Suiza invitada a la cumbre del G20
La prioridad de Rusia, que preside el G20 en 2013, es incentivar el crecimiento y el empleo. Por primera vez y tras cuatro años de espera, Suiza asistirá a las reuniones ministeriales del club de las economías más poderosas y velará por su plaza financiera.
Una conversación informal sostenida en 2008 entre George W. Bush, Nicolas Sarkozy y Dmitri Medvédev, entonces jefes de Estado de EEUU, Francia y Rusia, respectivamente, dio origen a un nuevo coloso político y económico: el G20.
Aunque el grupo existía desde 1999, solo convocaba a los ministros de Finanzas y banqueros centrales de las potencias desarrolladas y emergentes. Pero la crisis le cambió el rostro y comenzaron a verificarse una serie de cumbres de mandatarios abocados a resolver los desafíos de la coyuntura.
Pese al interés reiterado de Suiza por participar en los trabajos del G20, es solo en 2013 que la presidencia rusa la ha invitado a asistir.
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¿Qué relevancia tiene hoy el G20?
Lazos con Moscú
“Suiza acoge un centro financiero de importancia sistémica y tiene una moneda nacional de amplia utilización. Por tanto, es natural que haya colaborado estrechamente con el G20 durante los últimos años”, señala a swissinfo.ch Anne Césard, portavoz de la Secretaría de Asuntos Financieros Internacionales (SIF) del Ministerio de Finanzas.
“Ha intentado contribuir consistentemente a los trabajos emprendidos en el Foro de Estabilidad Financiera (FSB) y en el FMI, ambos de gran relevancia para la agenda del G20. Ahora, participando en las reuniones de ministros y banqueros centrales del G20, Suiza contribuirá a este proceso de forma directa”.
Según Césard, la invitación demoró tanto porque es ahora cuando el G20 está evolucionando en la forma en la que interactúa con los países que no son miembros del grupo. Otro factor que jugó a favor de Berna es que “la relación bilateral entre Suiza y Rusia, que preside el G20 en 2013, es cercana. Los dos países han tenido, por ejemplo, un estructurado diálogo en temas financieros desde 2011”.
El gobernador del Banco Nacional Suizo, Thomas Jordan, y la ministra de Finanzas, Eveline Widmer-Schlumpf, encabezan la delegación que acudirá al primer encuentro del G20, los días 15 y 16 de febrero en Moscú. Al hacer el anuncio, Widmer-Schlumpf dijo que Berna tratará de ampliar su influencia en la toma de decisiones relativas al sistema financiero internacional.
“Suiza buscará colaborar en temas como la aplicación de los estándares regulatorios, especialmente en materia de requerimientos de capital de los bancos; en la aparente encrucijada entre la consolidación fiscal y el crecimiento; y en la gobernanza del FMI”, precisa Anne Césard.
En la primavera de 2009, Suiza supo extraoficialmente que la OCDE preparaba una lista negra de paraísos fiscales en la que estaba incluido el país alpino.
Súbitamente, Berna decidió flexibilizar su secreto bancario, aceptando una mayor colaboración administrativa con otros gobiernos también en materia de evasión fiscal y comprometiéndose a firmar 12 convenios fiscales apegados a las reglas de la OCDE.
El G20 celebró el anuncio, pero no eximió a Suiza de aparecer en la poco prestigiosa lista. Berna aguardaba algún gesto de reconocimiento de sus contrapartes por el terreno cedido y el entonces presidente suizo, Hans-Rudolf Merz, expresó su interés por asistir a las reuniones del G20.
La invitación llegó en 2013. La entrante presidencia rusa realizó una consulta entre los miembros y estos aceptaron que Suiza acuda como invitada a las cuatro reuniones ministeriales de este año. Pero no está clara su permanencia en 2014.
Decir una cosa… hacer otra
Las prioridades de la presidencia rusa del G20 son incentivar el crecimiento económico mundial y generar empleo. Para lograrlo, Moscú propone una estrategia de varios puntos, entre ellos el fortalecimiento del comercio multilateral.
