Un funicular de vértigo revitaliza el turismo en Stoos
El funicular de Stoos –el más empinado del mundo– tiene una pendiente de infarto y permite admirar un panorama impresionante. Este pequeño pueblo alpino en el centro de Suiza se ha convertido otra vez en un destino turístico internacional gracias al funicular.
La pareja de ancianos japoneses parece perdida. Él mira insistentemente los horarios del transporte público. ¿Tren, autobús o barco? Ella, aturdida, observa a su alrededor en busca de algo de claridad. Los dos están vestidos como para ir a la montaña: llevan calzado apropiado y bastones. En la pequeña estación de ferrocarril de Brunnen (localidad del cantón de Schwyz, a orillas del lago de los Cuatro Cantones), parecen desorientados.
Trato de ayudarles y les pregunto: “¿Stoos?”. No responden. “Railway?” [¿Ferrocarril?]. Tampoco. Tras lo cual, alargo mis dedos e inclino la mano como si indicara una pendiente pronunciada. “World record? [¿Récord mundial?]. “Yes, yes!” [¡Sí, sí!], contestan al unísono. A falta de un idioma común, la conversación acaba ahí. Pero algo es más que evidente: estos turistas quieren probar el funicular más empinado del mundo.
Eco mundial
Inaugurado en diciembre de 2017, el funicular de StoosEnlace externo conecta el pueblo de Stoos con el valle del Muota, conocido por su folcloreEnlace externo y las cuevas de HöllochEnlace externo, entre las más largas del mundo. El nuevo funicular sustituye al antiguo, construido en 1933 y cuya concesión ya había llegado a su fin.
Con el nuevo enlace (cuyo coste ha superado los 52 millones de francos) el trayecto de 1 740 metros y 744 metros de desnivel se realiza en tan solo tres minutos. La inclinación alcanza el 110%, o 47 grados en su punto más pronunciado. Una característica que ha catapultado a Stoos a los medios de comunicación de todo el mundo: desde Estados Unidos hasta China.
“Esperábamos cierto interés internacional, pero no hasta este punto. Este funicular es conocido en prácticamente todos los países del mundo”, dice Ivan Steiner, responsable de turismo de la región. En las redes sociales los vídeos del funicular ascendiendo por la ladera de la montaña entre las barreras de avalanchas se han visto millones de veces.
El destino favorito de la reina Victoria
Stoos está situado a 1 300 metros de altitud y tiene unos 150 habitantes. El pueblo está cerrado al tráfico, y los únicos modos para llegar (además de una estrecha carretera privada) son el teleférico y ahora el nuevo funicular. “En gran medida dependemos del turismo, especialmente del turismo de invierno”, explica Daniel Betschart, alcalde de Morschach-StoosEnlace externo.
La región ya era conocida durante la Belle Époque [época que va desde el final de la Guerra Franco-Prusiana en 1871 hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914]. A finales del siglo XIX, el balneario de Stoos era muy apreciado por una clientela pudiente. Atrajo a un público internacional (en particular francés, ruso e inglés), gracias al éxito de sus terapias a base de suero de leche, tal y como puede leerseEnlace externo en la web del hotel construido en el mismo lugar en el que se alzó el antiguo balneario. “La reina Victoria a menudo pasaba sus vacaciones en nuestra ciudad. Acompañada de su séquito se quedó varias semanas. Aquí había grandes hoteles. Y no uno, sino dos campos de golf de 18 hoyos”, cuenta Betschart.
La #funicolareEnlace externo di #StoosEnlace externo non è l'unico #recordEnlace externo che appartiene alla #SvizzeraEnlace externo … pic.twitter.com/0rfWaKH9GREnlace externo
— Nouvo RSI (@NouvoIT) 19 dicembre 2017Enlace externo
Uno de los 52 lugares a visitar en 2018
Tras la Primera Guerra Mundial, el turismo disminuyó. Y durante el período siguiente, esta zona de la Suiza central fue frecuentada sobre todo por clientes locales o de los cantones vecinos. “Con el nuevo funicular, el turismo internacional ha vuelto”, observa Daniel Betschart.
