¿A dónde van los miles de millones del Banco Nacional Suizo?
En 2019, el Banco Nacional Suizo logró un beneficio de 49 000 millones de francos, el segundo más alto de su historia. Frente a una montaña de dinero, la institución decidió hacer una contribución más “generosa” a la Confederación y a los cantones.
Los resultados del Banco Nacional SuizoEnlace externo (BNS) obedecen principalmente al buen desempeño de los mercados de capital, divisas y oro en el 2019. Aprovechando entre otras cosas del fuerte avance del mercado accionario global, el banco central obtuvo un beneficio de 40 000 millones de francos en valores de divisas, mientras que una ganancia de casi 7 000 millones se debió al aumento del precio del metal amarillo. El BNS anunció este jueves (09.01.20) un beneficio total de 49 mil millones de CHF para el año que acaba de terminar. Las cifras definitivas serán anunciadas en marzo.
¿Por qué el BNS ha tenido excedentes tan altos durante algunos años?
En 2008, muchos gobiernos demostraron no estar preparados y carecer de los recursos necesarios para hacer frente a la grave crisis financiera que había estallado a nivel internacional. Desde entonces, diversos bancos centrales, comenzando por los americanos y los europeos, empezaron a intervenir mucho más activamente en los mercados para evitar el colapso del sistema financiero y de las propias economías.
Una política seguida también por el BNS que en 2008 puso sobre la mesa más de 50 000 millones de francos para salvar al UBS, y en los años siguientes intervino continuamente en los mercados de divisas para evitar una apreciación excesiva del franco. Para ello, el BNS tuvo que aumentar masivamente sus reservas de divisas, que pasaron de 80 a 800 000 millones de francos en una década. Una suma que incluso supera el PIB suizo anual.
El fuerte crecimiento de las reservas del BNS en los últimos años ha dado lugar a ganancias mucho más altas, pero también a pérdidas mucho más importantes.
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¿Entre quiénes se reparten los benefician del banco central?
La distribución de los beneficios se rige por un acuerdo entre el Ministerio de Finanzas y el BNS. Para el período 2016-20, este acuerdo prevé atribuir al menos 1 000 millones al año a la Confederación (1/3) y a los cantones (2/3) si la reserva para futura distribución presenta un saldo positivo. Este importe se incrementará a 2 000 millones si la reserva supera los 20 000 millones. Bajo esta regla, la Confederación y los cantones casi siempre reciben dinero, incluso en los años en que el BNS registra pérdidas. Hasta ahora, solamente el ejercicio de 2013 ha sido una excepción.
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Constituido bajo la forma de una sociedad anónima, el BNS destina también parte de sus ganancias a sus accionistas. Dado que el banco central tiene un mandato de derecho público, el dividendo a los accionistas está legalmente limitado al 6% del capital social, dividido en 100 000 acciones. La mitad está en manos de los cantones, bancos cantonales y otros organismos de derecho público.
¿Por qué el BNS ha decidido ahora una contribución más generosa?
El banco central ha indicado que la reserva para futuras distribuciones de beneficios alcanzó un nivel récord de 86 000 millones de francos, lo que permite destinar a la Confederación y a los cantones una contribución adicional, aún no especificada, que se agrega a los 2 000 millones convencionales. Con esta decisión, el BNS tiene en cuenta, en cierta medida, las crecientes críticas formuladas en los últimos años por sectores políticos, sindicatos y cantones.
De acuerdo con la Constitución suiza, el BNS debe seguir una política monetaria de interés general para el país y no a lograr y distribuir beneficios. Además, la independencia del banco central es reconocida por todos los principales partidos. Pero en los últimos años, con el espectacular crecimiento de las reservas de divisas y de los beneficios, la presión para una distribución más generosa ha aumentado.
Los sindicatos piden, por ejemplo, que una parte de los beneficios sea utilizada para sanear el Seguro de Vejez y Supervivencia (AVS AHV) o aumentar las rentas de los fondos de pensiones, que son penalizadas por la política de tasas de interés negativo del propio BNS desde hace cinco años. “¿Cómo explicarle a la gente que tiene que apretarse el cinturón cada vez más, con un debilitamiento de las pensiones, cuando el BNS no sabe qué hacer con sus miles de millones de beneficios?”, preguntó recientemente el presidente de la Unión Sindical Suiza, Pierre-Yves Maillard.
Hace apenas unas semanas, el presidente del banco central, Thomas Jordan, había rechazado categóricamente estas peticiones, afirmando entre otras cosas que “sería peligroso mezclar la política monetaria y la política social. Sería perjudicial para el buen funcionamiento del BNS, ya que lo pondría bajo una presión inútil”.
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Deuda pública: los suizos, campeones del ahorro en Europa
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“Suiza va hacia la bancarrota”, anunciaba el semanario ‘Facts’ en 1997, después de producirse una serie de cifras deficitarias de unos miles de millones de francos en las arcas estatales. La revista fue la que quebró unos años más tarde, mientras que las finanzas púbicas helvéticas se portan bien actualmente, o, mejor dicho, se portan muy bien, como es el caso de Noruega, donde los ingresos del petróleo alimentas sus recetas fiscales. Suiza, incluso, ha sido el único país europeo en haber disminuido su deuda pública luego del inicio de la gran crisis financiera y económica del 2007. Y esto, sin renunciar a la realización de infraestructuras costosas, como el nuevo túnel ferroviario de base del San Gotardo – el más largo del mundo – inaugurado el 1° de junio de este 2016.
