son los que propondrán productos ultracreativos, ultralúdicos y ultraasequibles. El placer recuperará su lugar en el acto de comprar.
La joya de la industria suiza
La relojera es la tercera industria de exportación en Suiza, detrás de los sectores químico y de maquinaria herramienta. Las empresas del ramo están implantadas sobre todo en los cantones de Neuchâtel, Berna, Ginebra, Solothurn, Jura y Vaud.
El sector relojero alcanzó el pico de producción a finales de los años 60, con cerca de 90 000 empleos en 1 500 empresas. Al inicio de la década de 1970, la competencia asiática comenzó a fabricar relojes de cuarzo, lo que transformó el mercado y sumió a la relojería en una profunda crisis.
La relojería helvética se lanzó a la producción de modelos de masa, sobre todo, los relojes Swatch, y en el transcurso de la última década, en los modelos de lujo debido al creciente interés que despiertan los artículos ostentosos. Hoy, el sector representa el 1,5% del PIB de Suiza y emplea a cerca de 60 000 personas.
Contacte al autor del artículo en Twitter @samueljabergEnlace externo
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Traducción del francés: Belén Couceiro
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