“Burkina Faso es víctima de la maldición del oro”
En Burkina Faso, pueblos enteros son desplazados para extraer oro que luego será refinado en Suiza, según una investigación de dos ONG helvéticas. El economista burkinés Barthélémy Sam pide a Suiza que asuma la parte de responsabilidad que le corresponde para poner fin a estas prácticas abusivas.
El economista y coordinador de Proyectos de la oenegé Acción CuaresmaEnlace externo en Burkina Faso, Barthélémy Sam, ha visitado poblados ubicados alrededor de tres minas en las que la totalidad de la refinación de oro corre a cargo de Metalor, empresa con sede en el cantón de Neuchâtel. El testimonio que ofreció en un reciente encuentro con los medios de en Berna es amargo. Las poblaciones locales son siempre las principales perdedoras en una ruta hacia el oro que causa estragos económicos y medioambientales.
Metalor niega los cargos
Metalor rechaza los resultados que arrojó la investigación conducida por las oenegés Pan para el Prójimo y Acción Cuaresma. En un comunicadoEnlace externo publicado en su página web, la empresa asegura que “actúa respetando las leyes de Burkina Faso, los estándares que fijan organismos internaciones reconocidos, así como los derechos humanos”.
El informe ofrece “una imagen totalmente falsa de la situación», especialmente en el caso de la mina Issakane, explotada por la canadiense Iamgold y que “ha sido reconocida por su compromiso con la comunidad», sostiene la empresa de Neuchâtel.
swissinfo.ch ¿Qué problemas engendra la explotación de oro en Burkina Faso?
Barthélémy Sam: La principal consecuencia es la pérdida de tierras cultivables. El acceso a la tierra es esencial en Burkina Faso, donde el 83% de la población vive de la agricultura. Durante los últimos años, 14 000 personas han sido desplazadas para poder explotar tres minas de las que se extrae oro que será refinado en Suiza. Ciertamente, cada vez que hay concertaciones entre el Estado, las empresas y los agricultores, se produce un proceso de indemnización. Pero frecuentemente no sirve para mucho. Es muy difícil comprar tierras agrícolas, ya que estas se trasmiten de generación en generación o se prestan. Las personas desplazadas pierden, pues, sus medios de subsistencia.
swissinfo.ch: Las multinacionales en Burkina Faso afirman, no obstante, que hacen todo lo necesario para reducir el impacto social y medioambiental que provocan sus actividades. ¿No plantea usted un panorama más sombrío que el real?
B.S.: No. Me he reunido con numerosos habitantes de estas zonas, están desesperados por la situación que viven y es mi deber transmitir los gritos que surgen de sus corazones. La explotación industrial de oro no ha hecho sino degradar la vida de los campesinos más pobres. Es una maldición para sus comunidades. Y de forma totalmente opuesta a lo que afirman los grandes explotadores de las minas, las comunidades no resultan ganadoras.
“La explotación industrial de oro no ha hecho sino degradar la vida de los campesinos pobres. Es una maldición para las comunidades locales”.
JLe doy un ejemplo: para poder explotar la mina Bissa, situada 85 kilómetros al norte de la capital, Uagadugú, un pueblo entero fue desplazado. Los habitantes enfrentan hoy serios problemas, porque en la nueva tierra deben cultivar superficies áridas. Adicionalmente, las casas que fueron erigidas en el nuevo pueblo de Bissa son muy pequeñas, endebles y poco propicias para mantener las costumbres comunitarias que tenía el pueblo.
Y hay más aún, las minas ahora son inaccesibles para ellos, ya no pueden practicar la minería artesanal, así que encima perdieron una fuente de ingresos que era vital para ellos.
swisinfo.ch: Pero la minería artesanal también es una actividad riesgosa para la gente…
B.S.: En este caso, en particular, el oro era relativamente de fácil acceso y su explotación no requería esfuerzos importantes. Pero, efectivamente, estimamos que alrededor de 600 000 personas en Burkina Faso trabajan en minas de oro artesanales en condiciones muy difíciles. Los niños arriesgan su vida diariamente descendiendo dentro de conductos profundos, carentes de seguridad y mal ventilados. La [ONG suiza] Declaración de Berna puso en evidenciaEnlace externo este fenómeno y probó también que el oro ilegal que sale de estas minas se refina en Suiza.
