Parmelin: “Para Suiza, la salud de su población es prioritaria”
Guy Parmelin asume hoy la presidencia de la Confederación durante este 2021. Con 61 años, miembro de la UDC y oriundo del cantón de Vaud, tiene, entre otros, los retos de guiar a Suiza en la crisis del coronavirus y defender el acuerdo institucional con la UE en contra de la posición de su partido. Entrevista.
swissinfo.ch: Los intereses económicos han pesado fuertemente en las medidas adoptadas contra el coronavirus en Suiza en los últimos meses. La revista Foreign Policy, por ejemplo, publicó un artículo bajo el titular: “Suiza pone la austeridad por encima de la vida”. ¿Comparte esa opinión?
Guy Parmelin: No, no estoy de acuerdo con esa visión que presenta a Suiza como un país egoísta en su manejo de la crisis del coronavirus. Siempre hemos dado prioridad a la salud de la población. Es evidente que es necesario equilibrar los intereses entre las medidas sanitarias y sus efectos económicos, y hasta ahora no nos ha ido tan mal de esa manera.
Revisamos regularmente nuestro dispositivo. En las últimas semanas, los cantones han empezado a coordinarse mejor y a aplicar medidas más estrictas de lo que les permitían las normas federales. Esto demuestra la responsabilidad que han asumido en la gestión de esta crisis.
«Todos estamos comprometidos con el federalismo y la cohesión nacional; no vamos a arrojarlos a la basura a la primera crisis que se presente»
Cada país maneja la crisis a su manera. Alemania, que es un país federalista comparable al nuestro, se vio menos afectada al principio de la crisis en la primavera. Austria actuó con mucha fuerza al principio, luego optó por medidas liberales en el verano antes de volver a apretar los tornillos.
Suiza hace constantemente su propio análisis de la situación. Siempre es posible criticar las decisiones del Consejo Federal [Gobierno] y pensar que debería haber actuado de otra manera. Pero asumimos la responsabilidad de nuestras elecciones, las cuales se hicieron en coordinación con los cantones. Tenemos reglas y criterios claros, y así es como funcionan las cosas en Suiza.
Hubo una gran cacofonía este otoño con medidas de geometría variable decididas por los cantones, lo que causó bastante descontento. ¿Saldrá el federalismo ileso de esa crisis?
Estoy convencido de que no se trata de un fracaso del federalismo, aunque sea necesario revisar ciertos aspectos. El federalismo no solamente debe funcionar cuando hay buen tiempo, sino también cuando hay tormenta. Hubo a veces lentitud y una mala coordinación entre los diversos estratos del Estado. Se debe aprender para el futuro. Pero no se puede decir que los métodos utilizados en los países centralizados hayan sido mejores que los nuestros. Todos estamos comprometidos con el federalismo y la cohesión nacional; no vamos a arrojarlos a la basura a la primera crisis que se presente.
Usted desea precisamente hacer de la cohesión nacional el hilo conductor de su presidencia. ¿Qué va a hacer concretamente?
La cohesión es un cimiento esencial de nuestra sociedad. Debemos cuidarlo a toda costa. En Suiza tenemos diferentes culturas, diferentes idiomas, regiones montañosas, regiones de tierras bajas, zonas agrícolas y zonas urbanas.
Ciertas tensiones e incomprensiones han surgido en el curso de esta crisis. Durante mi año de presidencia, mi prioridad será explicar los fundamentos de las decisiones que tomamos a nivel del Consejo Federal y que tienen un impacto diferente según el lugar donde vive la gente. En el área de la comunicación, nos ha faltado un poco en los últimos meses.
«Lo que es realmente difícil con esta crisis es proporcionar a la gente y a los actores económicos previsibilidad. Eso engendra un descontento cada vez mayor con relación a las decisiones que tomamos, lo que entiendo muy bien»
La confianza en el Consejo Federal está en su punto más bajo según las encuestas. ¿Cómo pretende reconquistar el corazón de los suizos?
Lo que es realmente difícil con esta crisis es proporcionar a la gente y a los actores económicos previsibilidad. Eso engendra un descontento cada vez mayor con relación a las decisiones que tomamos, lo que entiendo muy bien. También siento cierto cansancio entre la población. La llegada de las vacunas debería ayudar a relajar la atmósfera y a volver gradualmente a la normalidad. Pero seamos claros: el daño ya está hecho, será duradero. Nuestro papel será minimizarlo y asegurarnos de que Suiza esté lista cuando llegue la recuperación.
