Pamela Munster, la vida más allá de nuestros miedos
“De doctora en medicina a enferma de cáncer, y vuelta”: este es el viaje que esta mujer nacida en San Galo relata en un conmovedor libro publicado en 2018. Oncóloga de renombre mundial, hace quince años que trabaja en San Francisco y allí ahora se siente muy a gusto. Entrevista.
“Yo no elegí California, California me eligió a mí”. Cuando la llamaron de la Universidad de San Francisco, la oncóloga ya tenía una buena carrera a sus espaldas. Formada en la Facultad de Medicina de Berna, hace varios años que ejerce en la soleada Florida, tras haber pasado por las nieves de Indiana y el bullicio de Manhattan, que le dieron su “toque urbano estadounidense”.
Silicon Valley y Suiza se consideran las regiones más innovadoras del planeta. ¿Por qué? ¿Qué las separa o las une? ¿Qué puede aprender la una de la otra? A través de personas suizas que experimentan sus tentaciones, promesas y contrastes, en esta serie le hablamos de Silicon Valley.
¿La zona de la bahía, con sus brumas y su clima mediterráneo? Esto “nunca había estado en sus planes”. Pero nunca diga nunca. Y el reto es alentador, con un trabajo que combina sus dos pasiones: la investigación y la atención al paciente.
En San Francisco descubrió la mala pasada que le había jugado el destino. En 2012, a los 48 años, a Pamela Munster le diagnosticaron un cáncer de mama en fase inicial. Su reacción fue rápida y profesional: una doble mastectomía preventiva, seguida de una cirugía reconstructiva y, a continuación, la extirpación de los ovarios, también como medida preventiva. Porque se descubrió que era portadora de una desagradable mutación en el gen BRCA, que aumenta el riesgo de cáncer.
“Aquello sacudió mi sentido de la inmortalidad —admite—. No es que me crea inmortal, pero en general no se piensa en la muerte todos los días, ¿verdad?”. Y aquello también cambió la relación con sus pacientes. En la consulta, sin embargo, ella no menciona su cáncer, excepto cuando cree que puede ayudar. “La gente no viene a verme para oír hablar de mí. Pero si alguien me dice algo como ‘No sabe lo mal que me siento’, entonces puedo decir ‘Sí, lo sé’”.
Tantos destinos
Unos años después de su experiencia, un amigo le sugirió que contara su historia en un libro. “Al principio pensé que nunca tendría tiempo, pero me puso en contacto con un agente, y lo hice”, cuenta. Leyendo estas 260 páginas, queda claro que el objetivo no era exorcizar el mal que la carcomía. Quería “dar una idea de lo que es tener cáncer, y recordar a la gente que siempre hay esperanza”.
Aunque el hilo conductor es su historia, Twisting Fate (en inglés) [Caprichos del destino], publicado en 2018, no se centra en la propia autora. El libro recoge la trayectoria de buena parte de sus pacientes —mujeres, la mayoría— aunque uno de los casos es el de su propio padre, que murió de cáncer de páncreas seis años después de que se lo diagnosticaran. La protagonista, de hecho, es la enfermedad, tan versátil que prácticamente cada caso es único.
La escritura —sin patetismo ni voyerismo— es de una precisión clínica, que, cuando se trata de abordar los detalles más íntimos, adquiere el pudor necesario. Todo el libro está impregnado de esa empatía que la doctora muestra en sus relaciones con su equipo, su familia y, por supuesto, sus pacientes.
Pero no todas sus historias tienen un final feliz. “Al final logré perdonarme por no haber podido salvar a todo el mundo”, escribe hacia el final del libro. “Cuando empiezas en la medicina, realmente esperas poder curar y salvar a la gente de las enfermedades”, expone Pamela Munster. Pero, evidentemente, nadie lo consigue por completo. Cuando se trata de oncología, sobre todo. “No se puede ser un buen oncólogo sin tener una conexión profunda, personal y emocional con los pacientes. Y eso requiere la capacidad de no culparse si un tratamiento fracasa”.
Vencer el cáncer
Pamela Munster, no obstante, sigue creyendo que la medicina, a través de “enfoques creativos”, puede vencer al cáncer. “Bueno, no exactamente curarlo, pero sí convertirlo en una enfermedad tratable con la que se pueda vivir, como hicimos con el sida”, precisa.
>> En este vídeo de 2016 (en inglés), la UCSF presenta a Pamela Munster y su labor científica:
Este es el sentido de sus múltiples actividades en investigación en la Universidad de San Francisco, pero también dentro de Alessa Therapeutics, la empresa que fundó en 2018. Alessa produce implantes que, a los pacientes con cáncer de próstata, les administra el tratamiento en el cuerpo directamente.
