Suiza: Adiós al sueño de la renta básica incondicional
Rechazo al establecimiento de la renta básica incondicional. Es la primera vez que Suiza evaluó en las urnas un tema que aborda cómo hacer frente a la transformación radical de la vida laboral ante la cuarta revolución industrial.
La ciudadanía suiza dio la espalda a la iniciativa popular para que el Estado pagara a cada ciudadano, durante toda su vida y con independencia de los ingresos de los que dispusiera, una renta mensual digna y suficiente para vivir.
La iniciativa popular ‘Por una renta básica incondicional’ (RBI), sometida este domingo al veredicto de las urnas, pretendía contribuir a reducir la inequidad en un contexto en el que las diferencias salariales se disparan, la revolución digital engulle un creciente número de empleos y las prestaciones sociales dejan de estar atadas al trabajo.
Los artífices de la RBI, un grupo independiente y sin vínculos con partido alguno, proponían que toda la gente en Suiza recibiera esa renta básica.
Pese a que la iniciativa ha sido rechazada, el tema aborda se inscribe en el debate de una sociedad a dos velocidades y en la que continúan aumentando las diferencias salariales. A diferencia de iniciativas precedentes, esta se colocaba en una dimensión nueva, relacionada con la revolución digital y la eliminación de empleos que conlleva. Asimismo, el salario y la seguridad social se desvinculan parcialmente del trabajo. Basta con observar los gráficos de este artículo para entender la transformación que ya vive Suiza en el mundo del trabajo:
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La mutación del mundo laboral ya inició
¿Cómo hubiese funcionado?
El textoEnlace externo que rechazaron los electores suizos solicitaba la instauración del pago de una RBI que garantizara a todo el mundo una vida digna, pero no establecía un importe concreto. Dejaba esa tarea a los legisladores.
No obstante, los promotores partían de una base de una renta mensual en torno a los 2 500 francos mensuales.
Es decir, partiendo de la hipótesis de una RBI mensual de 2 500 francos, por ejemplo, una persona que ganara hoy un salario de 1 500 francos recibiría 1 000 francos más gracias a la RBI, mientras que la suma total percibida por una persona con un salario de 2 500 francos permanecería invariable. En sentido contrario, a un salario de 6 500 francos le serían retenidos 2 500 de contribución a la caja de financiación de la RBI. El ingreso sería entonces de 4 000 francos a los que se añadirían los 2 500 de la RBI pagados por la Confederación. En suma, esa persona cobraría 6 500 francos.
El mismo mecanismo debía haberse aplicado a las prestaciones de la seguridad social; hasta el importe de 2 500 francos se habría sustituído por la renta básica, mientras que la parte que sobrepasara esa cantidad seguiría siendo abonada por la seguridad social.
De este modo, se calculaba que se cubrieran cerca del 88% de los costes de la RBI. Para el 12% restante se habrían debido encontrar otras fuentes de financiación.
Los promotores de la iniciativa argüían que con ella se cubrían las necesidades más elementales, eliminando así la pobreza y la dependencia de la asistencia social de aquellos que no disponen de los medios de subsistencia necesarios, amén de que permitiría a todo el mundo elegir el trabajo que quisiera, estimularía la formación, la creatividad y el voluntariado y aumentaría las posibilidades de atender a los hijos y a las personas mayores o enfermas.
La aprobación de una medida semejante habría sido una primicia mundial. Sin embargo, desde su inicio, esta iniciativa fracasó en su intento por lograr el respaldo de la cúpula política helvética.
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Suiza dice no a la renta básica incondicional
El debate seguirá
El tema ha atraído mucho en el extranjero, pues la transformación de la vida laboral no solo concierne al país alpino, sino a todos los países industrializados o semiindustrializados.
¿Qué deberá hacer una sociedad cuando falten los ingresos tradicionales procedentes del trabajo? Cuando la automatización y los programas informáticos hayan liquidado una gran cantidad de empleos en todas las profesiones, desde las más simples a las más cualificadas, habrá entonces que buscar una respuesta a la fuerza”, Esta fue la pregunta de la senadora socialista Anita Fetz, la única que respaldó la iniciativa en el seno de la Cámara Alta cuando se abordó el tema para que el Legislativo tomase posición al respecto. Una posición que se publica en las recomendaciones dirigidas al ciudadano de a pie sobre cada tema que se aborda en las votaciones.
“Creo que vale la pena reflexionar y debatir sobre esta propuesta porque es una idea que puede convertirse en una solución concreta dentro de 20 o 30 años, cuando la digitalización del trabajo suponga la pérdida de numerosos empleos”, señaló la senadora basiliense a Sonia Fenazzi de swissinfo.ch.
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