La crisis ya le ha costado a la Confederación más de 30 000 millones de francos. Sin embargo, con un poco menos del 30% del PIB, la tasa de endeudamiento de Suiza es aún muy baja en comparación con los estándares internacionales. ¿No es hora de que el Estado juegue un papel más importante y desarrolle un plan de inversión para reimpulsar la economía?
Los economistas son casi unánimes: un plan de relanzamiento no tendría sentido por el momento. Los estímulos financieros y los miles de millones que se han puesto a disposición permiten a la máquina económica seguir funcionando y resistir las dificultades pasajeras.
Paralelamente, estamos invirtiendo fuertemente en el futuro. El Parlamento decidió en su última sesión conceder un crédito de 28 000 millones de francos para la investigación y la formación durante los próximos cuatro años. También se decidieron medidas de apoyo a la industria de exportación y a las PYMES que deseen invertir en proyectos de investigación y desarrollo.
La Confederación ha establecido un programa especial de promoción de la innovación por valor de 130 millones de francos para los próximos dos años. Esto significa que un total de 260 millones de francos se pondrán a disposición hasta el año 2024 para incitar a las empresas a invertir en la innovación, aliviándolas de parte de sus costos. El turismo, el deporte y el sector cultural también se beneficiarán con otros tipos específicos de apoyo.
¿Es la economía suiza lo suficientemente resiliente como para recuperarse rápidamente de la crisis o se prevén graves daños?
Los daños ya están hechos. Varían mucho según los sectores económicos. Dentro de una misma rama de actividad, la situación es muy desigual. Por ejemplo, la hotelería urbana está sufriendo mucho más que la de montaña.
Sin embargo, las últimas estadísticas muestran que la tasa de quiebras en 2020 fue menor que en años anteriores. Eso demuestra que el Estado ha intervenido de manera selectiva y eficaz, aunque pueda estar manteniendo las estructuras económicas vivas artificialmente.
La salida de la crisis dependerá del ritmo al que podamos vacunar a la población y recuperar el control de la epidemia. Creo que el mejor plan de recuperación es el que permite a la gente trabajar.
Usted pone mucha esperanza en la vacunación. Sin embargo, en comparación internacional, los suizos son particularmente escépticos acerca de la vacuna antiCOVID. ¿Va a vacunarse en público para dar ejemplo?
Evidentemente me voy a vacunar, y estoy dispuesto a hacerlo en medio de un estadio de fútbol si es necesario (risas). La vacunación es un acto cívico hacia las personas en riesgo y es la mejor manera de volver rápidamente a una cierta normalidad.
Por supuesto, los temores y cuestionamientos de parte de la población son legítimos. Las autoridades suizas demostrarán la máxima transparencia en los próximos meses, tanto sobre la composición y la eficacia de esta vacuna como sobre sus posibles efectos secundarios.
¿Qué lecciones ha aprendido personalmente de esta crisis?
Rápidamente lo experimenté de cerca y personalmente, con familiares afectados en diversos grados por el virus. Afortunadamente, nadie que yo conociera murió.
A mi llegada a la cabeza del Ministerio de Economía en 2019, algunos medios de comunicación habían dicho que un buen ministro de Economía es un ministro que no hace nada. A través de esta crisis, hemos demostrado con hechos que, sin una fuerte voluntad y una coordinación muy estrecha entre los ministros de Salud, Economía y Finanzas, no llegamos a ninguna parte. Esa es la gran lección que aprendí de esta crisis.
Sus palabras son un verdadero alegato a favor de un Estado fuerte, lo que no está realmente en línea con el credo liberal de su partido.
Una vez superada la crisis, debemos dejar que el genio empresarial de los suizos y el dinamismo de nuestras empresas recuperen el control. Durante la crisis me han impresionado las ideas y la extraordinaria capacidad de adaptación de muchos actores económicos. No sería prudente que el Estado siguiera apoyando ad aeternam estructuras que forzosamente deben evolucionar. El Estado no debe sustituir a los empresarios.
