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Mujeres de tercera edad asesinadas con indiferencia en Suiza

Si bien el tema sigue siendo tabú, las mujeres de edad son las primeras víctimas de la violencia doméstica en Suiza. Aquí, unas mujeres participan en una manifestación contra la violencia de género en Ginebra. Keystone / Martial Trezzini

En Suiza, más de una de cada cinco víctimas de feminicidio supera la edad de jubilación, lo que convierte a las mujeres mayores en el principal objetivo de los homicidios domésticos. Una investigación sobre violencia extrema, alejada de la imagen pacífica que la sociedad tiene de las parejas mayores…

El pasado mes de junio, en Neuchâtel, una mujer de 78 años perdió la vida tras una violenta discusión con su marido de casi 80 años. En marzo de este año, en Sierre (cantón Valais), un hombre de 88 años mató con un cuchillo a su mujer de 79. Desde principios de año, 13 mujeres han sido asesinadas por algún familiar en Suiza y, contrariamente a lo que se cree, no todas son jóvenes.

Según cálculos basados en cifras de las estadísticas policiales sobre delitos de la Oficina Federal de Estadística (OFS, según sus siglas en francés), en los últimos diez años las mujeres mayores -de más de 70 años- representan el 20,1% de las víctimas de asesinatos cometidos en el contexto de violencia intrafamiliar. Sin embargo, sólo constituyen el 16% de la población femenina en Suiza.

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Entre 2013 y 2022, 39 mujeres ancianas fueron asesinadas en Suiza por un familiar. En dos de cada tres casos, el cónyuge o excónyuge fue el homicida. 

En Suiza, las mujeres de todas las edades son siete veces más víctimas de asesinatos domésticos que los hombres, según un informe de la Oficina Federal para la Igualdad entre Hombres y Mujeres (BFEG).Enlace externo Entre los feminicidios de personas mayores, una parte constituye los llamados crímenes “compasivos”, en los que la víctima pide al perpetrador que le ayude a poner fin. Sin embargo, en los últimos diez años, a diferencia de las mujeres de edad avanzada, los hombres mayores de 70 años han estado ligeramente subrepresentados en las estadísticas de homicidios nacionales.

Los feminicidios que afectan a las mujeres de tercera edad reciben muy poca atención de los medios. «En los casos de crimen o muerte en general, cuanto más joven es la víctima, más fuerte es la emoción social, porque la muerte le ha privado de más años de vida», explica Cornelia Hummel, profesora asociada del Departamento de Sociología de la Universidad de Ginebra, cuyo trabajo se encuadra dentro del campo de la sociología de la vejez y el envejecimiento.

La forma más grave de violencia doméstica

En el caso del crimen de Neuchâtel cometido el pasado mes de junio, los agentes aseguraron que «la policía no conocía que esta pareja casada desde hacía mucho tiempo tuviera antecedentes de violencia en el seno de su hogar». Sin embargo, detrás del feminicidio se cierne el fantasma de la violencia intrafamiliar.

«Sabemos que una de cada cinco mujeres es víctima de la violencia doméstica. No se detiene a los 65 o 75 años. Además, estas situaciones no se denuncian y, por lo tanto, no se registran», afirma Delphine Roulet Schwab, directora de un proyecto de investigación dedicado a la prevención de la violencia doméstica entre las personas mayoresEnlace externo y profesora de la Escuela Superior de Salud La Source de Lausana (HES-SO).

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“Hemos observado que en las actividades de comunicación y sensibilización que se llevan a cabo en Suiza, casi siempre están representadas mujeres jóvenes o mujeres con hijos. Esto no llama la atención sobre el hecho de que las personas mayores también pueden verse afectadas”, subraya Roulet Schwab.

Más que un tabú, la violencia entre parejas de tercera edad, al igual que los feminicidios entre personas mayores, es “impensable”, asegura Hummel. No es sólo algo de lo que no hablamos; es una situación que simplemente no entendemos.

Ángela, 85 años y más de 40 de violencia doméstica 

Sin embargo, la violencia entre parejas mayores existe. Ángela (nombre ficticio) tiene 85 años. Su apretón de manos confiado y su cálida sonrisa no revelan nada de lo que su marido le hizo pasar durante más de cuatro décadas.  Cuando lo conoció, Ángela tenía cuarenta y tantos años, una carrera exitosa y pasiones que lo consumían todo, particularmente la música. Antes de él, admite, nunca había estado muy interesada en los hombres. Siempre fue muy tímida y un poco rebelde.

Poco después de casarse, el esposo de Ángela reveló un carácter gruñón y una actitud negativa. Sobre todo, se mostró psicológica y físicamente violento: «Durante todo nuestro matrimonio me agredió físicamente. Pensaba que era el único que tenía razón. Entonces yo me callaba, porque no quería contradecirlo y correr el riesgo de que se volviera violento», cuenta. El marido le impedía ver a algunos de sus amigos y la aislaba de los que no compartían sus puntos de vista. Mientras, el tiempo pasaba y Ángela aguantaba, sobrevivía y se adaptaba. Hubo buenos momentos para los dos y ella se aferró a eso.

“Él quería echarme y ese día me rebelé. Quería liberarme. Me empujó y caí. Temía por mi vida”.

