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Suiza, al rescate de su flota mercante

Barco Tzoumaz
El buque mercante suizo Tzoumaz en un puerto de Vietnam. Mike Gorski

Suiza —un país sin salida al mar— cuenta con una flota mercante que desde 1942 navega bajo pabellón helvético. No obstante, los cargueros cada vez son menos: 14 en 2023, frente a 50 hace seis años. Una nueva estrategia gubernamental busca frenar su desaparición.

Tienen el tamaño de dos campos de fútbol, una tripulación compuesta por 20 personas y nombres tan suizos como Lavaux, Lausanne, Romandie o Vully. La bandera suiza en su popa muestra el color de la neutralidad helvética. El 9 de abril de 1941 el Consejo Federal creó la bandera suiza para en tiempos de guerra protegerse de los ataques enemigos.  

Antes de aquello, se habían utilizado cargueros griegos que suministraban grano, hierro o carbón a través del puerto de Génova y que luego se transportaba a Suiza por ferrocarril o carretera. El objetivo entonces era garantizar el abastecimiento de Suiza frente a los ataques de los submarinos alemanes. Su puerto base debía ser Basilea —a orillas del Rin—, aunque ninguno de estos grandes buques podría fondear allí, debido a su tamaño.

A pesar de estas precauciones, en 1943 los disparos accidentales de la aviación británica hicieron naufragar el Maloja frente a Córcega y el Chasseral en Sète, también aquel mismo año. Una mina alemana acabó en 1944, en el puerto de Marsella, con el Generoso. Todos eran cargueros suizos.  

De 50 a 14 cargueros en seis años

En 2017 —en su 75 aniversario— la bandera suiza todavía ondeaba en cerca de 50 buques mercantes de seis armadores. Hoy esta enseña solo ondea en 14 buques de dos navieros: uno con base en Zúrich; el otro, en Morges, en el lago Lemán, cerca de Lausana.

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Mientras en 1967 había a bordo 611 oficiales y marineros suizos, ahora estos se pueden contar con los dedos de una mano: “Todavía hay dos oficiales de cubierta y un cadete de nacionalidad suiza que navegan en buques con pabellón helvético”, según el registro del Departamento Federal de Asuntos Exteriores (DFAE). Tres oficiales trabajan en buques de pabellón extranjero con un certificado de aptitud suizo o un certificado extranjero reconocido. 

La Oficina Federal de Navegación Marítima sigue teniendo su sede en Basilea y su jefe ostenta el rango de embajador. Abastecer a Suiza a través del puerto de Róterdam y luego por el Rin hasta Basilea —ya sea con cargueros de bandera suiza o de otras nacionalidades— sigue siendo tan importante como siempre.

Un marine en un barco
Cada vez son menos los marinos suizos a bordo de cargueros helvéticos. Mike Gorski

Desde hace cinco o seis años, la marina suiza lucha por seguir siendo competitiva. En 2017 sufrió la quiebra fraudulenta de un armador suizo-alemán. Dicha bancarrota socavó gravemente el sistema de fianzas de pabellón suizo, pues el Gobierno helvético tuvo que desembolsar 215 millones de francos para cubrir la venta forzosa y la pérdida de nueve buques de carga y cuatro cargueros de productos químicos pertenecientes a los armadores SCL y SCT. Esta práctica de fianzas permitía a los navieros endeudarse a un tipo de interés favorable (1,5 %) en los mercados bancarios para garantizar la construcción o compra de un buque.

La fianza se ha abandonado para los nuevos buques encargados después de 2017, pero sigue vigente para los que navegan bajo otra bandera que se beneficia de esta garantía. Los armadores suizos, sin embargo, en la práctica tienen poco interés en utilizar el pabellón suizo, que ya no ofrece ventajas financieras a los bancos. Hasta ahora el sistema federal de garantía no había costado ni un franco al Gobierno suizo.

¿El pabellón suizo en la lista negra?

La marina suiza también ha tenido que adaptarse a las normas de seguridad. Para cumplir las normas internacionales, los buques de carga deben someterse a inspecciones periódicas de su oficina nacional. Pero ¿cómo pueden llevarse a cabo las inspecciones solo con media docena de empleados en Basilea y un único inspector que viaja al otro lado del mundo?

Sin controles regulares, los cargueros con pabellón suizo corrían el riesgo de ser incluidos en una lista negra de buques de alto riesgo. Para evitarles este malestar, Berna ha tomado medidas: en 2020 el Consejo Federal, de manera preventiva, modificó una ordenanza que —en caso de ser incluidos en la lista negra— permite a los buques cambiar de pabellón. Las inspecciones periódicas ahora las asume el país del nuevo pabellón. “Las medidas adoptadas para mejorar la seguridad del pabellón suizo han dado sus frutos”, declara Berna. Se ha evitado que la bandera suiza se incluya en la lista negra.

