Suiza no ‘rescata’ a los cantones en crisis
Las comunidades autónomas españolas, que hoy registran una deuda histórica, carecen de responsabilidad y autonomía financiera, y de frenos al endeudamiento. Todos ellos rasgos presentes en la cultura federalista suiza.
Un sólido federalismo es otro de los rasgos de la excepción suiza. Este tipo de organización política se remonta a la Constitución de 1848, aunque sus fundamentos de esbozaban ya en el Acta de Mediación de Napoleón (1803).
En Suiza, las competencias están repartidas entre el Estado federal y los cantones. Los poderes fundamentales -Legislativo, Ejecutivo y Judicial- existen tanto a escala nacional (Estado federal) como cantonal (estados federados) y tienen sustento constitucional. En términos financieros también existe autonomía. Cada cantón decide sus políticas tributarias y compiten entre sí para atraer empresas y contribuyentes.
Existe también un tercer nivel, el de las comunas (municipios), que conforman un cantón y tienen responsabilidad en temas como la educación, los servicios médicos o el transporte. El presupuesto comunal se financia con impuestos directos que fijan los cantones.
No todos los cantones cuentan con la misma riqueza, por lo que existe un sistema de perecuación que obliga a la Confederación (Estado) y a los cantones ricos a transferir fondos para compensar a los cantones pobres. Pero en términos generales sus finanzas son sólidas.
En la actualidad, uno de cada cuatro países en el mundo es federalista. Una compleja organización que reúne a entidades con intereses, culturas, identidades e, incluso, lenguas distintas, interesadas en un gobierno común, pero que respete la autonomía de sus competencias.
Se trata de un modelo que, según el Instituto del Federalismo de la Universidad de Friburgo, funciona bien y caracteriza “a algunas de las naciones más prósperas del mundo”.
En Europa, Suiza es el ejemplo más antiguo y desarrollado de federalismo. Y España, el más joven e inacabado, una características que ha jugado en contra de la economía ibérica en la presente crisis.
Mismos derechos, mismas obligaciones
A Suiza la convicción de una repartición equitativa de responsabilidades le viene de lejos. El Instituto del Federalismo recuerda que ya en los albores del siglo XIX el espíritu de un federalismo se dibujaba en el Acta de Mediación de Napoleón, aunque no se consolidó hasta la Constitución de 1848.
Esencialmente, “todos los cantones tienen el mismo peso cuando se trata de tomar decisiones federales y están representados de forma perfectamente equitativa en la cámara alta”, explica a swissinfo.ch Alexander Trechsel, catedrático de Federalismo y Democracia en el Instituto Universitario Europeo, en Florencia.
Una visión que suscribe Gebhard Kirchgässner, experto en federalismo y profesor de Economía y Econometría de la Universidad de San Gall. Suiza posee un “sistema completamente simétrico donde todos los cantones poseen la misma autonomía, derechos y obligaciones”, señala a swissinfo.ch.
En España, precisa Trechsel, el poder está distribuido de forma “asimétrica”, y tres regiones concentran más peso y autonomía que las otras: Cataluña, el País Vasco y Galicia.
España: un federalismo inconcluso
Para Joan Marc Simon, miembro de los Federalistas Europeos y presidente de Democracia Global, los problemas del federalismo ibérico se remiten a 1978, año en el que la Constitución definió a España como “una e indivisible”, pero consintió la disparidad en los derechos y responsabilidades de las 17 nacientes comunidades autónomas.
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Federalismo
En el ensayo Federalismo y el futuro de España, Simon detalla que la “delegación de competencias regionales jamás siguió principios funcionales”. Más aún, cita, la mayoría de las regiones españolas ni siquiera pidió una descentralización como tal.
En materia financiera, esto ha implicado que el Gobierno central sea el encargado de recaudar los impuestos que luego redistribuye entre las comunidades autónomas mediante transferencias.
Esta política facilitó durante los últimos años el endeudamiento y el gasto excesivo en más de una de las comunidades autónomas.
El compromiso nace en 1978 con una descentralización constitucional que aprobó la creación de 17 autonomías, con derecho a gestionar la educación y la salud pública. Hoy, algunas enfrentan abultadas deudas con farmacéuticas suizas, producto de esta descentralización en la toma de decisiones.
Sin embargo, el poder financiero quedó a cargo del gobierno central. Así, todas las provincias, municipios, cabildos insulares y áreas metropolitanas, se convirtieron en estructuras subvencionadas vía transferencias. España cuenta pues con un federalismo asimétrico donde las responsabilidades y los derechos no están distribuidos de forma equitativa o coherente con la talla de las economías.
Alexander Trechsel afirma que la simetría perfecta en los sistemas federales no es la solución milagrosa, porque también puede generar distorsiones, otorgar a las entidades pequeñas el mismo poder que a las grandes. A su juicio, una reforma en el federalismo español exigiría encontrar el balance correcto entre las necesidades de las autonomías y sus compromisos.
Existe también una solidaridad interregional –comunidades ricas que transfieren fondos a las más pobres-, pero gestionada a través de la administración central.
No hay rescates cantonales
En Suiza, los cantones son responsables de cobrar una parte importante de los impuestos y compiten entre sí para atraer inversiones.
Si bien existen excepciones que registran finanzas menos sólidas -como Berna, Uri o el Valais-, en general las finanzas cantonales suelen cerrar con un superávit anual medio del 0,4% del PIB, según datos de la Oficina Federal de Estadística.
Gebhard Kirchgässner expone una de las reglas que existen en las finanzas públicas helvéticas: “No hay rescates por parte del gobierno federal. Por lo tanto, los cantones no esperan que el gobierno los ayude si incurren en problemas financieros”.
No obstante, el experto de la Universidad San Gall destaca que es una suma de factores la que juega a favor de la estabilidad suiza: “Los temas importantes se someten a referéndum y existe también un freno al endeudamiento público, entre otros factores”.
En España, el año 2011 marcó un nivel histórico en el endeudamiento para las 17 comunidades autónomas. Su deuda conjunta cerró en el equivalente a 168.000 millones de francos suizos, debido especialmente a las comprometidas posiciones de Cataluña o Valencia, que necesitan un rescate que actualmente se gesta desde Madrid.
Más responsabilidad y consultas populares
Si bien cada país es distinto y sus necesidades también lo son, la conveniencia de reformar el federalismo es un tema de debate recurrente en España.
Gebhard Kirchgässner estima que una reforma constitucional sería de gran utilidad. “La asignación de responsabilidades entre el gobierno federal y las autonomías debe establecerse en la Constitución. Más aún, cada comunidad debería tener el mismo estatus y responsabilidades”.
“Y también tendría que aclararse en la Constitución bajo qué condiciones las comunidades autónomas pueden esperar ayuda de otras comunidades y/o del gobierno federal”, añade.
“En el ámbito de las finanzas, algunos de los elementos centrales que debería contener una eventual reforma sería la autonomía fiscal de las comunidades y el establecimiento de una regla que evite los rescates”, puntualiza el profesor.
Alexander Trechsel destaca, por su parte, que una reforma constitucional es un asunto eminentemente político y afirma que el éxito del federalismo helvético responde a un modelo que conjuga varios factores.
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Democracia directa
Uno de ellos, subraya, es la democracia directa. Los suizos votan en materia de finanzas públicas (gastos e impuestos) y determinan el poder que se otorga al Estado federal.
Y para España, de cara a futuras reformas, también sería interesante introducir elementos que permitan a la población participar directamente en la toma de decisiones, puntualiza.
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