Un año después: Cómo la guerra en Ucrania ha cambiado Suiza
Suiza se ha enfrentado a exigencias que eran impensables antes de la invasión rusa de Ucrania, desde confiscar bienes privados rusos hasta la reinterpretación de la neutralidad. Sin embargo, ¿hasta qué punto es realista el cambio en el país helvético? Lo analizamos y mostramos cinco pronósticos.
Activos rusos
Suiza aún no ha recaudado fondos rusos para la reconstrucción de Ucrania, pero la presión dentro y fuera del país es cada vez mayor. Eso ha quedado más que demostrado en el tono que han usado distintos políticos.
El ministro de Asuntos Exteriores, Ignazio Cassis, por ejemplo, señaló al margen del Foro Económico Mundial de Davos este enero que los fondos congelados de los oligarcas eran «una posible fuente para la reconstrucción de Ucrania». Todo eso con el añadido de que requeriría una base jurídica y la cooperación internacional.
Aunque se trata de una declaración en un tono informal, fue suficiente para desatar el nerviosismo en el centro financiero suizo.
Hace solo seis meses, el mismo Cassis, que representa al Partido de los Liberales Radicales (PLR por sus siglas en francés) en el Consejo Federal, había advertido vehementemente contra la expropiación. Sería un «precedente peligroso», subrayó en aquel entonces en la Conferencia sobre Ucrania organizada por Suiza en Lugano.
El hecho de que la retórica esté cambiando deja claras dos cosas:
En primer lugar, que Suiza no se adelantará a otros países. Eso no es nuevo. Especialmente cuando se trata de finanzas, Suiza actúa siempre de segundas. Con las sanciones contra Rusia, dudó antes de seguir finalmente a la UE.
Para Suiza, se trata de caminar por la cuerda floja ya que no quiere enfadar a EE.UU. y Europa, pero al mismo tiempo pretende mantener su promesa de que los activos del mundo estén a salvo de la arbitrariedad.
En segundo lugar, aparece la difícil situación jurídica, comparada con las exigencias políticas. La garantía de la propiedad está consagrada en la Constitución suiza.
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Expropiar en lugar de congelar fondos, ¿es posible en Suiza?
Según la mayoría de los juristas suizos, no existe una base precisamente jurídica para la expropiación de activos privados rusos. Recientemente, un grupo de expertos de alto nivel dirigido por la Oficina Federal de Justicia confirmó este hecho.
Otros Estados occidentales no van mucho más lejos. Hasta ahora, Canadá y Croacia han anunciado la utilización de activos privados rusos en beneficio de Ucrania. Todos los demás Estados están aún en fase de discusión.
La presión no solo procede de Ucrania, sino también de los Estados de Europa del Este y de Estados Unidos. Las cartas se han barajado de nuevo con el cambio de mayoría en la Cámara de Representantes estadounidense. Es cuanto menos cuestionable que el Partido Republicano apoye expropiaciones de gran alcance.
La presión internacional sobre Suiza se debe a la cantidad de oligarcas en el país. La Asociación de Banqueros calcula que los ciudadanos rusos han concentrado entre 150 000 y 200 000 millones de francos suizos en bancos suizos.
El Gobierno ha congelado hasta ahora 7 500 millones y 17 propiedades de particulares rusos sancionados. En comparación, en toda la UE solo se han congelado unos 19 000 millones de euros.
También se dice que las reservas del Banco Central ruso están en bancos suizos. Según una información de la Secretaría de Estado para Asuntos Financieros Internacionales, suponen hasta el dos por ciento de los fondos del banco central ruso.
Oficialmente, no están congelados, pero en realidad no pueden transferirse. Algunos juristas han expresado la opinión de que lo más probable es que se encuentre o invente una base jurídica para la confiscación de esos fondos.
Pronóstico: Si Suiza se atreve alguna vez a dar un paso de este tipo – lo que ya empieza a ser evidente hoy en día – será solo cuando exista una base jurídica internacional para ello.
Armamento suizo
Suiza no se ha ganado buena fama en los países occidentales con su bloqueo a la reexportación de armas.
