Suiza contará desde 2020 con un registro nacional del cáncer cuyo objetivo es mejorar la prevención, detección temprana, atención, diagnóstico y tratamiento de ese mal, según anunció el miércoles la Oficina Federal de Salud Pública (OFSP).
El registro de enfermedades oncológicas se basará en el sistema descentralizado actual. Los casos serán ingresados en los registros cantonales de tumores y en el de cáncer infantil, y el organismo nacional reagrupará y procesará datos de todo el país, precisó la dependencia en un comunicadoEnlace externo.
Cada año, en Suiza se diagnostican más de 40 000 nuevos casos de cáncer y casi 17 000 personas mueren a causa de esta enfermedad. La Oficina Federal de Estadísticas estima que las muertes por cáncer aumentarán en casi un tercio en los próximos 20 años como resultado del cambio demográfico.
El nuevo registro nacional integrará un conjunto básico de datos para cada caso, por ejemplo, el tipo y el estadio de la enfermedad, así como el primer tratamiento. Para el cáncer de mama, próstata y colon, se capturarán datos adicionales sobre predisposiciones, así como enfermedades preexistentes y concomitantes. En niños y adolescentes, se registrará información detallada sobre el curso de la enfermedad y el tratamiento y seguimiento, según la OFSP.
El médico deberá informar al paciente verbalmente y por escrito sobre sus derechos, la protección de datos y sobre la naturaleza, propósito y alcance del procesamiento de datos. Los pacientes pueden oponerse en cualquier momento al registro de sus datos.
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Médicos suizos exploran nuevas vías para la identificación temprana de tumores.
La mamografía es hoy la principal herramienta de detección precoz del cáncer de seno. Médicos suizos exploran nuevas vías para la identificación temprana de tumores. Una de ellas es el baño de ultrasonido, que permite obtener resultados parecidos, pero sin radiación ni compresión.
“Puede hacer todo lo que usted desee, solo evite retirar su seno del agua”, dice Serafino Forte a una de sus pacientes en el centro de cuidado de la mama del Hospital Universitario de Basilea. Está acostada bocabajo sobre una camilla que tiene un agujero a la altura del pecho. El seno derecho de la paciente pende sumergido en la palangana que está justo debajo. Una serie de sensores ultrasónicos rodean el tejido mamario enviando señales a un ordenador.
La entrevistada -de 50 años- omite su nombre, pero bromea sobre el estudio que se le está practicando, al calificarlo de “casi un tratamiento de spa”, si lo compara con la mamografía a la que se sometió por primera vez hace muy poco. La mamografía rutinaria puede ser muy dolorosa, porque el seno es comprimido firmemente entre dos paneles diseñados para capturar una imagen en rayos X. Cuanto más intensa la presión, más alta será la nitidez de los resultados.
“Tras la mamografía pensé: ‘Dios mío, ¿acaso no existe un método un poco más cómodo? Entonces vi el anuncio de este estudio y despertó mi curiosidad’”, relata a swissinfo.ch. “Es mucho más agradable. Se realiza en una posición más relajada y no se siente nada, excepto el contacto con el agua. Es una sensación parecida a la que uno tiene en la bañera cuando mueve la mano bajo el agua”.
En este estudio tampoco existe ningún tipo de radiación. Uno de los inconvenientes, sin embargo, es que se trata de un proceso es lento. Se requieren nueve minutos para analizar cada seno. Las mamografías son mucho más rápidas.
El nombre formal de este baño de ultrasonido es tomografía ultrasónica multimodal (MUT en inglés) y el prototipo que hay en Basilea es único en el mundo. La idea original de su creación pertenece a Vasilis Marmarelis, un profesor de ingeniería biomédica de la Universidad de California del Sur, quien decidió desarrollarla motivado por experiencias que había vivido su esposa.
Por el momento, los médicos en Basilea han utilizado el prototipo MUT en la exploración de más de 50 mujeres. La meta es evaluar al menos 280 pacientes antes de redactar un informe con conclusiones sobre el estudio. El único requisito que se pide a las participantes es que se hayan practicado una mamografía –o un tipo de imagen médica similar– recientemente. Dado que esta tecnología aún está en fase de prueba, no está claro que sus resultados tengan el mismo nivel de precisión que el de una mamografía convencional.
“Todas las pacientes que se han examinado hasta ahora se han sentido muy cómodas. Y algunas de las que tienen perfil de alto riesgo se han inscrito incluso a un seguimiento de un año”, señala a swissinfo.ch Forte.
En Suiza, cada año unas 5.400 mujeres son diagnosticadas con cáncer de mama y 1.400 mueren por esta causa.
En junio de 2013, Suiza decidió poner en marcha una estrategia de detección de cáncer de mama con cobertura nacional y garantía de máxima calidad en los estudios aplicados. La acción responde al creciente debate en el país sobre la efectividad de este tipo de exploraciones diagnósticas.
Indirectamente, esta nueva política está motivando la exploración y desarrollo de otro tipo de alternativas de detección precoz del cáncer.
