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Prensa suiza pone en tela de juicio vigilancia de los bancos

El HSBC Ginebra nuevamente bajo los reflectores de los medios de comunicación. AFP

¿Fallaron los controles? ¿Se aprendió la lección de un pasado poco glorioso? Tras las revelaciones sobre el ejercicio de dos años del banco HSBC en Ginebra, con el ingreso de decenas de millones de francos de dinero sustraído al fisco e incluso derivado del crimen, la prensa suiza se interroga sobre la eficacia de las leyes destinadas a prevenir ese tipo de prácticas.

La ofensiva mediática comenzó el domingo. Bajo la bandera de SwissLeaks,Enlace externo más de 40 periódicos de todo el mundo (incluidos los suizos ‘Tages-Anzeiger’, ‘Bund’, ‘SonntagsZeitung’, ‘Le Matin Dimanche’, ‘L’Hebdo’ y ‘Le Temps’) publican una serie de artículos con base en los datos robados en 2008 por el informático Hervé Falciani a la sucursal de Ginebra del banco británico HSBC.

En su edición del lunes, ‘Le Temps’ explica su participación en la operación periodística tras “el caso, totalmente rocambolesco, del informante que inicialmente trató de vender sus archivos y ahora espera ser juzgado en Suiza”, y que revela “el  comportamiento pasado de un gran establecimiento”.

Ciertamente, señala el diario francófono, “los nombres que figuran en los archivos de Falciani, en su mayoría, no tienen interés alguno. Tener una cuenta en un banco en Suiza ha sido durante mucho tiempo una forma de protegerse de la inestabilidad económica e incluso de la persecución. Pero muchos de los clientes ponían también sus haberes bajo la protección del secreto bancario para evitar el pago de impuestos u ocultar comportamientos criminales”.

“Y desde este punto de vista -escribe ‘Le Temps’-, el mundo ha cambiado desde 2008. Los bancos se sanearon y Suiza se prepara para el intercambio automático de información en 2018”.

¡Vivan las fugas!

¿Quiere decir: “¡Circule, no hay nada qué ver!?, inquieren los cotidianos de  Neuchâtel ‘L’Express / L’impartial’ y ‘Le Nouvelliste’, del Valais. “No tan rápido. En el caso Falciani, la justicia no ha perdido tiempo. Inculpó al fugitivo, mientras que la FINMA (gendarme suizo de las finanzas) sermoneó al banco por su falta de vigilancia informática. Pero en el campo de la evasión: ¡Nada! Sanción cero”.

Para esos periódicos, “una adaptación pragmática con el clima existente no es una revolución cultural. Falta probar que los banqueros suizos han cambiado. Mientras tanto, ¡vivan las fugas!”.

“Con ‘SwissLeaks’, el HSBC recibe un nuevo golpe de bambú en la cabeza. Sin embargo, el establecimiento emblemático de la globalización de los mercados parece mantenerse de mármol, una oleada tras otra”, se sorprenden ‘24 Heures’ y ‘La Tribune de Genève’.

Ambos cotidianos de expresión francesa recuerdan que en 2012, la investigación del senador estadounidense Carl Levin reveló “que cuentas del poderoso banco albergaban fondos de narcotraficantes, financieros dudosos o potentados. ¡Peor, el HSBC es acusado de complicidad en el lavado de dinero! La  presión estadounidense es fuerte: el 11 de diciembre de 2012, el gigante paga una multa de 1 920 millones de dólares. Y en octubre del mismo año, en Ginebra, el banco resulta nuevamente salpicado por un escándalo de lavado de dinero vinculado con un extenso tráfico de cannabis”.

“Hoy, su pasado lo atrapa nuevamente. Puede creerse que HSBC Ginebra no encontró nunca un Hércules capaz de limpiar sus instalaciones, como el héroe de la Antigüedad había hecho con las de Augías”, lamentan ‘24 Heures’ y ‘La Tribune de Genève’

Controles deficientes

El ‘Bund’ de Berna, cuyos periodistas analizan los datos, manifiesta su sorpresa sobre la escala en la que HSBC habría aceptado dinero “de personas relacionadas con los diamantes de la sangre o el tráfico de armas, o de drogas, así como con la financiación del terrorismo”. Suiza dispone, sin embargo, desde 1998, de una legislación considerada severa contra el lavado de dinero de origen criminal. En el caso del HSBC, por lo tanto, “los controles son claramente un rotundo fracaso”, dice el periódico.

El ‘Tages Anzeiger’, de Zúrich, recuerda que se suponía que el banco “sometía a su clientela a un examen minucioso”. Las revelaciones de los documentos de Falciani despiertan serias dudas sobre “la rapidez y la eficacia de las autoridades suizas en la aplicación de la legislación contra el blanqueo de dinero y sobre la seriedad con la que los bancos han tratado las prescripciones legales”.

En cuanto a si HSBC, con su cultura de ganancias elevadas, ha actuado de manera más audaz y menos prudente que otras instituciones, el ‘Tages Anzeiger’ reconoce no saber nada, “porque no ha habido un Hervé Falciani en los otros bancos privados”.

“Sensacionalismo”

Y entre los medios de comunicación que no han tenido acceso a los datos de ‘SwissLeaks’, hay algunos que critican la operación periodística. El ‘Basler Zeitung’ alude a sus colegas como “jueces y verdugos”, adeptos a “un periodismo sensacionalista”.

Redactora jefe de la revista ‘Bilan’, Myret Zaki considera la operación como una “investigación ordenada, cuando sabemos que los periodistas no obtuvieron por sí mismos las informaciones, sino que fueron entregadas en las oficinas del periódico ‘Le Monde’ por enviados del gobierno francés”.

“Este nuevo estándar de la investigación periodística revela una paradoja: mientras que las verdaderas investigaciones, iniciadas por periodistas de investigación son menos frecuentes, las fugas masivas de datos, bien organizadas, con equipos de periodistas específicos, toman el relevo y se institucionalizan”, anota Myret Zaki.

Admite empero que “los datos del HSBC de 2006-2007 demuestran un avanzado laxismo en materia de lucha contra el lavado de dinero”.

Verdaderas preguntas

Sin embargo, las preguntas planteadas por ‘SwissLeaks’ son válidas, y la periodista de ‘Bilan’ coincide: “En ningún momento, Suiza consideró oportuno abrir una investigación. Es cierto que las condenas por lavado de dinero en Suiza, como en otras partes del mundo, son ridículamente raras y que el discurso sobre la severidad de la lucha contra el lavado de dinero es ridículamente sobrevalorado. Cada año, montos del orden de 1,6 billones de dólares son lavados en bancos (cifras de 2009 de Naciones Unidas), la mayoría de los cuales pasa por los principales centros financieros”.

Traducido del francés por Marcela Águila Rubín

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