Swatch no podrá abandonar a sus competidores
La autoridad anticárteles de Suiza somete al gigante de Biel a investigación y le prohíbe cortar el suministro de piezas a otras compañías relojeras.
Este 2011 se dibuja como un año de ganancias históricas para esta industria, y Swatch es el engranaje que asegura el equilibrio del sector. Pero el emporio de los Hayek está decidido a cortar todo ‘cordón umbilical’ con la competencia.
El sector relojero suizo vive una metamorfosis de carácter involuntario.
Nicolas Hayek, génesis de la estrategia que salvó de la bancarrota a la industria relojera suiza en los años 80, decidió que ya no quería ser el proveedor principal de piezas para los vecinos del sector.
El épico Hayek arrojó la primera bomba en 2004, cuando dejó claro que su grupo quería frenar la oferta de ébauches (*) a otras empresas a partir de 2006.
La Comisión de la Competencia (ComCo) lo frenó en seco y le obligó a mantener su oferta de dichas piezas hasta finales de 2010.
Swatch aceptó, pero renovó la embestida en las Navidades de 2009. Seis meses antes de su muerte, Nicolas Hayek manifestó la intención de que su grupo frenara la venta de microcomponentes -como agujas, cajas o mecanismos de medición del tiempo- a terceros.
La ComCo, en su calidad de autoridad anticárteles y monopolios, tomó casi dos años para decidir cuál sería su posición, pero hoy opta por interceder nuevamente a favor del resto de los competidores de Swatch y le dicta reglas temporales al grupo de Biel.
Swatch, investigada
La Comisión de Competencia confirmó el pasado miércoles que inició una investigación formal contra el Grupo Swatch para determinar si su decisión de frenar el suministro de pequeñas piezas para otros fabricantes de relojes viola la Ley de Cárteles vigente en Suiza.
La autoridad helvética debe definir si la decisión del mayor grupo relojero internacional constituye un abuso de posición dominante de carácter ilícito.
Para ello deberá verificar si las otras empresas dispondrán de fuentes de aprovisionamiento alternativas en los años por venir. De lo contrario, Swatch no podrá cortar los suministros.
El pasado miércoles, Vicent Martenet, presidente de la ComCo, anunció que para garantizar un sano ejercicio de este mercado, esta comisión decidió tomar medidas provisionales.
Concretamente, autorizó a Swatch a reducir su oferta de movimientos mecánicos para relojes, pero solo un 15%. Esto es, en 2012 deberá garantizar una oferta de piezas equivalente a al menos el 85% de lo que les vendió en 2010.
Mientras tanto conduciremos la investigación, citó Martenet, según quien la ComCo necesitará alrededor de 18 meses para llegar a una conclusión.
‘No’ al supermercado
Sobre la decisión de ComCo, Swatch confirma a swissinfo.ch que acatará la decisión:
La investigación permitirá determinar a qué solución amigable podemos llegar de modo que el Grupo Swatch pueda reducir de forma escalonada la entrega de movimientos mecánicos y piezas relojeras a terceros, un tema que interesa al sector relojero como conjunto.
Sobre la marcha, el grupo que hoy conducen Nick y Nayla Hayek, hijos del fundador de Swatch, se niega a “seguir operando bajo la fórmula del supermercado de piezas”.
La familia Hayek afirma que exige el derecho legítimo a decidir con quién quiere trabajar y a quién quiere vender las piezas relojeras que produce su empresa.
Desde la perspectiva de la compañía, erigirse como el principal productor de microcomponentes relojeros ha generado un efecto perverso para Swatch, ya que el resto de las empresas fabricantes de relojes no invierten en modernizar su maquinaria y sus procesos, o lo hacen de forma insuficiente, y tampoco comparten los riesgos con Swatch.
Durante la recesión de 2009, la compañía frenó los pedidos y no los reactivó hasta que el mercado comenzó a recuperarse, estima Swatch.
Y es tiempo de cambiar las cosas de forma definitiva.
Un gran mercado en juego
La industria relojera suiza vive un boom excepcional desde hace un año. Entre mayo de 2010 y el mismo mes de 2011, las exportaciones de relojes helvéticos avanzaron un 23%, lo que implica un crecimiento diez veces superior de esta rama productiva con respecto a la economía como conjunto, refieren cifras de la Federación de la Industria Relojera (FH).
Y desde que inició el año, las exportaciones mensuales de relojes rebasan los 1.300 millones de francos suizos, un dato que sonaba a paraíso hace menos de una década.
“En mercados como Hong Kong, las ventas crecen a una tasa anual superior al 50% anual. Y Estados Unidos, en plena recuperación postrecesión también crece por encima del 50%”, señala la FH a swissinfo.ch
Y mercados que habían moderado la demanda, como Francia o Italia, vuelven a crecer a tasas superiores al 20%.
Swatch, en particular, se perfila como una de las empresas más rentables de la industria.
Si sus previsiones se confirman, sus ventas rebasarán los 7.000 millones de francos suizos en 2011, con lo que se convertiría en un nuevo ejercicio récord para la compañía.
Una inercia que supera las expectativas de los analistas, debido a que la intensa dinámica exportadora se mantiene, a pesar de que el franco suizo se ha apreciado más de 20% en 18 meses, lo que encarece los productos suizos que se venden en el extranjero.
Tras presentar los resultados financieros antes citados a sus accionistas –el último día de mayo-, Nick Hayek les informó también que “esta situación excepcional, en términos de capital propio y liquidez, coloca al Grupo Swatch en la posibilidad de tomar todas las oportunidades interesantes que se le presenten para reforzar su presencia en el mercado”.
El fallo de la ComCo luce pues vital en este proceso.
El 70% de la producción relojera suiza requiere de componentes fabricados por Swatch y los esfuerzos por diversificación de otras compañías –en la fabricación de sus propios mecanismos internos- avanzan a paso lento.
Y en el presente, solo Rolex y Richemont podrían prescindir del suministro de piezas de Swatch. Por lo que la totalidad del sector seguirá con atención la evolución de esta investigación.
(*) La ébauche moderna es una máquina de reloj con o sin piedras, pero sin partes reguladoras, muelle real, esfera ni agujas.
En 2009, Nicolas Hayek anunció su intención de dejar de fabricar componentes de reloj para otras compañías (agujas, cajas y mecanismos diversos).
Se quejó de que su grupo fuera denunciado de forma recurrente frente a la Comisión Federal de Comercio de Suiza, a pesar de realizar un esfuerzo por ofrecer piezas de primera calidad a un precio correcto.
En Suiza, aparte de Rolex y Richemont, ningún otro grupo relojero podría prescindir en el presente de las piezas que le suministra Swatch para fabricar sus pedidos cotidianos.
El Grupo Swatch cuenta con 156 fábricas, 18 marcas y más de 18.000 empleados.
En los años 70, la industria relojera suiza entró en crisis con la aparición de firmas japonesas como Seiko y Citizen y sus relojes de cuarzo.
En 1982, una empresa japonesa decidió comprar a Omega –icono de los relojes suizos-, lo que anticipaba la debacle de la relojería helvética.
Hayek decidió tomar cartas en el asunto. Creó la empresa SMH, producto de la fusión entre las dos principales relojeras de la época, ASUAG y SSIH.
E inició una cruzada con los bancos en busca de fondos para la modernización del sector relojero helvético.
Para principios de los 90 el sector se había salvado, y con la creación –en esta década- de un nuevo reloj con 51 piezas –en lugar de las tradicionales 91- abarató costes de producción y relanzó definitivamente a la industria.
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