Guy Parmelin nació el 9 de noviembre de 1959. Es oriundo de Bursins, a orillas del lago Lemán, en el cantón de Vaud. Agricultor y viticultor, de formación, comenzó su carrera como político a una edad muy temprana, e hizo de la política su principal actividad. Tras un período como miembro de la legislatura de Vaud y como presidente de la UDC cantonal, se incorporó al Consejo Nacional (cámara baja) en 2003 y permaneció en él durante doce años, haciéndose notar como especialista en seguridad social.
En 2015, sucedió a Éveline Widmer-Schlumpf en el Consejo Federal. Considerado un hombre de diálogo, consensual y pragmático, pero sin mucho relieve, se le prefiere al joven economista brillante y multilingüe Thomas Aeschi, de Zug, licenciado en Harvard, del que se dice que es el protegido del líder de la UDC Christoph Blocher.
Tras su elección al Gobierno, Guy Parmelin encabeza el poco envidiado Ministerio de la Defensa y los Deportes. Hereda ciertos temas espinosos, como la desaparición de documentos relativos al ejército secreto de los P-26, pero también marca el terreno al aumentar el presupuesto militar. En enero de 2019, se hace cargo del Ministerio de Economía, Educación e Investigación (DEFR) y aporta un viento más conservador al dicasterio.
Como presidente de la Confederación, también deberá atender el acuerdo institucional con la UE, si tiene éxito. ¿Está dispuesto a poner su firma al final de este documento en Bruselas?
Antes de firmar ese acuerdo, las actuales negociaciones y discusiones deben ser completadas. El Consejo Federal tomará nota y luego decidirá el camino a seguir. Si ese es el caso, el presidente de la Confederación debería rubricar el documento.
Entonces usted estaría en desacuerdo con su partido, la UDC, que rechaza resueltamente ese acuerdo.
Todos en el Consejo Federal representamos los puntos de vista de un partido político. Pero luego se llevan a cabo discusiones, se toman decisiones y son apoyadas por todo el colegio. Eso se llama colegialidad. En este caso particular no será diferente.
¿Incluso si su partido le llama “medio consejero federal”, como fue el caso con Samuel Schmid, uno de sus predecesores?
Cada consejero federal [ministro] está sujeto a las críticas de su partido en un momento u otro. Es inherente a la vida política. Cuando uno es elegido para el Consejo Federal, conoce las reglas del juego. Si no quiere sujetarse a ellas, no debe presentarse a la elección.
«Nos preocupa el regreso al proteccionismo y a la lucha entre las grandes potencias. Organizaciones internacionales como la OMC están paralizadas. Eso no facilita las cosas para un país como el nuestro, que gana uno de cada dos francos exportando sus productos»
En el contexto geopolítico mundial, Suiza se encuentra aislada en la Guerra Fría que surge entre China y Estados Unidos. Con la elección de Joe Biden a la Casa Blanca, la Unión Europea podría acercarse a Washington. ¿Cómo debería posicionarse Suiza?
Suiza se esfuerza en facilitar al máximo el comercio internacional. Nos preocupa el regreso al proteccionismo y a la lucha entre las grandes potencias. Las organizaciones internacionales como la OMC (Organización Mundial del Comercio) están paralizadas. Eso no facilita las cosas para un país como el nuestro, que gana uno de cada dos francos exportando sus productos.
Por eso tratamos de ampliar nuestra red de acuerdos de libre comercio para permitir a nuestras empresas seguir exportando y así mantener puestos de trabajo en Suiza. Pero desearía ver una relajación de la situación internacional, porque eso es lo mejor que podría pasarle a todo el mundo.
Según un estudio reciente de la Universidad de Basilea, el Partido Comunista Chino tiene demasiada influencia en Suiza. Uno de sus representantes tiene estrechos vínculos con la Unión Suiza de Artes y Oficios (USAM). ¿No ha elegido Suiza el lado equivocado?
Suiza busca mantener buenas relaciones económicas con todos los países del mundo, siempre que se observen ciertas normas. En el marco del acuerdo de libre comercio que hemos firmado con China, un comité mixto se reúne regularmente para discutir los aspectos económicos y resolver los problemas de aplicación que puedan surgir. En paralelo, también mantenemos una serie de diálogos sobre cuestiones de seguridad y derechos humanos con China. Tenemos que trabajar en nuestros intereses comunes sin ser ingenuos. Cuando los acuerdos ya no son plenamente satisfactorios, siempre existe la posibilidad de renegociarlos para adaptarlos.
Traducido del francés por Marcela Águila Rubín
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