Política exterior suiza: el fin de los privilegios
La neutralidad y las soluciones especiales han permitido durante muchos años a Suiza aumentar discretamente su prosperidad. Pero ahora el viento internacional ha cambiado.
Mientras Estados Unidos, Japón y la Comunidad Europea (CE) intentaban poner de rodillas al régimen del apartheid con sanciones económicas en 1986, la neutral Suiza seguía comerciando con Sudáfrica. A partir de 2007, cuando la ONU y Estados Unidos intentaron impedir que el régimen de los mulá iraníes construyera un arma nuclear imponiendo sanciones y un embargo de armas, Berna amplió sus relaciones comerciales con ese país. Y mientras Suiza ha apostado por más democracia y Estado de Derecho en los países del sur a través de la cooperación al desarrollo, los déspotas de dudosa reputación han seguido depositando sus fondos en cuentas bancarias suizas.
Con sus buenos oficios, su tradición humanitaria, su neutralidad y la Ginebra internacional, el país se ha perfilado durante décadas como un actor implicado, al tiempo que cultivaba discretamente sus propios intereses, a veces económicos, en un segundo plano. Al menos esa es la opinión de sus críticos (as).
La neutralidad, entendida como “hacemos negocios con todo el mundo sin preocuparnos por las sanciones”, ha sido -con la plaza financiera y las leyes fiscales- una de las razones por las que Suiza ha podido convertirse en el principal centro de comercio de materias primas del mundo, según Andreas Missbach, director de Alliance Sud, un grupo de trabajo de organizaciones no gubernamentales suizas.
Un contexto internacional más difícil
De acuerdo con Elisabeth Schneider-Schneiter, miembro del partido político Le Centre, Suiza disfrutó de muchos privilegios en el pasado gracias a su neutralidad. Pero “esos privilegios se están erosionando”.
Bajo la presión internacional -que emana, entre otros, de Estados Unidos- Berna ha reformado su centro financiero, ha abolido parcialmente el secreto bancario y ha introducido el intercambio automático de información en materia fiscal.
La difícil relación con la Unión Europea (UE) también refleja este cambio de mentalidad. En Bruselas se dice cada vez más que Suiza está “picoteando”. “Con los acuerdos bilaterales, Suiza pudo aprovechar plenamente el mercado interior europeo durante mucho tiempo sin tener que someterse a sus obligaciones”, explica Schneider-Schneiter. Eso se acabó, subraya.
Christine Badertscher, del partido Los (as) Verdes, confirma igualmente que el contexto internacional ha cambiado: “La UE ya no quiere conceder excepciones a Suiza”. Estima incluso que las tensas relaciones con la UE son actualmente el mayor peligro para la prosperidad del país.
La economía suiza no solamente se resiente de las complicadas relaciones bilaterales con Europa, sino también de la evolución en el continente. Por ejemplo, Suiza intenta paliar una reforma del mercado financiero de la UE a través del cabildeo. Esta reforma es una respuesta al Brexit, pero también podría afectar de manera significativa las actividades de gestión de fortunas de los bancos suizos, en particular alemanas.
La invasión de Ucrania por Rusia también ha contribuido a un cambio de actitud hacia Suiza. Por ejemplo, a algunos países europeos les irrita no poder transferir a Ucrania armas y municiones compradas en Suiza. Y aunque políticos (as) alemanes han amenazado con dejar de comprar material militar a Suiza, Berna se mantiene firme en su prohibición, invocando su neutralidad y una legislación nacional.
Ya es imposible burlar el radar
China, Rusia, Irán: los Estados autocráticos se mantienen unidos, incluso en la guerra de Rusia contra Ucrania. Algunos analistas hablan de una nueva formación de bloques y de una nueva Guerra Fría.
Según Patrick Dümmler, del grupo de reflexión empresarial Avenir Suisse, Berna no podrá evitar adoptar una postura: “más que nunca, y más de lo que quisiera”.
Suiza se ve y es vista como parte de la alianza occidental. Dümmler considera que ya no puede pasar bajo los radares y hacer negocios con todos. “Nuestra política económica exterior es observada por EE.UU. y la UE, y ellos esperan que los apoyemos”. Anteriormente, no existía esa presión. Suiza podía jugar su propio juego, pretendiendo siempre mantener su neutralidad.
Tarde o temprano las sanciones inciden en la prosperidad
En el caso de la guerra en Ucrania, Suiza, según su comunicado oficial, antepuso nobles ideales a su propia prosperidad y participó en las sanciones contra Rusia, tras algunas vacilaciones.
Pero ha estado bajo presión, afirma Dümmler. “Probablemente seguirá apoyando las sanciones, pues de lo contrario corre el riesgo de enfrentarse ella misma a contramedidas económicas”.
El director del Centro, Gerhard Pfister, declaró a los medios de comunicación que el país debe prepararse para un declive en la prosperidad. Sanciones y reacciones, interrupción de relaciones comerciales: todo ello tendrá repercusiones económicas.
Es probablemente este temor lo que generó opiniones divergentes en la administración federal sobre el tema de las sanciones. Si el Ministerio de Asuntos Exteriores quiere mantener buenas relaciones con sus principales socios comerciales, Suiza tiene que hacer concesiones a la UE y a EE.UU. de vez en cuando. Incluso sobre medidas como las sanciones que no redundan en beneficio de la economía.
La División de Prosperidad y Sostenibilidad del Ministerio de Exteriores fungió como mediadora interna. Según su directora, Alexandra Baumann, la prosperidad suiza no se ve directamente amenazada por las sanciones. En una entrevista concedida a swissinfo.ch, declaró: “Estamos comprometidos con un sistema financiero estable y las mejores relaciones posibles con el exterior”. La prosperidad se sustenta principalmente en condiciones marco estables.
Mientras que la pandemia, la crisis energética y la inflación han sacudido económicamente a otros países europeos y han provocado importantes convulsiones políticas, Suiza se mantiene sorprendentemente estable desde el punto de vista económico y político. En lugar de apostar a privilegios como su neutralidad y su estatus único en el centro de Europa, Berna puede apoyarse en otro activo: la estabilidad.
Editado por Balz Rigendinger
Adaptado del francés por Marcela Aguila Rubín
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