Ángela, víctima de violencia doméstica

Un día de 2021 ya no soportó. Ángela tenía 83 años. «Quería echarme y ese día me rebelé. Quería liberarme. Me empujó y caí. Temía por mi vida». Ese día sufrió una grave caída y las heridas le dejaron severas secuelas. «Tuve que ir al hospital y todo el mundo me decía que ya no podía vivir con él. Por primera vez Ángela pidió ayuda y, mientras estaba internada, su marido ingresó en un hospital psiquiátrico y luego en un EMS (establecimiento médico-social). «Me tranquilizó saber que le estaban cuidando. Si no hubiera tenido esa ayuda, probablemente seguiría con él, pero no sé en qué estado estaría», explica la mujer.

Barreras generacionales

Ángela nunca denunció el abuso que sufrió, y hasta aquel día de 2021 jamás había pedido ayuda a nadie. Su silencio se hace eco de las estadísticas policiales de ayuda a las víctimas. En los últimos diez años, las mujeres de edad avanzada representan sólo el 1,4% de los casos denunciados de violencia intrafamiliar.

Conforme el informe «Cifras sobre la violencia doméstica» de la Oficina Federal de Igualdad de Género, sólo entre el 10 y el 22% de las víctimas de este tipo de violencia acuden a la policía. Según Roulet Schwab, en el caso de violencia entre parejas de ancianos, las denuncias son aún más raras.

En Suiza existen numerosas ofertas de ayuda en caso de violencia doméstica (centro LAVIEnlace externo, consultas médicas, hogares de acogida, policía). Sin embargo, las personas de tercera edad no lo utilizan. «En la vejez, tienes que aguantarte y asumir la responsabilidad de tus decisiones. Es lo mismo cuando estás con una pareja violenta. Tú lo has elegido, así que lo asumes. Es habitual en esta generación», explica Marta Preti Guimarães, psicóloga y psicoterapeuta especializada en el tratamiento de situaciones de violencia «padecida» o «ejercida». 

«También está la realidad de que las personas que dependen económicamente no pueden irse tan libremente. En situaciones de violencia intrafamiliar, las personas que tienen más probabilidades de permanecer con su pareja son mujeres muy pobres que a menudo se resignan», añade Preti Guimarães.

En el caso de Ángela, la dependencia no era financiera ya que eran principalmente sus ingresos los que sostenían el hogar. En su casa, la influencia estaba en otra parte: “No podía irme. Yo estaba avergonzada de haber tenido un matrimonio que no funcionó. Me quedé estancada y seguía pensando que lo peor ya había pasado y que volverían buenos tiempos. Tuvo una influencia psicológica y física sobre mí”, testifica.

Doble castigo para las víctimas de edad avanzada

Para Roulet Schwab, la jubilación puede ser un momento crucial en el contexto de violencia en la pareja. “La transición a la jubilación altera la identidad, tiene un impacto en las capacidades financieras y los roles sociales. Los hombres suelen estar más en casa y las mujeres tienen menos oportunidades de salir”, explica.

La dependencia financiera y emocional, pero también la dependencia de otros debido a dificultades relacionadas con la edad, son factores que explican la no denuncia de la violencia doméstica que sufren las personas mayores. A esto se suma la vergüenza, como cuenta Ángela, pero también el miedo a que no les crean, al aislamiento o a empeorar la situación.

«Cuando se trata de personas mayores, el reflejo de los profesionales será apartar de la situación a la persona que sufre la violencia, o incluso internarla en un EMS. Pero, en principio, es el que ejerce violencia quien se va». 

Delphine Roulet Schwab, profesora en la Escuela Superior de Salud La Source en Lausana

Y cuando la víctima es anciana, la respuesta de los profesionales es a veces muy diferente a la de los jóvenes: «Cuando se trata de personas mayores, el reflejo de los profesionales será apartar de la situación a la persona que sufre la violencia, o incluso internarla. Pero, en principio, es el que ejerce violencia quien se va», afirma Roulet Schwab. En el caso de Ángela, para sacarla de la situación de violencia, se tomó la decisión de ingresar a su marido en un EMS, porque según los médicos, ya no tenía capacidad de discernimiento. «No estoy segura de que él sepa por qué le han ingresado allí. Cree que es porque yo ya no puedo cuidarlo”, explica Ángela. 

Los recursos existentes no son adecuados para las personas de edad avanzada. Para paliar esta carencia y hacer visible la violencia en las parejas de tercera edad, el equipo de investigación dirigido por Delphine Roulet Schwab propondrá, a partir de mediados de diciembre, un material de sensibilización adecuado en el marco de una campaña nacional.

Aunque la violencia doméstica puede ser mortal, para Ángela ya es parte del pasado. “Hoy tomo un nuevo camino con libertad, siento que tengo 40 años otra vez. A veces lloro de alegría, pero también de tristeza al decirme que tuve que esperar hasta tener 83 años para ser una mujer feliz. Ahora estoy disfrutando. Camino con dificultad y me duele mucho la espalda, pero soy libre. Me siento aliviada. Ya no tengo miedo», concluye con una sonrisa.

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Debate
moderado por Pauline Turuban

¿Qué disposiciones serían las más eficaces contra el feminicidio?

¿Se le ocurren medidas concretas para combatir “la manifestación más extrema y brutal de la violencia contra las mujeres”?

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Texto adaptado del francés por Norma Domínguez

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