Rusia ofrece trabajar en reducir el proteccionismo y reactivar la Ronda de Doha, que intenta desde 2001 liberalizar el comercio mundial. Sin éxito.
Pero el discurso no empata con los hechos. El informe Global Trade Alert (GTA) 2012 –elaborado por analistas independientes– asegura que en 2009, los países del G20 eran responsables del 60% de las medidas proteccionistas en el mundo. Para 2012, el porcentaje había aumentado a un 79%.
“La contradicción se debe a que el proteccionismo tiene una mala reputación, pero políticamente es muy conveniente”, explica a swissinfo.ch Simon Evenett, coautor del GTA y profesor de la Universidad de San Gall. De ahí que los gobiernos hagan públicos compromisos que no siempre están dispuestos a cumplir.
La ‘mayoría de edad’ del FSB
Un sector financiero más sólido y menos opaco es otra de las prioridades del G20. Para ello, es necesario que el FSB, que tiene sede en Basilea y cuya misión es promover la estabilidad financiera internacional, alcance la mayoría de edad.
Su secretario general, Svein Andersen, manifiesta a swissinfo.ch que “el hecho de que el FSB se haya establecido recientemente como una asociación bajo la legislación suiza ha sido un paso hacia la institucionalización del Foro, ya que hasta ahora había sido un órgano informal, reunido bajo el mandato político, primero, del G7, y desde 2009, del G20”.
Andersen precisa que durante las próximas reuniones del G20, el FSB reportará los progresos de las reformas financieras, seguirá de cerca los mercados derivados -fuente potencial de crisis futuras- y profundizará en temas que afectan a los grandes bancos –como el UBS o el Credit Suisse.
El G20 es hoy el principal foro internacional de cooperación en materia de economía y el sector financiero globales.
Cuenta con 19 miembros: Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón, Corea del Sur, México, Rusia, Arabia Saudí, Sudáfrica, Turquía, Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea.
Para facilitar una aplicación eficaz de los acuerdos, asisten también a sus encuentros el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, el Foro de Estabilidad Financiera (FSB) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Producto de la crisis, a partir del otoño de 2008, las reuniones ministeriales del G20 se vieron complementadas por cumbres que reúnen a los jefes de Gobierno de estos países.
Uno de los logros políticos del grupo estuvo aumentar la capitalización de los bancos –Basilea III- y otorgar más peso y voto a los países emergentes en el Banco Mundial.
¿Demasiado poder?
El poder actual del G20 divide opiniones. Los países miembros argumentan que el peso de sus economías (90% del PIB mundial) justifica su liderazgo.
Las voces críticas, Suiza entre ellas, cuestionan que una agrupación informal concentre tanto poder. En 2009, al comparecer ante la Asamblea General de la ONU, el entonces presidente suizo, Hans-Rudolf Merz, reprochó la “falta de legitimidad y transparencia” del G20 a la hora de decidir sanciones.
En enero pasado, en el marco del Foro Económico Mundial (WEF) de Davos, el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, externó un mea culpa al respecto y deslizó un propósito de enmienda.
“Muy a menudo, mis colegas que no forman parte del G20 expresan sus preocupaciones. Se quejan de no estar representados, aunque sus economías y Estados ejercen una influencia sustancial en el desarrollo del mundo y en la economía global. Todos somos conscientes de que, en este sentido, el G20 es una entidad bastante convencional y no debería tener fronteras delimitadas”, dijo.
Presidencia australiana
¿Inicia una nueva etapa para Suiza en la relación con el G20 o su participación tendrá punto final en diciembre? El tiempo dirá, pues es Canberra quien tiene la respuesta.
“El dialogo regular que existe entre Suiza y Australia en temas financieros abrirá la oportunidad de discutir las prioridades de la presidencia australiana en 2014”, puntualiza Anne Césard con optimismo.
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