Una es la prometedora tomosíntesis, tecnología también basada en los rayos X, pero más sofisticada que una mamografía tradicional. Esta tecnología practicada de forma regular en Noruega y aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA) ya está disponible en Basilea.
“La mejor opción, a mi juicio, es la tomosíntesis. Es el desarrollo del futuro”, estima Sophie Dellas, jefa de diagnóstico de seno en el Hospital Universitario de Basilea. Este método de detección es capaz de capturar imágenes de tejido mamario en porciones de un milímetro y, después, vía el uso de un algoritmo, convertirlas en imágenes muy parecidas a las que se obtienen en la mamografía convencional.
“La exploración puede realizarse rápidamente y con elevado nivel de sensibilidad y especificidad”, refiere Dellas haciendo referencia a la experiencia de Noruega, donde se ha aplicado la tomosíntesis a más de 10.000 mujeres, incluidas algunas con senos grandes, un tipo de mama que es más difícil de examinar por su densidad.
“Hubo menos falsos positivos”, asegura la especialista. En otras palabras, el índice de fiabilidad es más alto. Con esta técnica existen menos casos de quistes o masas fibrosas que parecían malignas inicialmente y que luego resultaron ser benignas.
“El único problema con la tomosíntesis es que su interpretación toma más tiempo (que la de una mamografía)”, añade Dellas. Y este estudio también requiere el uso de radiación y compresión del seno, dos inconvenientes que no existen en el baño de ultrasonido MUT.
Una vida salvada
Julia* tenía 61 años en 2010, cuando le fue practicada una mamografía rutinaria en Zúrich. Un estudio exploratorio que había realizado varias veces en una década. En esta ocasión, el radiólogo encontró algo sospechoso.
“La mamografía no era muy clara. No había un tumor perceptible, solo cierta calcificación”, recuerda Julia. El ginecólogo ordenó que se le realizaran además dos tipos de biopsia diferentes. También pidió una resonancia magnética, estudios que conjuntamente le permitieron concluir que era necesaria una masectomía.
“No me habría enterado(del cáncer) de no haberme realizado la mamografía. Todo el proceso, desde el diagnóstico hasta el final del tratamiento, duró unas cuantas semanas. Me sentí muy feliz por haber recibido toda esa asesoría y tratamientos médicos. La sanidad suiza es maravillosa”, asegura la paciente británica.
Su caso ilustra la importancia de someterse a estudios de detección periódica como la mamografía, que la Liga Suiza contra el Cáncer y la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideran el mejor medio para detectar un cáncer en fase temprana.
* nombre ficticio
Aún falta tiempo
Sin embargo, la tecnología MUT aún tiene mucho probar.
“Se requerirá mucho trabajo para demostrar que es tan buena o mejor que una mamografía”, afirma Dellas, destacando la necesidad de que exista posteriormente una versión más moderna (una versión modo-B) capaz de combinar dos tipos de ondas de ultrasonido para obtener un análisis tridimensional.
Y mientras esto sucede, la mamografía sigue siendo la principal herramienta de detección oportuna del cáncer que existe.
“Sería muy bueno contar con otra alternativa. Eso estamos intentando en la actualidad. Pero por el momento aún no estamos listos para examinar y diagnosticar con alguna otra tecnología”, refiere Dellas.
Mamografía a debate
En muchos lugares de Suiza, las mujeres de entre 50 y 70 años son exhortadas a practicarse una mamografía cada dos años. En junio de 2013 entró en vigor una estrategia nacional para la detección precoz del cáncer a través de la aplicación de estudios de la más alta calidad.
Sin embargo, en febrero de 2014 el Consejo Médico Suizo llamó a reducir el número de mamografías realizadas en Suiza bajo el argumento de que este tipo de diagnósticos periódicos tienen más desventajas que ventajas para las pacientes y solo son capaces de salvar a una o dos mujeres de cada mil.
El Consejo refiere que la tasa de mortalidad de cáncer de mama puede ser reducida solo ligeramente vía estos estudios de detección temprana. Pero este efecto deseable se ve empañado por una serie de efectos negativos que produce. Se registran resultados erróneos en alrededor de 100 de cada 1000 mujeres evaluadas y la relación costo/efectividad es “desfavorable”.
Una visión que critican la Liga Suiza contra el Cáncer y especialistas como la jefa de diagnóstico de seno en el Hospital Universitario de Basilea, Sophie Dellas, quien considera que la interpretación de las estadísticas siempre es delicada.
Si se analiza el número de vidas salvadas, obtener un resultado de una entre mil será considerado un dato muy positivo en EEUU o Alemania, pero insuficiente en países como Suiza, dice. Y Dellas destaca que el Consejo Médico Suizo deja fuera de su informe el tema de los años de vida que puede ganar una paciente que ha recibido un diagnóstico y un tratamiento médico (aunque finalmente muera a causa del cáncer original).
La existencia de falsos positivos –debido a la angustia que generan en las pacientes y el elevado costo financiero que implican los estudios periódicos– son dos críticas más que hace el Consejo a las mamografías regulares. De acuerdo con Dellas, los falsos positivos son simplemente inherentes a todo estudio de exploración diagnóstica.
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