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Pascal Saint-Amans: “Suiza entendió que es mejor negociar que poner piedras en el camino”

Pascal Saint-Amans, director Fiscal de la OCDE, ha sido el principal "arquitecto" de la reforma fiscal internacional en los últimos 15 años. Patricia De Melo Moreira / AFP

El pueblo suizo aceptó la reforma que introduce un nuevo impuesto mínimo corporativo global promovido por la OCDE. Para Pascal Saint-Amans, quien fue líder de la iniciativa y director del Centro de Política y Administración Tributaria del organismo basado en París, es la culminación de años de lucha para frenar los abusos fiscales de las empresas.

La propuesta de un impuesto mínimo corporativo para las grandes empresas logró seducir a los suizos. Poco cuestionado, el proyecto impulsado por la OCDE y el G20 fue ampliamente respaldado durante la votación del domingo. Todas las multinacionales con una facturación anual superior a 750 millones de euros deberán pagar un impuesto mínimo del 15 por ciento.

Pascal Saint-Amans fue el líder negociador de este acuerdo fiscal corporativo que ya ha sido suscrito por 140 países. Las negociaciones con la Confederación fueron especialmente ríspidas.

swissinfo: Usted es el padre de esta reforma. ¿Le complace que un pueblo soberano la haya aceptado en una votación popular?

Pascal Saint-Amans: Saludo el hecho de que la comunidad internacional haya puesto en marcha este acuerdo, incluidos países como Suiza. Pese a su peculiar historia en materia de fiscalidad, la Confederación entendió claramente que era de su interés cooperar con otros países. Pero es la única nación cuyo pueblo ha votado una reforma de esta naturaleza. Estamos ante la culminación de 15 años de trabajo dedicado a construir reglas comunes.

¿La votación suiza a favor de la reforma es un buen augurio para su instrumentación?

En efecto, hemos alcanzado una masa crítica importante de países que han adoptado el impuesto mínimo obligatorio: los países del G7 y muchas naciones del G20, pero también Estados que han desarrollado parte de sus economías gracias a la competencia fiscal, como Suiza o los Emiratos Árabes Unidos. Así que incluso si Estados Unidos y China no apoyan la reforma, ésta tendrá un buen impacto. 

¿Es posible realmente prescindir de los Estados Unidos?

Sí, porque la reforma fue diseñada de tal forma que si un país no quiere jugar el juego, es posible exigir impuestos adicionales a otro país. Esto es, cuando una masa crítica de Estados ha instrumentado la reforma, el impuesto mínimo global puede aplicarse también a las empresas de los países que se rehusaron a aceptar la convocatoria.  Por ejemplo, Estados Unidos no adoptó la reforma. Pero las empresas estadounidenses que se benefician de regímenes fiscales inferiores al 15% porque están situando sus beneficios en sitios como las Bermudas, no tendrán que tributar una tasa mínima del 15% en Estados Unidos, pero sí en Europa, Japón y otros países suscriptores de la reforma.

Formado en la Escuela Nacional de Administración (ENA) de París, Pascal Saint-Amans trabajó para el Ministerio de Finanzas francés. En 2007, se sumó a las filas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En 2012, asumió el cargo de director del Centro de Política y Administración Tributaria, posición que dejó en octubre de 2022 para incorporarse a la Universidad de Lausana, donde encabeza la dirección del UNIL Centre for Tax Policy.

Durante muchos años, este alto funcionario encabezó una lucha contra las autoridades suizas para poner fin al secreto bancario. Ganó la partida cuando Suiza aprobó el intercambio automático de información bancaria en 2017. Ha sido también el arquitecto de una ambiciosa reforma fiscal internacional iniciada hace 15 años.

A lo largo de todo el proceso, Suiza peleó para evitar el aumento de la tasa mínima para las empresas. ¿Considera que la Confederación puso piedras en el camino de la reforma?

Suiza simplemente defendió sus intereses. Tiene una economía altamente desarrollada que se basa, en gran medida, en la existencia de regímenes fiscales muy atractivos. La Confederación tenía interés por limitar el impacto del impuesto mínimo global. Sin embargo, tras la extinción del secreto bancario entendió que otros países pueden implementar reformas sin Suiza, así que resulta mejor negociar, para poder influir, que poner piedras en el camino y bloquearlo todo.

En Suiza, el Partido Socialista y los sindicatos se opusieron a esta reforma argumentando que sólo beneficiaría a los cantones ricos del país, que son sede de muchas multinacionales. ¿Está de acuerdo con estas críticas?

Se trata de una crítica puramente suiza, sin relación con la reforma fiscal global. Es una cuestión de reasignación de fondos dentro de la Confederación. Por lo tanto, no tengo ningún comentario al respecto. La Confederación debe encontrar sus propios equilibrios en ejercicio pleno de su soberanía.

Pero estas mismas críticas se observan a nivel internacional. Esto es, la reforma es muy criticada por los países en desarrollo porque consideran que un impuesto mínimo corporativo global solo beneficiará a los países ricos. ¿Es así?

No, es falso. Los países en desarrollo están perdiendo una gran cantidad de ingresos fiscales al otorgar exenciones que buscan atraer la inversión. Es muy probable que los países en desarrollo pongan fin a estas exenciones, éstas tenderán a ir desapareciendo porque si los países en desarrollo no gravan a las multinacionales, habrá otros países que sí puedan cobrarles hasta un 15%. Creo que la crítica tiene que ver con que no se entiende suficientemente la mecánica (del impuesto mínimo).

Sin embargo, en los países del Sur, ricos en materias primas, el impuesto es generalmente más alto (25-35%). ¿Se beneficiarán realmente de una tasa impositiva mínima del 15%?

Sí, porque la reforma no solo grava al 15% las ganancias que obtiene una empresa en un país donde tiene actividades. Estos beneficios pueden ser gravados al 25% o más. Adicionalmente, las ganancias que obtenga una multinacional en el extranjero, que hasta ahora podían escapar al pago de impuestos, ya no estarán exentas.  

¿No existe el riesgo de que estos países se vean presionados a bajar sus tasas impositivas al umbral mínimo impuesto por la OCDE como afirman algunas oenegés?

No, no lo creo.

Los gigantes de la web están exentos de esta reforma hoy en día. ¿Cómo obligarlos a pagar?

No son una excepción a la reforma. Hasta ahora, sus ganancias habían estado sujetas a impuestos modestos. Tras la reforma, deberán pagar también un 15%. La pregunta que sigue en el aire es el sitio en donde deberán ubicar geográficamente sus ganancias. Éste es otro componente de la reforma llamado “pilar 1”, que prevé que al menos una cuarta parte de las ganancias de las empresas se registren en los países en donde están sus consumidores. Pero las negociaciones siguen en curso y progresan con lentitud.

¿Por qué esta parte de la reforma ha sido más difícil de implementar que el impuesto mínimo corporativo global?

El impuesto mínimo global solo requiere legislaciones internas basadas en un mismo modelo, como la que Suiza sometió a votación popular. Por lo tanto, basta consensuar un modelo y que los países lo pongan en marcha. En el caso del “pilar 1”, es necesario acordar el modelo, pero después hay que firmar un tratado multilateral que además debe ser ratificado por los Estados. Por ello, la dinámica política y legal no es la misma. Pero este acuerdo tendría que estar finalizado en julio.

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