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El oro, un verdadero emblema para Suiza
El trabajo de las multinacionales extranjeras para la explotación industrial que vemos desde hace años crea numerosos problemas socioeconómicos, culturales, medioambientales, sanitarios y políticos. Y todo parece indicar que las cosas no cambiarán pronto, porque Burkina Faso exporta unas 40 toneladas de oro anuales desde 2001 y de las minas actuales aún pueden extraerse unas 260 toneladas adicionales.
swissinfo.ch: Usted evoca el tema de los problemas medioambientales y sanitarios. ¿Podría citarnos ejemplos concretos?
B.S. Los habitantes del nuevo pueblo de Bissa, especialmente las mujeres, sufren de una falta de agua. La sociedad minera ha reconocido que contaminó los pozos y ha llevado cisternas de agua a la gente, pero no en cantidad suficiente, lo que genera conflicto entre las mujeres. Ante la falta de opciones, muchas de ellas terminan bebiendo agua contaminada con desechos de la mina. Me mostraron las manchas negras que tienen en las manos y los pies y afirman que el “agua de oro” es la responsable.
swissifo.ch: ¿Quién es el culpable de todo esto?
B.S.: Las multinacionales en el terreno tienen, sin duda, una gran responsabilidad. Pero también la tienen las firmas que refinan el oro burkinés, que son suizas. Estas deberían asegurarse de que las empresas extractoras respeten las normas ecológicas y no vulneren la dignidad de la población local.
“Casi el 70% del oro en el mundo y el 90% del oro en Burkina Faso se refinan en Suiza. La Confederación Helvética no puede negar su responsabilidad.”
Por supuesto, tampoco puede minimizarse la responsabilidad del gobierno burkinés en todo esto. Gran parte de los permisos se concedieron durante el régimen de Blaise Campaoré [obligado a dimitir en 2014 tras una sublevación popular]. La minoría en el poder es la que obtiene enormes ganancias.
En cuanto a los estudios sobre el impacto de esta minería, existen, pero a menudo permanecen guardados en los cajones. No hay un Estado fuerte que se pronuncie sobre estos problemas. Por ejemplo, la mina de Kalsaka, en el norte del país, está a punto de cerrar tras un año y medio de actividad y nadie quiere hacerse responsable de los trabajos de saneamiento que se requieren.
swissinfo.ch: ¿Qué esperaría usted de Suiza y de su gobierno?
B.S: Casi el 70% del oro en el mundo y el 90% del oro en Burkina Faso se refinan en Suiza. La Confederación Helvética no puede negar su responsabilidad. Debe involucrarse. Debe ejercer más presión sobre las empresas especializadas en la refinación de oro y para que estas a su vez se vean obligadas a exigir una mayor diligencia de sus socios que extraen el metal precioso en esos lugares.
A favor de multinacionales responsables
A juicio de las oenegés suizas Acción Cuaresma y Pan para el Prójimo, el informe sobre las repercusiones de la explotación de oro en Burkina Faso demuestra una vez más que Suiza no puede confiar en las medidas voluntarias para respetar los derechos humanos y el medioambiente que dicen aplicar las multinacionales helvéticas en el extranjero.
Por ello, en 2015, decidieron poner en marcha, con el apoyo de más de 70 organizaciones de la sociedad civil, la iniciativa ‘En busca de multinacionales responsables”Enlace externo, que actualmente está en proceso de recolección de firmas.
El objetivo es adoptar una serie de normas que obliguen a las empresas suizas a respetar los derechos humanos y medioambientales en los países donde operan.
Traducción del francés: Andrea Ornelas
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