Hay dos ensayos clínicos en marcha (en Estados Unidos y Australia/Nueva Zelanda) y se está preparando un tercero. “No somos los únicos en este mercado, pero lo que tenemos de más es que nuestros implantes están activos durante dos años, frente a los seis meses del resto”, explica Pamela Munster.
Munster también forma parte de varios comités para el desarrollo de nuevos tratamientos contra el cáncer. Publica mucho y ofrece conferencias de sensibilización a menudo en Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos e India. Pero incluso una mujer tan enérgica y con tanta fuerza de voluntad no puede hacerlo todo, y admite que no ha mantenido relación profesional con Suiza.
Aunque sí, relaciones personales. “Lo que aquí más echo de menos es a mi familia, por supuesto, pero también la naturaleza y la forma en que la población suiza la cuida. Y también la comida: el chocolate, sobre todo”, reconoce. Aunque vuelve con regularidad a Suiza, Pamela Munster no cree que vuelva a vivir en su país natal. Sus tres hijos, su marido —también oncólogo—, su vida y su trabajo están en los Estados Unidos.
La fuerza de la mente
¿Qué puede decir de Suiza, un país que habitualmente aparece en los primeros puestos de las clasificaciones mundiales relativas a innovación? Munster, en sus inicios, trabajó en Suiza y describe la experiencia como “muy innovadora”, pero con sus inconvenientes. En su opinión, falta estímulo. La mentalidad suiza empuja a la gente en puestos clave a hacer demasiadas preguntas como “¿esto funcionará?”, “¿cree de verdad que puede hacerlo?”, “¿por qué necesitamos esto?”.
En Silicon Valley, donde vive, la médico e investigadora no tiene que enfrentarse a este tipo de cuestiones. “Aquí es mejor tener una mala idea que no tener ninguna, y si no funciona, no vamos a penalizarte, solo vamos a decirte ‘levántate y prueba otra cosa’. Porque no vamos a mirar de dónde vienes, sino hacia dónde vas”.
“Habiendo trabajado en el sistema suizo y en el estadounidense, esa es la diferencia que veo”, resume la oncóloga. En su opinión, si en Suiza este espíritu de innovación y experimentación estuviera más extendido, el país podría alcanzar fácilmente el nivel de Silicon Valley. “Porque las competencias están ahí, la motivación está ahí, el dinero está ahí. Pero la mente es lo que no está del todo ahí”.
La vida sana
La mente… que debería estar tan sana como el cuerpo, como reza la famosa máxima. Una máxima que parece inspirar a bastante gente en San Francisco, incluida Pamela Munster, por supuesto. Hay gente que corre por la calle por las mañanas o que hace yoga en los parques, se intenta comer sano —quien puede permitírselo— y hay muy pocas personas con sobrepeso. En las aceras de San Francisco casi no se ven colillas —azote de las ciudades europeas—, y si se exceptúa a quienes fuman cannabis —que en California se legalizó en 2018—, es muy difícil encontrarse con gente que fuma.
¿Influye este estilo de vida saludable en el número de casos de cáncer en California? “Está demostrado que un estilo de vida sano —especialmente la alimentación y el ejercicio— reduce el riesgo de cáncer. Y aquí estamos empezando a ver los beneficios”, confirma Pamela Munster.
En el mapa de la mortalidad por cáncer en Estados Unidos, California, como uno de los estados menos afectados, luce el color blanco. Con 132 muertes por cada 100.000 habitantes, está muy por detrás de Virginia Occidental —bastión de la industria tabaquera y el territorio más rojo— con casi 185 muertes por cada 100.000 habitantes.
Amante de la naturaleza, excursionista y deportista entusiasta, la infancia de Pamela Munster en los Alpes de San Galo le legó la pasión por el esquí y el gusto por el riesgo. “Mi estilo de vida me pone más en peligro que el cáncer”, señala con humor en su libro, que empieza y termina en la nieve.
Nieve de la avalancha que, la víspera de su veinte cumpleaños, pudo haberla matado en Suiza y nieve de una sima donde la pérdida de equilibrio le hizo sumergirse durante un descenso salvaje en 2018 en Canadá. “Pero mi cáncer me enseñó que al final siempre se encuentra ayuda”, escribe. Y aunque el miedo siga ahí, su historia es “sobre la vida, no sobre la muerte. Una vida más allá de nuestros miedos”.
Revisión, Samuel Jaberg
Adaptado del francés por Lupe Calvo/José Kress
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