Tras separarse de la matriz, Sandoz pretende rentabilizar los medicamentos de bajo coste

Los productores de genéricos afirman que los precios de algunos de sus productos han bajado tanto que han dejado de fabricarlos. La consecuencia es que solo quedan pocas comapñías abastecedoras para determinados fármacos esenciales. © Keystone / Gaetan Bally

Sandoz, ahora una empresa independiente de Novartis, se ha convertido en uno de los principales abastecedores de genéricos del mundo, al tiempo que crece la presión por producir medicamentos más asequibles para los pacientes.

Sandoz es la última división en separarse del gigante farmacéutico suizo Novartis. El miércoles, Sandoz empezó a cotizar en la bolsa suiza SIX, convirtiéndose en una de las compañías independientes de genéricos más grandes del mundo

“Hoy comienza una nueva era para Sandoz como compañía independiente, pero nuestro objetivo sigue siendo el mismo: ser líderes a la hora de facilitar el acceso de los pacientes a los medicamentos”, expone en un comunicado de prensa Gilbert Ghostine, presidente de la junta directiva de Sandoz.

La escisión, que se anunció por primera vez en agosto, debería ser beneficioso para el balance de Novartis porque le permite centrarse en los denominados medicamentos innovadores. Se trata de medicamentos patentados para áreas como la oncología y de tecnologías que se utilizan en la terapéutica genética, que podrían mejorar drásticamente los resultados médicos y generar grandes beneficios a la empresa.

Pero Sandoz se independiza justo en un momento en el que está creciendo enormemente la presión sobre los fabricantes de genéricos. A ello se añaden, además, las demandas de los gobiernos por reducir el precio de los medicamentos para hacerlos más asequibles, al tiempo que estos fabricantes se ven obligados a hacer frente a una creciente competencia, especialmente de Asia.

Hasta el pasado miércoles, Sandoz disfrutaba del colchón financiero que le proporcionaba el hecho de ser parte integral de la enorme estructura de Novartis. Las ventas globales de la división Sandoz ascendieron en 2022 a 9.200 millones de dólares (8.400 millones de francos), comparados con los 41.300 millones de dólares de la división de medicamentos innovadores de Novartis.

La historia de Sandoz

Sandoz se fundó en 1886 bajo el nombre de Kern & Sandoz en Basilea como pequeña empresa química especializada en la producción de tintes. Más tarde, la compañía expandió al sector farmacéutico e introdujo en el mercado la primera penicilina de ingestión oral en 1951. 

En 1966, la empresa se fusionó con Ciba-Geigy para formar Novartis. A partir de este momento, la marca Sandoz pasó a utilizarse únicamente para medicamentos de venta libre. Sin embargo, en 2003, Novartis reactivó la marca para su división de genéricos. En 2006, la división consiguió un hito importante con la introducción del primer medicamento biosimilarEnlace externo. 

En 2022, Novartis anunció una reestructuración con enfoque en medicamentos innovadores, es decir, productos patentados que utilizan una nueva sustancia activa o un nuevo mecanismo. Como resultado de esta reestructuración, la multinacional decidió vender Sandoz. 

Como empresa independiente, Sandoz debe demostrar que la venta masiva de medicamentos económicos puede ser un negocio rentable. Hasta 2028, la compañía quiere aumentar el margen básico ajustado de beneficios al 24-26 %, de los 18-19 % que se esperan para este ejercicio.

“El desafío para Sandoz es que el mundo de los genéricos es duro”, comenta Mike Rea, consejero delegado de IDEA Pharma, una empresa consultora del sector farmacéutico. “Está fuera de toda duda que el mundo está preparado para los genéricos, pero competir en este segmento es difícil”.

Solo sobreviven los más fuertes

Genéricos son reproducciones de fármacos químicamente sintetizados, y éstos son, a su vez, medicamentos compuestos a partir de una fuente biológica. Cuando expira una patente, los fabricantes de genéricos pueden participar en el mercado y desarrollar estos medicamentos a un coste más bajo, lo cual suelen conseguir con más competitividad y un incremento de la oferta.

En Suiza los precios de los genéricos suelen ser más altos que en el resto de Europa, pero aun así, los precios de algunos tratamientos más antiguos se han reducido considerablemente en la última década. El ibuprofeno es un ejemplo, un fármaco que se introdujo en el mercado en los años 1960. Se trata de uno de los analgésicos más utilizados. El precio de fábrica (el equivalente de lo que se desembolsa al fabricante) para una pastilla de genérico de 600 mg (sobre la base de una cajetilla con 100 comprimidos) ascendía a 33 céntimos de franco en 2003. Veinte años más tarde y después de cuatro revisiones tarifarias, el precio de esta misma pastilla se eleva a tan solo 9 céntimos.

Dado que en algunos países como Suiza se regulan los precios de los genéricos, las compañías no pueden ajustar los precios tan fácilmente para combatir la inflación o la subida de los costes energéticos.

