Ocho cosas que destacar sobre las elecciones federales de 2023 en Suiza

En el cantón de Berna, al igual que en el resto de Suiza, los ecologistas se muestran decepcionados en este domingo electoral. Alessandro Della Valle/Keystone

La ecología política en apuros, la migración como motor del éxito de la UDC, el Centro y el PLR a la par. Esas son las principales lecciones que se pueden sustraer de este domingo electoral. Nuestro análisis.

1) La «ola verde» es cosa del pasado

La ecología política ha caído en desgracia, tanto en Suiza como en el resto de Europa. La derrota del Partido Verde y del Partido Verde Liberal se hace eco de las dificultades experimentadas por los partidos ecologistas en el seno de la Unión Europea. La caída que ha sufrido en las encuestas es probable que también se traslade a las elecciones europeas de junio de 2024.

Durante la campaña electoral de 2019, el tema dominó el debate público y provocó una gran movilización en la izquierda del espectro político, en particular con la organización de huelgas climáticas. No ha sido el caso este año.

La tendencia parece paradójica, en un momento en que los fenómenos meteorológicos extremos van en aumento y el cambio climático sigue siendo una de las principales preocupaciones de los helvéticos. Sin embargo, el hecho de que haga calor en octubre no es la principal preocupación de la población, una proporción cada vez mayor de la cual lucha por llegar a fin de mes. Y la urgencia del cambio climático también puede suscitar un sentimiento de impotencia entre el electorado.

En definitiva, los partidos verdes no han conseguido que el cambio climático sea «atractivo». Al contrario, han sufrido las acciones contundentes de los activistas climáticos radicales, que despiertan la incomprensión e incluso la ira de gran parte de la población.

>> Nuestro seguimiento de las elecciones federales de 2023:

2) La UDC ha sabido sacar partido de su tema favorito

Las imágenes de la isla italiana de Lampedusa, haciendo frente a una enorme afluencia de inmigrantes procedentes del norte de África, dieron la vuelta al mundo y volvieron a poner la política de asilo en el punto de mira durante este año electoral. Eso ha sido un espaldarazo para la UDC, que ha centrado la mayor parte de su campaña en su tema favorito, la lucha contra la inmigración.

Con el aumento de las solicitudes de asilo (12.188 entre principios de enero y finales de junio, un 43% más que en 2022), además de la presencia de 65.000 refugiados procedentes de Ucrania, la UDC ha sabido aprovechar la creciente preocupación de una parte de la población.

Agitando el fantasma de una Suiza con 10 millones de habitantes en sus carteles y en sus hogares, la UDC no se anduvo con rodeos y suscitó las críticasEnlace externo de la Comisión Federal contra el Racismo. Pero lo cierto es que este discurso tan claro ha tenido un efecto movilizador en las bases del partido en un momento de inseguridad internacional.

La UDC también ha encontrado un chivo expiatorio ideal en Elisabeth Baume-Schneider, la nueva ministra socialista de Inmigración. Esta táctica ganadora, probada varias veces en el pasado, permitirá a la UDC borrar su derrota de 2019 y acercarse de nuevo este domingo a su nivel récord de 2015.

3) El PLR no convence en materia de inmigración

Bajo el lema “ferme mais juste” (firme pero justo), el Partido Liberal Radical (PLR / derecha) también hizo de la política migratoria uno de sus temas prioritarios durante la campaña electoral. A diferencia de la UDC, el PLR insistió en la necesidad de mantener la libre circulación de personas para atraer mano de obra europea cualificada, al tiempo que insistía en la necesidad de combatir el «turismo social» y el «caos del asilo».Enlace externo

Con esta postura y sus ataques sorprendentemente virulentos contra Elisabeth Baume-Schneider, el PLR no quiso dejar vía libre a la derecha aislacionista en esta cuestión. Sin embargo, el hecho es que los electores dieron claramente más crédito a las soluciones propuestas por la UDC.

En un momento de pleno empleo, el PLR carecía también de otro tema movilizador fuerte. En cuanto a la mala gestión del Credit Suisse, que fue absorbido por su rival UBS, contribuyó sin duda a dañar la imagen de los liberal-radicales, históricamente muy vinculados al centro financiero suizo.

Como resultado, el partido fundador de la Suiza moderna se estancó en estas elecciones y fue incapaz de invertir su prolongado declive. Mientras que a principios de los años 80 todavía atraía a casi una cuarta parte del electorado, el FDP convence ahora a poco más de uno de cada siete votantes.

4) El Partido Socialista sacó escaso provecho del descontento social

Para su campaña electoral de 2023, el Partido Socialista ha vuelto a lo esencial: la lucha por el poder adquisitivo de los hogares. El retorno de la inflación y el anuncio de una nueva subida sustancial de las primas del seguro de enfermedad a un mes de las elecciones federales volvieron a poner las cuestiones sociales en el centro de las apuestas. Así, el PS ha podido recuperar algunos votos de los Verdes en el campo de la izquierda.

Sin embargo, aunque las primas del seguro de enfermedad vuelven a ser el tema que más preocupa a los suizos, por delante de la inmigración, al final el PS sólo se ha beneficiado marginalmente del creciente descontento entre algunos votantes de clase media. 

A diferencia de la UDC en el tema de la inmigración y de los Verdes en el del calentamiento global, el Partido Socialista no se considera necesariamente la fuerza política más competente en el complejo ámbito de los seguros de enfermedad.

