Suiza acepta el reto de la gentrificación de criptomendas
La cadena de bloques es un sistema digital que almacena y transmite criptomonedas. Una tecnología que ha sido reconocida por múltiples sectores como un importante avance en el sistema financiero actual.
Este año, Suiza ha creado una serie de leyes financieras y empresariales que buscan proporcionar una sólida base legal a la cadena de bloques. La autoridad supervisora del sistema financiero de Suiza (FINMA), por su parte, ha otorgado licencias para operar a dos bancos criptográficos, una bolsa de valores criptográfica y el primer fondo de activos digitales.
La intención es cambiar la vieja imagen del «salvaje oeste» de las criptodivisas vía la gentrificación de las criptomonedas. Así, las divisas estridentes y provocadoras, como el bitcóin, limpian su imagen y se adaptan a su utilización en los bancos.
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¿Qué es una cadena de bloques?
«El mercado ha madurado, el marco legal está ahí, se están entregando licencias, se crea una cartera de nuevos productos financieros», explica Katie Richards, exjefa de la unidad de cifrado del banco privado Falcon. Actualmente, Richards se encarga de abrir las oficinas suizas de la empresa de inversión en criptodivisas Cyber Capital, originaria de los Países Bajos.
“Suiza es cada vez más innovadora y competitiva. Atraemos continuamente nuevas empresas de otros países”, dice.
Las primeras empresas dedicadas a los negocios criptográficos iniciaron operaciones en Suiza en 2013, pero cobraron fuerza solo cuatro años después, cuanto tuvo lugar un explosivo repunte de los precios de los bitcoines.
Suiza tiene incluso fundaciones no lucrativas que resguardan cientos de millones de dólares que han sido recaudados a través del micromecenazgo que tienen por objetivo financiar proyectos de cadena de bloques. Asimismo, ha convertido antiguos búnkeres alpinos de origen militar en centros de almacenamiento de criptomonedas. Y lo que se propone ahora es fusionar el misterioso mundo de la cadena de bloques con los negocios convencionales.
La certeza legal y regulatoria es oro molido para una industria de la cadena de bloques que aún es considerada como advenediza y es vista con recelo en muchos lugares del mundo. Especialmente en países como Estados Unidos, en donde el regulador financiero presiona con fuerza en contra de algunos jugadores criptográficos.
El último refugio seguro
El ciudadano británico e iraní Amir Taaki recientemente eligió a Suiza como sede para su proyecto financiero descentralizado DarkFi. No es un entusiasta de la interferencia estatal, pero sí considera que la postura reguladora de Suiza es mucho más favorable que las leyes de criptomonedas que están formulando Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
«Los gobiernos están librando una guerra contra el efectivo, la sociedad y la economía», afirma, “China se está convirtiendo en un modelo a seguir para los Estados occidentales y Suiza, en el último refugio seguro».
Taaki alude a los estrictos controles de China con respecto al comercio y las finanzas, y al endurecimiento de la vigilancia estatal de los ciudadanos.
Diem, la controvertida criptomoneda de Facebook también pensó que Suiza sería una base ideal de operación, pero debió establecerse en Estados Unidos para que las autoridades de este país pudieran ejercer una vigilancia más cercana sobre el disruptivo proyecto.
Las compañías financieras de cadena de bloques, como la estadounidense Fireblocks y la neerlandesa AllianceBlock, también están llegando a Suiza. Por su parte, la Deutsche Börse, que dirige la bolsa de valores de Frankfurt, ha adquirido una participación mayoritaria en la corredora regulada suiza Crypto Finance.
Parte de la explicación es que, conocer lo que está permitido -y lo que no-, permite tener una base sólida para la construcción de un negocio. Un principio que aplica también para la llamada tokenización, que es el proceso de crear valores que cumplan con los criterios de la cadena de bloques -como acciones de empresas o derechos de propiedad sobre obras de arte y objetos de colección-. Ahora mismo, las criptomonedas son parte de un universo mucho más amplio de «activos digitales» que se crean y comercializan a través de la cadena de bloques.
Por ejemplo, el banco de criptomonedas con licencia suiza Sygnum ha tokenizado acciones de una pintura de Picasso. Sygnum es una de las cada vez más numerosas plataformas suizas de tokenización que están surgiendo a partir de las reformas legales. Éstas también permiten a las empresas emitir acciones digitales.
Sin embargo, este dinámico crecimiento de la industria de la cadena de bloques debe ponerse en perspectiva. Su bastión original fue el cantón central de Zug (conocido como Crypto Valley), pero ahora este sector alberga a casi 1 000 empresas y tiene más de 5 000 empleados distribuidos en las zonas de habla alemana, francesa e italiana de Suiza.
El sector financiero tradicional emplea a 220 000 personas en Suiza. El banco más grande del país, UBS, tiene más de 70 000 empleados a nivel mundial. Bitcoin Suisse, una de las empresas de cifrado suizas más antiguas, aumentó su plantilla de trabajadores de 120 a 260 en los últimos 18 meses.
Persisten las sospechas
Un puñado de bancos ha comenzado a incursionar en la oferta de servicios con criptomonedas, pero, en términos generales, la industria financiera todavía desconfía de las divisas digitales. A los bancos les preocupa verse atrapados en problemas de lavado de dinero. Por ello, muchas empresas criptográficas emergentes aún lo tienen cuesta arriba para obtener una cuenta bancaria en Suiza.
En el reverso de la moneda, los simpatizantes de la descentralización se oponen a la creciente interferencia regulatoria. Poner traje y corbata al bitcóin puede hacerlo lucir más agradable, pero también socavará algunas de sus cualidades fundamentales.
Más que apretujadas al interior de la infraestructura financiera convencional, las criptomonedas y la cadena de bloques fueron concebidas en realidad para reemplazar a los bancos tradicionales y sus rígidas reglas gracias a una tecnología que es ágil y que entrega el control operativo a las masas.
Así que, a primera vista, Suiza no sería seguramente el sito más obvio para poner en marcha una estrategia que busca aniquilar a la banca tradicional. Pero Amir Taaki cree que ambos mundos pueden coexistir en la nación alpina, aunque no exentos de inquietudes.
“El mundo de las criptomonedas se bifurcará: habrá un dominio fuertemente regulado y sin innovación; y otro, caracterizado por finanzas descentralizadas que seguirá resistiendo a las reglas. Y probablemente, no interactúen entre sí».
Traducido del inglés por Andrea Ornelas
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