Reformulación del debate suizo sobre inmigración
Los debates sobre la inmigración, en Suiza y en otros lugares, a menudo están plagados de prejuicios y presunciones de ambas partes. Un nuevo libro intenta ir más allá de 'pros' vs 'antis'.
“En Europa occidental, la mayoría de los ciudadanos prefieren una menor inmigración”, dice Philipp Lutz, doctorando de la Universidad de Berna y editor del libro ‘Neuland’ (Tierra virgen/ NZZ libro). En nuestros días, esa declaración podría sorprender menos que hace algunos años. Sin embargo, plantea una paradoja en el corazón mismo de la política migratoria en esta parte del mundo: mucha gente quiere menos inmigración, pero los políticos no quieren detenerla, ambos por razones y normativas económicas.
También parece una extraña declaración de parte de un investigador interesado sobre todo en los beneficios de la migración. Pero para Lutz y para los académicos que contribuyeron a alimentar el libro, subtitulado ‘La política migratoria suiza en el siglo XXI’, las visiones en blanco y negro de “a favor o en contra” deben ser archivadas. “La inmigración es a menudo vista como genuinamente buena o mala, pero esto no es útil”, dice. “Es ante todo una evidente realidad social, tanto si nos gusta como si no”.
De hecho, la primera de las veinte ‘tesis’ que presenta el libro, destinado a proporcionar una plataforma visionaria para redefinir el debate migratorio, es precisamente esa: “la migración de personas es la norma histórica”. El movimiento es algo que nunca ha cesado y nunca cesará, advierte, y Suiza es un caso paradigmático. De ahí la tesis 3: “Suiza es un país clásico de migración con altos niveles de movilidad hacia adentro y hacia afuera”.
Reestructurar el debate
Para Lutz, toda la confusión parte de la suposición de que la migración es una alteración de algún estado imaginario de normalidad homogénea. La persistencia de esta idea es lo que lo impulsó a él y a otros expertos de diversos grupos de discusión, a lanzar una serie de debates nacionales el año pasado, que condujeron al libro. Lo que se pretendía, explica, era redefinir algunos de los puntos de partida fundamentales del debate migratorio, tomando en cuenta el esperado crecimiento en la importancia de la migración para Suiza en el futuro (tesis 4), ya que la globalización hace al mundo más económicamente interdependiente.
Entonces, ¿qué otros supuestos están tratando de contrarrestar? Por un lado, que el hecho social de la migración puede ser completamente influenciado por las acciones políticas. La tesis 5 afirma que las causas de la migración (disparidades económicas, aspiraciones personales) son estructurales e imparables, y escapan a la política de prescripción. Las tesis 6 y 7 van un paso más allá, alegando que los intentos políticos para superar estas realidades estructurales conducirán inevitablemente a elusiones y que la aparición quimérica de cercas y muros implica en realidad una pérdida de control.
Del mismo modo, cuando se trata de una de las mayores pesadillas de los opositores a la inmigración, la pérdida o dilución de un sentido de la identidad nacional, el libro afirma de nuevo que este no tiene por qué ser el caso. Las cosas siempre cambiarán, pero no necesariamente para peor. Las tesis 17-19 elogian el valor económico y creativo de la diversidad en un país e incluso afirman que “la identidad suiza como ‘Willensnation’ (un país fundado no en la homogeneidad étnica sino en una “voluntad” de cooperar para fines cívicos y políticos) puede ser fortalecida por migrantes”.
Lutz explica: “A menudo se espera que los inmigrantes se adapten a una cultura nacional percibida como homogénea”. Pero la realidad social es diferente: incluso sin la inmigración, las sociedades son cada vez más diversas en términos de valores, estilos de vida y orientaciones culturales. Una nación no está tallada en piedra. Es una entidad en constante evolución, un “proyecto”: uno que él preferiría ver basado en “una comprensión más cívico-política que étnico-cultural, que podría abarcar mejor la realidad de la migración”.
Una manera de empezar a trabajar en este sentido es facilitar de alguna manera el proceso de concesión de la ciudadanía, que es uno de los más lentos y más engorrosos de Europa. “En Suiza, una cuarta parte de la población todavía no tiene derecho a votar”, indica. A medida que esta cifra crece, pueden surgir diversos riesgos, como “un déficit democrático cada vez mayor, marginación social y un sentido de exclusión”. Incluir más voces de inmigrantes en los debates políticos y comunitarios, afirma, podría aumentar su “sentido de pertenencia” y “fortalecer la cohesión social”.
Verificación de la realidad
Los debates sobre la migración en Suiza, como en otras partes, también frecuente (y tal vez claramente) caen en un modo de comparación numérica. ¿Cuántas personas están llegando? ¿Cuántos se van? ¿Cómo se correlacionan con las cifras actuales del PIB? Hasta tal punto que los números se han politizado, como ocurrió recientemente cuando un grupo de cifras de la Secretaría de Estado de Economía (SECO) sobre los beneficios económicos de la libre circulación fue cuestionado por la derecha conservadora, que acusó al Gobierno de propagar “noticias falsas”.
