Nieve artificial para salvar los JJOO y estaciones de esquí alpinas
La nieve artificial que se emplea en la Olimpiada invernal de Pekín abre un debate controversial dado el impacto ambiental que genera. Sin embargo, es indispensable para asegurar la vida de numerosas localidades de esquí en Suiza y en el mundo. Aquí las respuestas a las principales preguntas.
Los Juegos Olímpicos de invierno de este año serán los primeros de la historia en ser «verdes» y programar un balance neto de cero emisiones: esta es la promesa que hizo el Comité Organizador de Pekín 2022 al asegurar que las instalaciones olímpicas se alimentarían de energía 100% renovable.
Algunas organizaciones ambientalistas y, posiblemente, los espectadores que han seguido las competencias de esquí alpino se interrogan sobre la real sostenibilidad del evento chino. Si los suizos Beat Feuz, Lara Gut-Behrami y Marco Odermatt pudieron ganar las medallas de oro en sus respectivas especialidades, fue solo posible dado que la estación de esquí de Yanqing, a unos 80 kilómetros de la capital china, cuenta con unos 200 cañones de nieve. Sin nieve artificial, no hay Juegos Olímpicos de Invierno.
¿Cómo se produce la nieve artificial?
Se mezcla el agua con aire comprimido y se pulveriza en forma de gotas. En contacto con el aire esas gotas se convierten en cristales de hielo antes de caer al suelo. Los cañones modernos funcionan incluso a temperaturas por debajo de cero grados. En situaciones de temperaturas más altas se deben emplear aditivos químicos que facilitan la cristalización del agua.
¿Cuál es la diferencia entre nieve artificial y natural?
Ambas se componen exclusivamente de aire y agua y el principio de su existencia es el mismo. Sin embargo, dado que la nieve artificial tiene una altura de caída menor, cuenta con una estructura cristalina diferente – «granos» en lugar de estrellas hexagonales- y los copos son más densos. La nieve artificial se derrite más lentamente lo cual determina que las superficies sean más duras y heladas y por lo tanto aseguran deslizamientos más veloces.
¿Cuándo se usó por primera vez en los JJ OO?
La primera nieve artificial se fabricó en 1980, durante la Olimpiada de Lake Placid, en los Estados Unidos. En la del 2014 en Sochi, Rusia, cerca del 80% de la nieve de las pistas se produjo artificialmente. En 2018, en PyeongChang, Corea del Sur, la nieve fabricada superó el 90%. Los Juegos Olímpicos de Invierno de este año son los primeros que dependen integralmente de la nieve artificial.
¿Cuánta nieve artificial se emplea en los Alpes?
Debido al calentamiento global y la disminución de las precipitaciones nevadas, la nieve artificial ya es indispensable en la mayor parte de las estaciones de esquí suizas , explica Fabian Wolfsperger del Instituto Federal para el Estudio de la Nieve y las Avalanchas. En Suiza se recurre a la nieve artificial desde 1978. La localidad deportiva invernal de Savognin, en el cantón de los Grisones, fue la primera en emplearla.
Según datos de la Asociación Suiza de Remontes Mecánicos, durante el invierno del 2020-2021, el 53% de las pistas de esquí en los Alpes helvéticos fueron preparadas con nieve artificial. En Italia (Tirol del Sur) y Austria la proporción es mayor, en tanto que en Alemania (Baviera) y Francia se utiliza en superficies menos extendidas.
¿Cuánta agua se requiere para producir nieve artificial?
Se necesita, aproximadamente, un metro cúbico de agua – o mil litros -para producir dos metros cúbicos de nieve artificial. Carmen de Jong, profesora de hidrología de la Universidad de Estrasburgo calcula que se necesitarán 2 500 millones de litros de agua para los Juegos Olímpicos de Pekín 2022. Organizar competiciones en una región conocida por su aridez, donde prácticamente no hay nieve natural, es una «irresponsabilidad», declaró al periódico británico Guardian Enlace externo.
Según la ONG china Water Risk, la región de Zhangjiakou, sede de la mayor parte de los eventos de esquí y snowboard, padece de un grave estrés hídrico. Las precipitaciones medias invernales en los últimos 40 años fueron de 7,9 milímetros, nueve veces menos que las que se registran en Davos, localidad suiza a cerca de 1 500 metros de altitud.
Para Martine Rebetez, climatóloga de la Universidad de Neuchâtel, la cantidad de agua utilizada no es el único elemento relevante a evaluar. Es necesario tener en cuenta las necesidades diversas de los diferentes usuarios, así como el impacto en los sistemas naturales, agrícolas y humanos. En Suiza, salvo algunas excepciones, tenemos la suerte de que llueve todo el año y no se deben resolver disputas en relación con el uso del agua, explica al sitio web Heidi.news Enlace externo. «En una región más seca, sin embargo, la situación es diferente”, explica Martine Rebetez quien es también experta del Instituto Federal Suizo de Investigación sobre Bosques, Nieve y Paisaje.
¿Qué otros impactos sobre el medio ambiente?
Las tuberías de agua instaladas en el suelo que se emplean para alimentar los cañones de nieve constituyen también un problema, señala Rebetez. Los trabajos de excavación coadyuvan a la erosión del suelo y perturban los cursos de agua y las fuentes hídricas que se encuentran más abajo, en los valles.
Los aditivos químicos que se utilizan para favorecer la formación de la nieve a temperaturas más elevadas tienen un efecto nocivo para la flora y la fauna. En algunos países, como Austria y Francia, esas sustancias están autorizadas. En Suiza, si bien están permitidas en algunos cantones – siempre que cumplan exigentes medidas de control-, en general, ya casi no se emplean, explican portavoces de los Remontes Suizos.
Por último, es importante considerar el consumo de electricidad. Para producir un metro cúbico de nieve artificial se necesitan de 1 a 3 kWh de energía. A modo de comparación, 1 kWh representa aproximadamente el consumo de un televisor encendido durante siete horas.
La Comisión Internacional para la Protección de los Alpes
calculaEnlace externo que el consumo energético para producir nieve en el arco alpino sería de 600 GWh, lo que representa el uso anual de 130 000 familias de cuatro personas.
Gracias a los avances tecnológicos un sistema de nieve artificial consume en la actualidad alrededor de un 30% menos de electricidad que 15 años atrás. Incluso, algunos sistemas funcionan sin energía eléctrica.
Traducido del francés por Sergio Ferrari
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