Fuera de la Unión Europea (UE), Suiza forma parte de los raros países europeos que responden desde el inicio a los “criterios de convergencia” del Tratado de Maastricht, que colocó las bases de la unión económica y monetaria de la UE y la creación del euro. Los países candidatos a adherirse a la moneda única debían empeñarse, en particular, en contener la deuda pública por debajo del 60% del Producto Interno Bruto (PIB).
Ya al momento de su adhesión al euro, ciertos Estados no respetaron ese criterio: Grecia, 107%; Italia, 109%; Bélgica, 114%. Con la crisis financiera y económica, diversos países europeos se vieron obligados a aumentar fuertemente sus inyecciones financieras para apoyar al sector bancario y relanzar la coyuntura. Hoy, la deuda pública de las principales economías de la zona euro, y también del Reino Unidos, rebasa el 60%.
Las finanzas públicas suizas pudieron, al contrario, gozar de una solidez económica inesperada, que permitió mantener un buen balance fiscal. La economía helvética, que registró una contracción solo en 2009, salió rápidamente de la crisis internacional: el consumo aumentó, las exportaciones no sufrieron frenos notorios, pese a la disminución de la demanda de los mercados de la UE, y la tasa de paro se mantuvo entre el 3 y el 4%.
La Banca Nacional Suiza (BNS) jugó, por su parte, un papel importante, participando en la salvaguardia del banco UBS, y contribuyendo por varios años a evitar el aumento en la apreciación del franco frente al euro. Suiza se vio favorecida por el hecho de que los gastos estatales registraron una baja histórica con respecto al PIB, una diferencia de lo que ocurrió con otros países europeos, imposibilitados a seguirle el paso, a causa de un pesado aparato administrativo y de empresas públicas.
Pero también determinante para el buen estado de salud de los haberes públicos fue el “freno a la deuda”, un mecanismo introducido en 2003 por la Confederación (gobierno) para evitar desequilibrios estructurales de las finanzas federales e impedir un aumento de la deuda, como ocurrió en la década de los Noventas. Este mecanismo busca el reequilibrio de los ingresos y egresos en el arco de un ciclo coyuntural: en los años de desaceleración económica se producen déficits limitados, mientras que en los años de alta coyuntura deben conseguirse excedentes. Modelos análogos fueron introducidos también en muchos cantones suizos.
El freno al endeudamiento permitió reestablecer rápidamente el equilibro de las finanzas públicas: la deuda total (administración pública y seguridad social) pasó así del 50,7% en 2003 al 33,1% en 2015. En el último decenio, con una sola excepción en 2014, las cuentas de la Confederación registraron sistemáticamente utilidades de miles de millones de francos. Un resultado prácticamente único a escala europea.
La recuperación financiera es un objetivo de todas las fuerzas políticas, ya que además de permitir reducir los gastos relacionados con el pago de intereses de la deuda, también refuerza la resistencia de Suiza ante nuevas crisis. Para algunos partidos – y para diversos economistas – la política del ahorro ha llegado al exceso: en el último decenio la Confederación consiguió incluso excedentes en años de desaceleración coyuntural. Y, pese a estas utilidades, el gobierno presenta cada año nuevos planes para reducir el gasto público. Según la izquierda, las fuentes financieras de la Confederación deberían ser empleadas principalmente para reforzar el Estado social y para sostener la economía y la creación de puestos laborales en tiempos de baja coyuntura. Para los partidos de centro y de derecha, la economía no requiere apoyos estatales, pero si de aligerar más la política de gravámenes fiscales.
A pesar del buen funcionamiento de las finanzas federales, la política financiera figura desde hace años entre los temas más combatidos en el Legislativo. Es el caso también este año. En el marco de la nueva reforma sobre la imposición tributaria a las empresas, la mayoría del centro y la derecha en el parlamento ha aprobado una serie de aligeramientos de orden fiscal a la iniciativa privada de miles de millones de francos. Esta reforma representa un ataque contra los fondos del Estado, considera la izquierda, que tiene la intención de lanzar un referéndum en contra de estas modificaciones. Entre tanto, el ministro de Finanzas, Ueli Maurer, ya ha anunciado tres planes de ahorro para los próximos años, que afectan, en particular, a los presupuestos de la previsión social, la formación y la ayuda exterior. Pero no serán tocadas las carteras de la defensa nacional, la agricultura y los transportes viales. Asuntos que también son objeto de una gran batalla entre los partidos.
Come gli altri paesi europei, anche la Svizzera è chiamata ad affrontare ben presto due fattori che rischiano di gravare pesantemente sulla spesa pubblica: l’invecchiamento della popolazione e l’esplosione dei costi della salute. Nei prossimi 30 anni saranno necessari 150 miliardi di franchi per finanziare le spese legate all’evoluzione demografica, avverte il nuovo rapporto del Dipartimento federale delle finanze sulle Prospettive a lungo termine delle finanze pubbliche. Senza misure di risparmio o di aumento del gettito fiscale, il debito pubblico salirà al 59% del PIL entro il 2045.
Le riforme dell’assicurazione malattia e della previdenza sociale sono però in cantiere da quasi una ventina d’anni e finora i partiti non sono riusciti a raggiungere un compromesso. Una soluzione dovrà però essere trovata ben presto, poiché l’evoluzione demografica si prospetta come una bomba ad orologeria che minaccia di far esplodere l’equilibrio delle finanze pubbliche.
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