¿Qué piensa Lutz de estos debates? Una vez más, los argumentos están fuera de lugar: demasiado enfoque en torno a los números, más que en los resultados de las políticas, sostiene. Así como las cifras del PIB no pueden captar el estado de ánimo de una nación, las estadísticas de la migración no son suficientes para mostrar plenamente el panorama general. En cuanto al vínculos entre migración y desarrollo económico, está implícito en la tesis 9: “La migración es la consecuencia y el catalizador del desarrollo económico”. Pero ‘economizar’ demasiado el argumento entraña el riesgo de “caer en la trampa de tolerar la migración como un mal necesario para un beneficio económico”, en lugar de “manejarlo como una realidad que afecta a toda sociedad”.
Si todo esto puede sonar como teoría académica inútil y no a prescripción política clara, vale la pena referir la manera en que el discurso puede movilizar y conducir la política. Un testimonio es el reciente alboroto que se produjo cuando el 31 de julio, la víspera del Día Nacional de Suiza, la diputada socialista Ada Marra publicó en Facebook que “UNA Suiza no existe”. “La gente que vive ahí existe”, escribió la diputada. “Con diferentes ideas y opiniones. Con diferentes pasiones y orientaciones. Con diferentes prioridades y preocupaciones”.
En pocas horas, el mensaje – que suena sorprendentemente similar al tipo de reevaluación abierta que sugiere Lutz – recibió una serie de improperios, y Ada Marra pensó en cerrar su página a los comentarios. Al día siguiente habló con la emisora pública suiza RTS, defendiendo su declaración contra el diputado conservador de derecha Michaël Buffat, cuya opinión es indicativa de lo que muchos piensan: “Suiza no es un montón de individuos, es el compartir valores comunes únicos: independencia, neutralidad, democracia directa, trabajo”. Tenemos un “destino común”, apuntó.
‘Tierra virgen’
Para el proyecto ‘Neuland’ de Lutz, tales debates son bienvenidos. Lo que el foro quiere hacer, expone el investigador, es contribuir al tan necesario debate sobre cómo puede reconciliar Suiza su propia imagen con la realidad de ser un país de migración. Ese debate debe involucrar al mayor número posible de personas y de ambos lados de la “división”: aquellos que ven la migración como una amenaza y los que la ven como un enriquecimiento.
Y así, el siguiente paso es dar inicio a otra gira nacional, agrega, para promover y debatir las ideas del libro y usarlas para continuar las discusiones sobre cómo pueden centrarse más las políticas en hacer la migración benéfica para la sociedad. Los grupos de discusión del “estilo parlamentario” y las plataformas de colaboración masiva que condujeron al libro también pueden ser usados en otras áreas políticas.
¿Y sobre el futuro de la migración en Suiza? Lutz es “optimista”, a pesar de la irritación actual, que en cualquier caso “no es nueva”. Mientras que en la década de los 70 la llamada iniciativa ‘Schwarzenbach’, que pretendía expulsar a cientos de miles de “trabajadores invitados” italianos, apenas fue derrotada estrechamente, la decisión más reciente de implementar una versión “ligera” de la iniciativa aprobada contra la inmigración de masas en 2014 no causó mucho alboroto político: “Los suizos están cada vez más dispuestos a aceptar la migración como parte de la composición del país”, asienta.
Las 20 tesis
1. La migración es una normalidad histórica
2. La migración es un valor liberal y, por lo tanto, políticamente digno de protección
3. Suiza es un país clásico de migración con alta movilidad en todas las direcciones
4. La importancia de la migración para Suiza seguirá aumentando en el futuro
5. Las causas de la migración son estructurales y en gran medida escapan a las prescripciones políticas
6. Los intentos políticos para evitar la migración llevan sistemáticamente a estrategias de elusión
7. Las cercas y muros son síntoma y causa de una pérdida política de control
8. Las barreras porosas actúan como puertas giratorias y facilitan la movilidad en todas las direcciones
9. La migración es la consecuencia y el catalizador del desarrollo económico
10. Los países de origen se benefician de la migración a través del valioso flujo de dinero, conocimientos e ideas
11. La migración es una manera eficaz de mejorar las oportunidades de vida personal
12. La migración impulsa la prosperidad de Suiza y favorece la inversión en el futuro
13. Se necesitan rutas de escape seguras para proteger a las personas perseguidas
14. Las causas de los conflictos son complejas y multidimensionales
15. Los refugiados buscan nuevas perspectivas de vida
16. La concesión de asilo a personas perseguidas contribuye a un mundo más libre y más seguro
17. La participación equitativa de la población migrante refuerza la cohesión social
18. La diversidad cultural crea valores para la sociedad y las empresas
19. La identidad cívica suiza puede ser reforzada por los migrantes
20. Con una imagen de sí misma como país de migración, Suiza puede estar preparada para el futuro
Traducido del inglés por Marcela Aguila Rubín
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