Rubik, un modelo caduco
El modelo del impuesto liberatorio ‘Rubik’, que Suiza consideró durante mucho tiempo como su mejor ‘escudo’, ya no constituye una alternativa al intercambio automático de información. Pero el esquema que la OCDE adoptará en 2014 no soluciona los problemas heredados del pasado.
La feminista Alice Schwarzer; Ueli Hoeness, presidente del Bayern de Múnich, y otros 25.000 ciudadanos alemanes figuraban en la lista de defraudadores del fisco que tenían cuentas no declaradas en Suiza. La mayoría optó por confesar su situación a las autoridades fiscales alemanas.
El gesto no fue espontáneo. La noticia de que varios CD con información confidencial habían sido robados a la banca helvética, las espectaculares y mediáticas detenciones de algunos personajes públicos, el temor a ser descubiertos y la puesta en marcha de un programa nacional que ofrece inmunidad a quien denuncie voluntariamente su situación irregular han obrado eficazmente.
Muchos alemanes decidieron poner orden en su pasado, lo que permitió al fisco germano recuperar ingresos por 3.500 millones de euros. Una exitosa estrategia que ayudó también a apaciguar la disputa fiscal que tenían Berlín y Berna desde 2009.
Estos buenos resultados alemanes inspiraron a Francia a poner en marcha, en junio de 2013, un programa que también garantiza la inmunidad de los evasores y les concede rebajas sobre su adeudo fiscal si se presentan voluntariamente. Un esquema que han aprovechado ya 11.000 personas.
Ante la intensa presión internacional contra el secreto bancario y los delitos fiscales, Suiza decidió hace unos años elaborar un modelo de imposición en origen con un efecto liberatorio para los clientes extranjeros de los bancos suizos.
Se trata de una suerte de impuesto retenido en la fuente que grava las ganancias generadas por los capitales invertidos en Suiza. La tasa impositiva la fija cada gobierno extranjero, pero en todos los casos se garantiza el anonimato del cliente.
Suiza se compromete a retener el impuesto y a transferirlo a los otros Estados. El contribuyente conserva su identidad en secreto, cumple con sus obligaciones fiscales y queda relevado de cualquier otra obligación tributaria relativa a estos fondos, de ahí el nombre de impuesto liberatorio.
Suiza logró pactos de este tipo con Austria y Reino Unido que entraron en vigor el 1 de enero de 2013.
También concluyó un acuerdo Rubik –como también se denomina este esquema- con Alemania, pero la cámara alta del Parlamento germano (Bundesrat) lo rechazó en diciembre de 2012. Y también Francia rehusó un acuerdo de este tipo.
Berna deseaba un acuerdo para aplicar un impuesto liberatorio con Italia, Grecia y España. Las discusiones de OCDE para establecer un estándar de intercambio automático de información frenaron las negociaciones.
Conflicto con Italia
El pasado 31 de enero, Italia aprobó una amnistía fiscal parcial que permite a sus ciudadanos regularizar fondos no declarados, pero sin exonerarlos por completo del pago de multas o de las sanciones penales que ameritan.
El nuevo decreto prevé castigos más severos para los italianos con cuentas opacas en Suiza que para quienes ocultaron su dinero en países de la Unión Europea (UE).
A quienes decidan repatriar los fondos, o transferirlos a un país de la UE, se les rebajará un 50% la multa y recibirán un trato más benévolo de la justicia. Aquellos que declaren voluntariamente y decidan conservar sus haberes en Suiza –que comenzarían a ser fiscalizados en lo sucesivo- solo tendrán un descuento del 25% en la multa.
El acuerdo Rubik, que hasta hace un año parecía la mejor opción para ahuyentar el fantasma del intercambio automático de información mientras se preservaba el secreto bancario, ya es cosa del pasado.
Mario Tuor, portavoz de la Secretaría de Estado de Asuntos Financieros Internacionales (SIF), afirma que “todas las señales a nivel internacional se dirigen hacia el intercambio automático de información, lo que valdrá para todas las plazas financieras; razón por la que Suiza ya no tiene intención de seguir promoviendo activamente este esquema”.
Tuor advierte, no obstante, que dado que Suiza no ha terminado de resolver algunas disputas fiscales del pasado, Berna sigue interesada en buscar soluciones basadas en un impuesto retenido en la fuente.
Suiza, un largo camino
La hoja de ruta de la OCDE es tan ambiciosa como contundente. Un nuevo modelo de intercambio automático de información se presenta el 22 de febrero ante los ministros del G-20 en Sídney. El cumplimiento de estas reglas será obligatorio a partir de septiembre.
Como país miembro de la OCDE, Suiza ha participado en la elaboración del acuerdo marco y ha expresado sus demandas. Las más relevantes son: asegurar un compromiso recíproco en el intercambio de datos (que no sea solo Suiza quien entregue información sin recibir nada a cambio, como sucede hoy con Estados Unidos), el cumplimiento de estándares mínimos de seguridad (que se garantice la protección de datos), y que las reglas sean las mismas para todos.
