Relojería suiza: ocho cosas que hay que saber
La relojería, a pesar de haberse visto afectada duramente por la crisis del coronavirus, sigue siendo el símbolo del saber hacer y de la precisión Made in Switzerland. swissinfo.ch le invita a descubrir esta joya industrial que Suiza exporta al mundo entero.
Suiza produce poco más de 20 millones de relojes al año, es decir, algo más del 2% del total de todos los relojes fabricados en el mundo. Sin embargo, en términos de valor ocupa más del 50% del mercado mundial de relojes, con un volumen de negocio estimado para todas las marcas en más de 50 000 millones de francos (valor de las ventas al por menor).
En los segmentos de gama media y alta, Suiza solo deja unas migajas a sus competidores franceses o alemanes, ya que más del 95% de los relojes que se venden a más de 1 000 francos se producen en el país alpino.
El precio medio de los relojes suizos exportados no ha dejado de aumentar en los últimos años, para alcanzar ahora casi los 1 000 dólares. Una cifra que hay que mulitiplicar por dos o tres para hacerse una idea del precio medio que paga el cliente que porta el codiciado objeto en su muñeca.
La relojería suiza se enfrenta a un fenómeno que preocupa a muchos especialistas: el drástico descenso del número de relojes producidos. En 2019, los relojeros suizos exportaron casi diez millones de relojes menos que en 2016. Y se espera que, como consecuencia de la crisis del coronavirus, en 2020 la industria relojera suiza solo venda 14 millones de relojes. Estas cifras devuelven a la industria a los volúmenes de venta de los años 40.
Más allá de las dificultades coyunturales, la industria relojera se enfrenta a verdaderos retos estructurales. El primero de ellos es la competencia de los relojes inteligentes, y en particular del Apple Watch, que está asestando un duro golpe a los relojes Swiss Made activos en el segmento de entrada (menos de 200 francos). La marca de la manzana por sí sola en 2019 vendió más relojes que toda la industria relojera suiza junta. Y eso a pesar de que ha empezado a vender relojes hace solo cinco años.
La primera marca afectada ha sido la famosa Swatch, que (según estimaciones de la RTS) solo produce entre 3 y 7 millones de piezas al año, frente a los casi entre 15 y 20 millones que producía en sus mejores años (1990). Igual que Mondaine, Festina, Victorinox o Raymond Weil (otras marcas de gama baja) también se ha visto afectada por la entrada en vigor en 2017 de una reglamentación más estricta para obtener la etiqueta Swiss Made (fabricado en Suiza). Estas empresas, obligadas a pedir más componentes en Suiza –y por tanto, a aumentar sus precios– han visto caer su volumen de ventas en varios cientos de miles de unidades.
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El ‘Swiss Made’ genera miles de millones a la relojería
“Si a los 50 no tienes un Rolex, es porque te has perdido la vida”. Esta famosa frase del publicista francés Jacques Séguéla tiene más de diez años, pero sigue ilustrando perfectamente la dimensión simbólica que ha adquirido la marca con la corona en el mundo del lujo. Los Rolex aparecen en las muñecas de las personalidades más famosas: desde Roger Federer hasta Brad Pitt, pasando por Donald Trump y Jay-Z, el marido de Beyoncé. Y es también la marca de relojes suizos más vendida en el mundo.
En 2019 su volumen de negocios superó los 5 000 millones de francos, según estimaciones del banco estadounidense Morgan Stanley y de la consultora suiza LuxeConsult. Y es que, aunque Rolex goza de una notoriedad sin parangón en todos los rincones del planeta, la empresa es totalmente discreta sobre la marcha de sus negocios. Controlada por la Fundación de la Familia Wilsdorf, creadora de la marca, Rolex no cotiza en bolsa y sus títulos no son negociables. Por lo que la marca con sede en Ginebra puede controlar su comunicación como quiera, fuera de las normas de transparencia del mercado bursatil.
Si bien es verdad que casi 350 marcas afirman tener la etiqueta Swiss Made, no todas juegan en la misma liga. El 50% del pastel de la relojería se lo reparten entre las cinco marcas más poderosas. Detrás de la intocable Rolex están Omega (Swatch Group, 2 340 millones), Longines (Swatch Group, 1 650 millones), Cartier (Richemont, 1 594 millones) y Patek Philippe (1 350 millones). Este hermético club de multimillonarios lo completan Tissot (Swatch Group, 1 050 millones) y Audemars Piguet (1 030 millones).