La bandera suiza permanece en la lista gris del Memorando de Entendimiento de París (MoU) [El acuerdo de París, que reúne a 27 naciones marítimas, enumera las banderas de riesgo] y desde 2018 ha estado en la lista blanca del MoU de Tokio. En consecuencia, el riesgo de que la bandera suiza entre en la lista negra sigue siendo moderado, explica el portavoz del DFAE en una entrevista con swissinfo.ch.

Como consecuencia directa de esta orden, la bandera de las Islas Marshall (un país insular en el Pacífico) ha sustituido, en gran medida, a la suiza. El mítico General Guisan, carguero de la sociedad Suisse-Atlantique, por ejemplo, sigue surcando los océanos bajo la bandera de las Islas Marshall.

Intervención parlamentaria

Pero ¿cómo detener esta caída hacia el abismo? La Confederación tomó cartas en el asunto el año pasado. El DFAE ha recibido el mandato del Consejo Federal de desarrollar una nueva estrategia marítima. Esta primavera se presentará en Berna un proyecto de revisión de la legislación. Uno de los puntos clave es modernizar el Derecho marítimo suizo con una serie de medidas que deberían hacer que la bandera suiza fuera más atractiva para los armadores.

Se están tomando otras medidas a nivel federal para reforzar su atractivo. El Consejo Federal, por ejemplo, estudia el principio de una tributación según el tonelaje de la capacidad de carga del buque; un principio más favorable que ya han adoptado 21 países de la Unión Europea. Esta tasa se basa en la capacidad de carga del buque y no en el beneficio que obtiene. De este modo, las compañías navieras pagarían menos impuestos.

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Berna afirma que mantener en Basilea una Oficina Suiza de Navegación Marítima (OSNM, por sus siglas en francés) para los 14 buques restantes está justificado. El trabajo de la oficina suiza no se limita a la actividad relacionada con la flota comercial de pabellón suizo, dice Berna. La OSNM también se ocupa de la navegación fluvial, del registro de yates oceánicos (2 000 yates) y de los intereses de Suiza en los foros marítimos internacionales.

¿Futuro asegurado?

En general, el transporte marítimo sigue siendo el medio de transporte más eficaz, y los armadores suizos se muestran optimistas: “Nuestro grupo va bien —tranquiliza Jean-Noël André, director general de Suisat [abreviatura de Suisse-Atlantique]—. Nuestra estrategia de inversión en una flota joven y moderna y nuestro enfoque prudente nos han permitido resistir durante varios años cuando el mercado ha estado en su punto más bajo y aprovechar completamente la subida de los fletes. Para reducir nuestra deuda, también hemos aprovechado los buenos resultados de los últimos años, nos encontramos en una posición financiera sólida y podemos mirar con confianza hacia el futuro”.

La agitación del mercado de fletes en los dos últimos años —en parte por la interrupción de la cadena de suministro que provocó la COVID-19— ha hecho que los precios se disparen. En septiembre de 2021, el precio de los contenedores de 12 metros llegó a superar los 10 000 dólares. Los precios desde entonces se han estabilizado, pero —según el último Índice Mundial de Contenedores publicado en febrero— siguen costando casi un 40 % más que en 2019.

Los mercados del transporte marítimo a corto y medio plazo se muestran nerviosos y volátiles por las tensiones geopolíticas. No obstante, los armadores alegan que a largo plazo el transporte marítimo seguirá siendo el medio de transporte más económico y menos contaminante por tonelada transportada. El transporte marítimo, sin embargo, tendrá que hacer frente a nuevas normas sobre emisiones de CO2. Los cargueros utilizan petróleo pesado —uno de los principales emisores de contaminantes— y sus motores no se detienen nunca, ni siquiera cuando están parados en puerto.

Es probable que unas normas nuevas y más estrictas afecten a la rentabilidad de la flota mundial e influyan en los fletes. En los próximos de 10 a 20 años, la marina suiza deberá hacer frente a un cambio en el tipo de buques y combustible, e incluso en los medios de propulsión. En este contexto, los debates de Berna tendrán que garantizar la rentabilidad de la flota suiza.

“Tener una bandera nacional es una decisión política. Está vinculada a una estrategia marítima. El pabellón debe ser capaz de representar los valores específicos de Suiza, pero también debe ser suficientemente competitivo y atractivo para que los armadores trasladen sus buques a esta bandera”, explica Jean-Noël André. La futura tasa sobre el tonelaje podría ser una solución. Una cuestión que se debate en las Cámaras Federales. La cámara baja —el Consejo Nacional— será quien deba decidir en breve.

Texto traducido del francés por Lupe Calvo

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