El ejemplo que más trascendió fue el rechazo de la munición para el tanque antiaéreo Gepard con la que Alemania quería apoyar a Ucrania. Aunque también bloqueó solicitudes de España y Dinamarca.
Más recientemente, Alemania anunció su intención de producir ella misma la munición en el futuro, lo que ha desencadenado un debate en Suiza sobre la mano de obra en la industria armamentística.
De hecho, la industria de defensa se considera insignificante en el conjunto de la economía, ya que solamente aporta el 2,5% del volumen de negocios de toda la industria metalúrgica, eléctrica y de ingeniería mecánica. No obstante, la presión política que ejerce es grande.
El argumento más importante es que sin exportaciones, la industria armamentística suiza no puede mantenerse en su tamaño actual por razones económicas, lo que va en contra de la autosuficiencia armamentística de Suiza y, por tanto, indirectamente, del principio de neutralidad armamentística.
En consecuencia, el ala nacional-conservadora de la política suiza reacciona con sensibilidad ante cualquier nuevo compromiso de la industria armamentística.
La reexportación de armamento suizo a zonas de guerra por parte de terceros países está prohibida por la Ley de Material de Guerra, que se endureció hace tan solo un año. Durante años, los partidos de la izquierda y del centro del espectro político presionaron a la industria armamentística. Pero la guerra en Ucrania ha dado un giro inesperado. De pronto, la práctica restrictiva ya no es incontrovertible ni siquiera entre los partidos de izquierda.
Pronóstico: Entretanto, parecía seguro que Suiza iba a reaccionar así. A nivel federal, están pendientes dos iniciativas políticas que pretenden crear la base jurídica correspondiente, en un caso por un periodo de tiempo limitado y circunscrito a la guerra en Ucrania. En el otro caso, con efecto general y base en el Derecho Internacional.
Entre otras cosas, la reexportación debería estar vinculada a la condición de que el Consejo de Seguridad de la ONU o dos tercios de la Asamblea General de la ONU hayan juzgado el conflicto contrario al derecho internacional. En el caso de la guerra en Ucrania, en el que la Asamblea General ya se ha pronunciado.
Recientemente, sin embargo, el apoyo en el Parlamento suizo se ha ido desmoronando. Que sea suficiente para una mayoría dependerá probablemente del Partido Socialdemócrata y, no menos importante, de la cuestión de qué resonancia tendrá en Suiza el nuevo «movimiento pacifista» iniciado por intelectuales alemanes de izquierdas.
Sin embargo, es una incógnita si un cambio en la ley para Ucrania llegaría a tiempo. La democracia suiza necesita tiempo. También en Suiza tarda demasiado. Por eso mismo, políticos de distintos partidos discuten abiertamente sobre cómo evitarlo.
Se habla, por ejemplo, de un intercambio. La idea es que Suiza venda los tanques en desuso al fabricante en Alemania, lo que es legalmente posible sin restricciones. Alemania podría entonces poner los tanques a disposición de los países que a su vez han suministrado tanques a Ucrania y reponer así sus propias existencias.
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Neutralidad
La respuesta internacional fue grande cuando Suiza se sumó a las sanciones de la UE contra Rusia a finales de febrero de 2022. Eso puede haber tenido algo que ver con el hecho de que se tardara más en tomar una decisión.
Pero, sobre todo, las reacciones demostraron que la neutralidad suiza no se entiende en el extranjero. Las sanciones forman parte de la política exterior suiza desde los años 90, y es habitual que se cumplan.
Es importante saber que Suiza no persigue la neutralidad como principio universal, sino puramente militar. En pocas palabras, no participa en conflictos armados y no suministra armas a las partes en conflicto. Así se regula en el Acuerdo de La Haya de 1907, que Suiza sigue considerando vinculante en términos de neutralidad.
En la historia helvética se han producido violaciones del acuerdo por motivos políticos, tanto durante la Segunda Guerra Mundial como durante la Guerra Fría. Pero siempre de manera aislada.