Junto a las marcas independientes que van bien –Rolex, Patek Philippe, Audemars Piguet y Richard Mille– hay tres grandes grupos que dominan el mercado relojero suizo:
– Swatch GroupEnlace externo, número uno mundial en el sector de la relojería, cotiza en la bolsa suiza, aunque la familia Hayek y sus allegados controlan alrededor del 40% del capital
– RichemontEnlace externo, creado por el sudafricano Johann Rupert, cotiza en las bolsas de valores de Suiza y Sudáfrica
– LVMHEnlace externo, dirigido por el francés Bernard Arnault, el principal grupo mundial del lujo, tiene su sede y cotiza en París
La relojería representa alrededor del 1,5% del producto interior bruto (PIB) de Suiza. Es la tercera industria en exportaciones del país, después de la industria química y farmacéutica y del sector de la máquina herramienta. Sus empresas se implantan, sobre todo, en los cantones de Neuchâtel, Berna, Ginebra, Soleura, Jura y Vaud, donde generan más del 90% del valor añadido del sector.
En estas regiones, la industria relojera es una fuente de empleo importante: las 700 empresas activas en el sector emplean a casi 60 000 personas. Si a ello añadimos los empleos indirectos vinculados al sector, se estima que más de 100 000 puestos de trabajo en Suiza dependen de la industria relojera.
Los salarios de los empleados en el sector, sin embargo, hacen soñar mucho menos que los relojes que producen. En 2018, el salario medio en la industria relojera apenas superaba los 5 400 francos mensuales, es decir, 1 000 francos menos que el sueldo medio de los trabajadores del país.
La industria relojera alcanzó su pico de producción a finales de los años 60 del siglo pasado con casi 90 000 empleos y 1 500 empresas. A principios de la década de los 70, los relojes asiáticos de cuarzo pusieron el mercado patas arriba y sumieron a la relojería suiza en una profunda crisis. A mediados de la década de 1980, en las 500 o 600 empresas que sobrevivieron a esta crisis, solo trabajaban 30 000 personas.
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El reloj de cuarzo sopla 50 velas
La relojería suiza volvió entonces a la producción de modelos en masa, en particular de relojes Swatch. Y después, a partir de 2000, gracias al interés exponencial mostrado hacia los modelos de lujo sobre todo en los países emergentes. En 2019, la relojería suiza superó los 21 000 millones de francos de exportaciones.
El coronavirus, sin embargo, ha asestado un golpe brutal al buen funcionamiento de esta industria. La Federación de la Industria Relojera Suiza (FH) prevé que en 2020 las exportaciones caígan entre el 25 y el 30% y se supone que será la peor crisis económica de la historia del sector.
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La COVID-19 hace que los relojes suizos se detengan
En los anuncios de relojes se siguen utilizando las imágenes tradicionales del relojero del Jura, con su lupa, inclinado sobre su banco de trabajo. La realidad, no obstante, es bastante menos bucólica. Desde la década de 1960 la industria relojera suiza ha recurrido a la mano de obra extranjera barata para mantener sus fábricas en funcionamiento. En aquella época (1960), para realizar trabajos repetitivos en las cadenas de montaje, contrataba sobre todo a mujeres italianas.
Hoy en día, los trabajadores transfronterizos, en particular en los cantones del arco del Jura, la cuna histórica de la industria, son quienes aseguran el buen funcionamiento de la industria relojera. Estos empleados ocupan de media uno de cada tres puestos de trabajo. Una proporción que, en las fábricas situadas en las inmediaciones de la frontera francesa o italiana, se eleva a veces a más del 80%.
Por otra parte, históricamente la relojería suiza debe su existencia a los extranjeros, en este caso a los hugonotes franceses (protestantes) que huyeron de su país después de que en 1685 Luis XIV revocara el Edicto de Nantes.
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La mano de obra extranjera, pilar de la relojería suiza
A finales de los años 2000, la apertura progresiva del mercado chino supuso un gran impulso para las exportaciones de relojes suizos al Lejano Oriente. Desde entonces el valor de las exportaciones de relojes a China se ha multiplicado por 100. Incluyendo el turismo de compras, se estima que alrededor de uno de cada dos relojes de lujo Swiss Made vendidos en el mundo lo compra un cliente chino.
Aunque en los últimos años la desaceleración económica de China, la campaña anticorrupción dirigida por Xi Jinping –los relojes son un regalo muy apreciado por los funcionarios del régimen– y los disturbios políticos en Hong Kong han perturbado un poco la luna de miel de los relojeros suizos con China.
Traducción del francés: Lupe Calvo
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