Una observación que se ratifica al caminar por las pequeñas calles sin coches de Stoos. En este día soleado de finales de julio, las terrazas de los restaurantes están abarrotadas, y eso a pesar de que hace tiempo que ha terminado la hora del almuerzo. En las mesas sobre todo se escucha hablar el alemán suizo, pero también se ven familias del Golfo Pérsico, Asia o Europa del Este.
Este último invierno, la cifra de visitantes ha sido un 30% mayor que la del año anterior, destaca Ivan Steiner. Y entre el 1 de mayo y el 24 de julio de este año se han registrado 109 000 visitantes, el doble que en el mismo período de 2017. “Esta evolución está ligada, sin duda, al nuevo funicular, que puede transportar hasta 1 500 personas a la hora, 500 más que la construcción anterior. “Sin embargo, cuantificar su impacto real no es fácil, ya que también hay que tener en cuenta las excelentes condiciones climáticas”, dice el responsable de turismo.
Lo que es seguro es que Stoos también ha contado a su favor con una publicidad inesperada, añade. “El ‘New York Times’ colocó a Stoos y a la región del lago de los Cuatro Cantones en el quinto lugar en su lista de 52 lugares para visitar en 2018Enlace externo. Esto es un gran impulso promocional para nosotros”, cuenta.
Sin escalones y en el centro del pueblo
El funicular de Stoos ha dado la vuelta al mundo gracias a su diseño futurista y a su tecnología innovadora. El sistema de equilibrado automático diseñado por el fabricante suizo Garaventa mantiene las cabinas, en todo momento, en posición horizontal. Ni en las estaciones de embarque del valle ni en Stoos se necesitan escaleras, algo que dificultaría el flujo de pasajeros con equipaje, cochecitos de bebés o sillas de ruedas, explica Ivan Steiner. “Este era uno de los requisitos para facilitar el transporte de pasajeros y también de mercancías. Hay otros sistemas que permiten compensar la pendiente, pero esta es la única manera de tener cabinas muy compactas, una cuestión esencial porque el funicular atraviesa tres túneles”, continúa.
Otra característica especial es la ubicación de la nueva estación de montaña. A diferencia de la antigua, está situada en el centro del pueblo y cerca de los remontes. Esto es una ventaja tanto para los turistas (que pueden deslizarse en sus esquís desde la salida de las cabinas) como para los residentes. Porque, como nos recuerda el alcalde Daniel Betschart, el funicular ante todo es un medio de transporte público para quienes tienen que bajar al valle, así como para transportar montaña arriba todos los bienes que se necesitan en el pueblo, desde materiales de construcción hasta alimentos.
“Es comparable a un autobús o un tren. Con el nuevo funicular podemos garantizar el transporte público para los habitantes. Es una conexión fundamental”, insiste Ivan Steiner.
Nuestros dos interlocutores afirman que en Stoos todo el mundo está feliz de poder contar con esta nueva conexión. Sin embargo, han hecho falta 14 años y 11 votaciones para que el proyecto hoy sea una realidad.
“¡Solo aquí hemos votado cinco veces!”
“En algunos países, la gente no puede expresar su opinión sobre los grandes proyectos. Aquí, en cambio, se ha consultado a los ciudadanos once veces”, explica Daniel Betschart. Se trataba sobre todo de “votaciones de procedimiento”, ya que el nuevo trazado del funicular, que atraviesa el territorio de hasta tres municipios, requería cambios en los distintos planes directores, dice el alcalde, que recuerda que, solo en el municipio de Morschach-Stoos, la población ha sido llamada a las urnas cinco veces.
“El proyecto siempre ha tenido un apoyo amplio. Los habitantes también aprobaron el préstamo de cinco millones de francos, una suma enorme para una pequeña localidad de 1 100 habitantes como la nuestra”. Una inversión que, según Ivan Steiner, constituye una especie de “seguro de vida” para este pueblo alpino. “El nuevo funicular ha asegurado el futuro del turismo en Stoos y en toda la región”.
El funicular de récord en cifras
Inclinación máxima: 110% (47 grados)
Pasajeros: 1 500 a la hora
Duración del trayecto: entre 3 y 5 minutos
Longitud del recorrido: 1 740 metros
Desnivel: 744 metros
Coste total: más de 52 millonesde francos
Precio del billete: 22 francos ida y vuelta (sin descuentos)
Traducción del francés: Lupe Calvo
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