En opinión de algunos expertos, la enmienda a la Ley de Material de Guerra que se está debatiendo ahora -y que permitiría de facto el suministro indirecto de armas a Ucrania- supondría una desviación de la ley de neutralidad.
El experto en Derecho Internacional Oliver Diggelmann, de la Universidad de Zúrich, señaló recientemente en una entrevista al periódico Tages-Anzeiger que «no sería una manera poco suiza (…) Actuamos como si no supiéramos que esto no es posible en virtud de la ley de neutralidad. Y así podríamos amortiguar la presión internacional».
Pronóstico: El Partido Popular Suizo (UDC por sus siglas en francés), conservador y de derechas, está recogiendo firmas para una iniciativa que pretende asegurar una interpretación restrictiva de la neutralidad mediante una enmienda constitucional.
Es casi seguro que se someterá a votación. El sí en las urnas, sin embargo, es menos seguro. Lo más probable es que se vuelva a la práctica anterior, es decir, a la afirmación de que la neutralidad suiza no se toca, mientras que se interpreta según las necesidades en caso de crisis.
Refugiados
En 2022, Suiza ha vivido la mayor afluencia de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. El sistema de alojamiento y atención está al límite. Solo de Ucrania llegaron 75 000 desplazados, principalmente mujeres y niños.
Sin embargo, tras una interrupción relacionada con la pandemia, también ha aumentado el número de solicitantes de asilo procedentes de otros países: en 2022 se presentaron unas 24 000 solicitudes, y la tendencia va en aumento.
Suiza ha concedido a los ucranianos que han huido de su país el estatuto de protección S, que les permite trabajar y llevar una vida normal. Muchas familias ucranianas fueron alojadas inicialmente de forma privada.
No todo fue como la seda, pero hasta ahora la percepción pública del trato a los refugiados ha sido positiva, como documentan los medios de comunicación.
Sin embargo, su integración en el mercado laboral ha sido difícil. A pesar del alto nivel educativo de los refugiados ucranianos, solo el 15% ha encontrado trabajo. A nivel escolar tampoco ha sido fácil, pues muchas escuelas carecen de profesores suficientes. También aumentan las críticas respecto al alojamiento. Algunos cantones han tenido que recurrir a soluciones de emergencia.
Pronóstico: Debido a las elecciones nacionales de este año, es previsible que se desarrolle un fuerte debate sobre inmigración. Es probable que la UDC, crítica con la inmigración, tenga especial interés en ello. Sin embargo, el efecto de la cuestión es aún pequeño. En las elecciones regionales de Zúrich, consideradas un baremo de la política suiza, el partido solo pudo obtener ligeros avances.
Energía
La preocupación por la seguridad energética de Suiza inundó los titulares este verano y otoño. El Gobierno lanzó una campaña en la que llamaba a la población a ahorrar energía. Sin exigir demasiado a la población: Ducharse en vez de bañarse era una de las recomendaciones.
Un otoño suave e intervenciones a varios niveles en Europa -especialmente la importación de gas licuado de ultramar- evitaron entonces la crisis energética. El embargo de gas de Vladimir Putin resultó ser menos eficaz de lo que se temía. Por ello, el tema ha pasado a un segundo plano en Suiza.
Lo que queda son los efectos a largo plazo, como las nuevas cadenas de suministro de gas natural, el auge de la industria de las bombas de calor y, sobre todo, el aumento del coste de la vida. Los precios de la electricidad en Suiza han subido considerablemente, lo que se refleja en el consumo.
Aunque la inflación es más baja que en el entorno europeo, en enero se situó en un inusual 3,3% para Suiza. Algunos partidos aprovechan la situación para cuestionar el abandono de la energía nuclear en Suiza y su calendario.
Pronóstico: Suiza no experimentará un nuevo boom nuclear como otros países. La inflación será absorbida por las medidas salariales de los empresarios en un mercado laboral que se ha secado y se caracteriza por la escasez de trabajadores cualificados. No hay amenaza de agitación social. Como el precio de la electricidad sube con retraso, la cuestión energética volverá a cobrar importancia en la política interior.
Adaptado del alemán por Carla Wolff
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