La presión sobre los precios ha llevado a empresas a descatalogar completamente algunos productos y a deslocalizar una parte de la producción a países con costes de fabricación más bajos. Tanto en Estados Unidos como en Europa, la mayoría de los medicamentos genéricos los suministran hoy solo una o dos empresasEnlace externo. La alianza Medicines for Europe, apoyada por la industria, comprobóEnlace externo que, en términos generales, un 26 % de los medicamentos genéricos han desaparecido de los mercados europeos en la última década.

En mayo, Teva Pharmaceuticals, uno de los fabricantes de genéricos más importantes con sede en Israel, comunicó que iba a reducir la producciónEnlace externo de genéricos más antiguos. El consejero delegado de Teva declaró que la empresa estaba suprimiendo segmentos del portfolio con ganancias “diluidas” o que estaban “generando pérdidas” para sustituirlos con ofertas que generan un mayor margen de beneficios.

Estos cambios han contribuido a agravar la escasez de medicamentos en muchos mercados. La Oficina Federal para el Suministro Económico del País informó a principios de marzo que alrededor de 140 medicamentos esenciales registraban retrasos en la entrega, estaban agotados por tiempo indefinido o se habían retirado por completo del mercado, mientras en 2017 esta cifra alcanzaba todavía los 48 medicamentos.

El 12 de septiembre, el Gobierno estadounidense informó Enlace externosobre la escasez de 15 medicamentos contra el cáncer debido a problemas en la fabricación y en el suministro. Tres de estos fármacos —cisplatino, carboplatino y metotrexato— se utilizan ampliamente y han sido fundamentales para el tratamiento del cáncer durante décadas.

“La carrera hacia abajo no siempre es beneficiosa”, concluye Wilbert Bannenberg, un experto en el análisis de la accesibilidad a los medicamentos y fundador de Pharmaceutical Accountability Foundation en los Países Bajos. “No solo tenemos problemas para acceder a nuevos medicamentos por ser demasiado caros, también están desapareciendo productos porque su producción deja de ser interesante para las compañías”.

Giro hacia márgenes más elevados

Además de deshacerse de medicamentos no rentables, las empresas están invirtiendo cada vez más en especialidades y en fármacos que ofrecen márgenes de beneficios más altos.

Sandoz se centra en medicamentos biosimilares, que actualmente concentran la quinta parte de las ventas. Lo hace porque las patentes de muchos fármacos biológicos han caducado. Se trata de medicamentos más caros que los genéricos, en parte porque su desarrollo es más difícil y costoso. La empresa prevé la introducción en el mercado de al menos cinco biosimilares dentro de los próximos 18 meses, además tiene otros 25 productos en la cartera.

El pasado 2 de octubre, otro fabricante de genéricos, la estadounidense Viatris, anunció Enlace externosu decisión de separarse de sus medicamentos de venta libre, así como de su negocio con productos sanitarios para mujeres y con ingredientes farmacéuticos activos, todos segmentos con beneficios reducidos, para centrarse en su negocio oftalmológico.

Observadores del mercado temen consecuencias nefastas para los pacientes si la rentabilidad condiciona demasiadas decisiones en el sector farmacéutico.

“Las empresas productoras de medicamentos genéricos y biosimilares son responsables para el 80 al 90 % de los medicamentos utilizados en el mundo”, señala Marijn Verhoef, que dirige el departamento de negocios e investigación en la Access to Medicine Foundation, que dispone de una infraestructuraEnlace externo para evaluar las empresas productoras de genéricos. “Es importante dejar claro a las compañías, aunque también a las organizaciones de contratación, que si permitimos una situación en la que estas empresas solo se dedican a fabricar productos que generan beneficios, vamos a perder piezas clave de la medicina, no solo antibióticos y antifúngicos, sino también tratamientos oncológicos”.

Malabarismos

El consejero delegado de Sandoz, Richard Saynor, disipó dudas sobre si la empresa podría verse obligada a poner en riesgo el acceso a los medicamentos en el futuro. Mejorar el acceso de la gente a los medicamentos no es una contradicción para los inversores, declaró al periódico suizoEnlace externo Tages-Anzeiger. “Si llegamos a más pacientes, nuestros ingresos se irán incrementando a la larga.” 

No obstante, existen opiniones divergentes sobre cómo ampliar la cobertura. En Suiza, los genéricos y los biosimilares solo abarcan un 25 % de participación en el mercado, comparado con el 70 % en Europa y el 90 % en Estados Unidos. Recientemente, el Gobierno suizo anunció planes para incentivar el uso de genéricos y biosimilares. Esto significaría que se tendrían que reducir los precios para aumentar el atractivo de los medicamentos sin patentes.

La industria de los genéricos en Europa quiere dejar atrás el enfoque en los precios y orientarse más hacia nuevos modelos de fijaciónEnlace externo de precios que toman en cuenta el número de competidores y el incremento de los costes.

Texto adaptado del inglés por Antonio Suárez Varela