Según algunos observadores, países como Alemania, Reino Unido o Estados Unidos podrían adoptar los nuevos estándares a partir de 2015. Suiza, en cambio, tiene frente a sí un largo camino, ya que deberá realizar una consulta interna, un debate parlamentario y, eventualmente, a una votación popular.
Suiza no puede rehusarse a aplicar las nuevas disposiciones pues rechazarlas le conduciría de nuevo a la lista negra de la OCDE. Los bancos suizos deberán transmitir información sobre sus clientes extranjeros a las autoridades fiscales helvéticas, que a su vez la reenviarán a otros gobiernos. Y ya con este sistema en marcha será cada vez más difícil que un contribuyente escape al fisco.
El intercambio automático de información cambiará la forma de luchar contra el fraude fiscal en el mundo.
Para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se trata ante todo de la continuación del modelo de intercambio de información sobre demanda.
El Comité de Asuntos Fiscales de la OCDE, del que Suiza es miembro, estableció nuevos estándares de intercambio automático de datos confidenciales que serán presentados los días 22 y 23 de febrero en Sídney, en el marco de la reunión ministerial del G20.
Dicho Comité aprobará en junio próximo la versión definitiva de este modelo y los miembros del G20 lo avalarán previsiblemente en septiembre.
Dado que Suiza atravesará un largo proceso interno antes de adoptar las nuevas reglas de la OCDE, Berna ha decidido dar una muestra de su voluntad de cambio. Este miércoles (19.02) anunció que prepara un proyecto para inscribir unilateralmente la norma de la OCDE -en materia de evasión fiscal- en todos los convenios para evitar la doble imposición (CDI) que aún no renegocia.
Con esta concesión, Suiza sigue el ejemplo de Singapur y Bélgica, circunscripciones que hicieron lo propio y que también fueron incluidas en la lista negra de la OCDE.
Sobre el intercambio automático de información, uno de los problemas que enfrenta el modelo es que mira al futuro, pero no fija ninguna regla para resolver los problemas de evasión del pasado, que son numerosos en Europa y que cada país está intentando arreglar con estrategias completamente distintas.
El modelo mira al futuro, pero no fija reglas para resolver los problemas de evasión del pasado, que son numerosos en Europa y que cada país está intentando arreglar con estrategias completamente distintas.
Clientes bajo presión
La Asociación Suiza de Banqueros (ASB) ha asumido que debe ceñirse a reglas a las que se resistía aún en 2013. “Todas las señales van en esta dirección, así que nos disponemos a cumplir con estándares que tendrán validez a escala mundial”, afirma Thomas Sutter, su portavoz.
No obstante, advierte que Suiza aún debe hallar una solución a los problemas fiscales que arrastra del pasado con países defensores del intercambio automático de información. “Debe encontrarse una solución sencilla y justa que no prevea sanciones penales para quienes hayan cometido evasión fiscal simple”.
El objetivo de la plaza financiera suiza es que el mayor número de clientes regularicen voluntariamente su situación antes de que entre en vigor el nuevo sistema de la OCDE, así que están invitando a la gente a acercarse a las autoridades fiscales de su país antes de que llegue la fecha límite.
Algunos bancos suizos incluso han puesto un ultimátum a sus clientes concediéndoles un plazo para regularizar su situación y advirtiéndoles que, de lo contrario, sus cuentas serán canceladas.
Thomas Sutter señala que Alemania ha puesto en marcha una estrategia que debería servir como modelo a toda la UE. En su opinión, respeta todos los requisitos que Suiza solicitó para regularizar los fondos del pasado, permite a los bancos suizos un acceso sencillo y eficaz al mercado alemán para las gestiones de regularización y contempla un programa de denuncias voluntarias sin sanciones que ha traído muy buenos resultados.
Un mar de datos
La disputa fiscal con Alemania y Francia se resuelve poco a poco. No sucede lo mismo con Italia donde todo está en punto muerto. En opinión de Sergio Rossi, profesor de Economía de la Universidad de Friburgo, llegar a un acuerdo para aplicar un impuesto liberatorio habría sido la mejor solución para los dos países.
La amnistía parcial italiana anuló toda expectativa de negociación y la posibilidad de que Suiza pidiera algo a cambio. Pero Rossi advierte de que “el intercambio de información automática no resolverá los problemas del pasado”.
Si “los titulares de cuentas en el extranjero no están revelando su situación es por miedo a las sanciones penales”, afirma el economista. Y considera que Italia debe interesarse en un acuerdo que permita repatriar los capitales de sus contribuyentes, pero sin grandes penalizaciones, ya que el país requiere urgentemente estos fondos.
La precaria situación de las finanzas públicas italianas no es la única razón por la que Roma habría necesitado un impuesto liberatorio, según Rossi. Aunque el nuevo intercambio automático de información impedirá la evasión fiscal, también confrontará a Italia con la necesidad de procesar una mar de información. Tarea que se anuncia titánica.
“Y a diferencia de Alemania y Francia, Italia no cuenta con un aparato administrativo capaz de analizar toda esa información que recibirá en el futuro de los bancos suizos”.
Traducción: Andrea Ornelas
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