En un país que se basa en gran medida en la libertad individual, la mayoría de los votantes considera que las propuestas de un régimen único de seguro médico y de primas basadas en los ingresos son una intervención excesiva del Estado. El PS podría servir de ejemplo en la izquierda, pero le sigue costando encontrar simpatizantes más allá de su zona de confort.

5) El empuje del Centro cuestiona la “fórmula mágica”

El Centro está codo con codo con el PLR como tercera fuerza política del país. Dependiendo de los resultados finales en ambas cámaras, tendría matemáticamente derecho a un segundo escaño en el Consejo Federal. Así lo prevé la “fórmula mágica” utilizada desde 1959, según la cual los tres partidos más grandes ocupan dos escaños cada uno en el Gobierno suizo, y el cuarto, uno.

¿Significa eso que el ministro suizo de Asuntos Exteriores, Ignazio Cassis, que ocupa el último lugar en la clasificación de popularidad de los consejeros federales, tiene que temer por su mandato? En realidad no, ya que también es un principio que los miembros en activo del Consejo Federal no deben ser destituidos; esta regla no escrita sólo se ha incumplido tres veces en los últimos 175 años.

El PDC, del que El Centro es una rama, se aprovechó de ello hace cuatro años, cuando los Verdes le ganaron por poco en las urnas. En 2021, el CVP se fusionó con el PBD bajo el nuevo nombre de El Centro y cambió de rumbo.

Una cosa es cierta: en la formación actual, El Centro va a ser aún más emprendedor y a establecerse como la fuerza política indiscutible en el centro del espectro político. Bajo la dirección de su presidente, Gerhard Pfister, se ha despojado de su proverbial perfil bajo. En el Consejo Nacional (Cámara Baja), sigue siendo un importante socio de coalición para el PLR y la UDC, que no suman mayoría. En el Consejo de los Estados (Cámara Alta), debería seguir siendo la fuerza más importante.

6) A pesar de las crisis mundiales, estas elecciones no atrajeron a las multitudes a las urnas

Suiza, una democracia modélica, está cansada de la política. Así podríamos analizar la participación en estas elecciones. Con casi un 47%, la participación electoral es ciertamente ligeramente superior a la de 2019 (45%). Pero como siempre ha ocurrido en las últimas décadas, más de la mitad del electorado no acudió a votar. Y esto en un momento en que hay una crisis tras otra en todo el mundo y el poder adquisitivo está cayendo en Suiza.

¿Cómo explicar el silencio de la mayoría del electorado? Quizá la causa principal de la abstención resida en la inercia inherente al sistema suizo. Cuando un partido gana un 3%, casi se considera un terremoto político. Pero el equilibrio de poder casi siempre permanece inalterado. Más aún en el Gobierno, bastión de la estabilidad.

Y si el Parlamento, un poco a la izquierda o un poco a la derecha, tomara una decisión desagradable, los abstencionistas creen que podrían llamarlo al orden con un referéndum.

7) No se produjo el gran debate de ideas

La campaña electoral estuvo muy lejos de los fogonazos políticos y pases de armas antológicos que se ven en otros países. Los partidos desplegaron sus programas en torno a sus temas favoritos, sin invadir demasiado el terreno de sus adversarios. Tampoco hubo verdaderos debates en profundidad sobre los grandes temas políticos del momento. La quiebra de Credit Suisse y las relaciones con la Unión Europea estuvieron ausentes de la campaña.

Sin embargo, todo esto no es algo esporádico, sino más bien la regla a seguir en la pacífica Suiza. A excepción de acalorados debates que tuvieron lugar sobre la inmigración en 2015 y el accidente nuclear de Fukushima en 2011, las campañas suelen ser anodinas. Se trata de una característica inherente a la democracia directa suiza. Con las votaciones populares federales que se celebran cuatro veces al año, los partidos tienen muchas otras oportunidades de explicar sus posturas sobre diversas cuestiones.

El hecho es que, como ocurre cada cuatro años, esta campaña electoral ha permitido a los partidos forjar vínculos con el público. Cada candidato ha tenido que entregarse y estrechar cientos, si no miles, de manos con la esperanza de conservar o ganar un escaño en Berna. Fue un momento poco frecuente y preciado, que atañe a una democracia suiza que a menudo se presenta como modelo de cercanía entre el pueblo y sus representantes.

8) La Quinta Suiza, un electorado cada vez más solicitado

Más de 220.000 suizas y suizos residentes en el extranjero están inscritos en el censo electoral. Cada vez son más los expatriados que regresan algún día a su país. Por tanto, es legítimo que participen en votaciones y elecciones.

Este electorado crece rápidamente: se ha más que triplicado en los últimos 30 años y ha alcanzado un tamaño que teóricamente le permitiría ocupar seis escaños en el Consejo Nacional. En consecuencia, los partidos compiten cada vez más por los votos de la Quinta Suiza. El PS, la UDC, el PLR y El Centro trabajan desde hace tiempo en la diáspora y tienen secciones internacionales. En el pasado, estas secciones ya han permitido a algunos candidatos obtener los votos necesarios para ser elegidos.

El Partido Verde Liberal es el último de los seis grandes partidos que ha creado una sección internacional para estas elecciones. Esta elección vino dictada por el hecho de que el perfil político de la Quinta Suiza se corresponde en gran medida con el del último partido suizo: en promedio, son ecológicamente progresistas, defienden una sociedad liberal y una política exterior abierta.

Como los suizos residentes en el extranjero votan más en función de sus valores, también pueden ser más fieles a un partido concreto. En este año electoral, fueron objeto de un buen número de intervenciones en el Parlamento. Hubo incluso un auténtico sprint para ganarse su favor.

Texto adaptado del francés por Carla Wolff