Aroma de éxito: robots de Contexa
Ginebra acoge a dos de los principales fabricantes de perfumes y aromas del mundo. Y es sede de un ecosistema en donde han proliferado innovadoras pymes durante los últimos años. Por ejemplo, Contexa, líder en el dosaje automático de líquidos. Reportaje.
A la sombra de la imponente “muralla” de inmuebles de la ciudad de Lignons -una barra ininterrumpida de edificios de departamentos de más de un kilómetro, lo que la convierte en la más larga de Europa- se observa un pequeño y discreto edificio color rosa pálido. Es la sede de la empresa ginebrina ContexaEnlace externo.
Al interior, una treintena de empleados laboran en un laberinto de oficinas y locales destinados a la investigación, el control de calidad y los servicios postventa.
El Silicon Valley de los aromas
Nacida a finales del siglo XIX, la industria perfumera suiza lidera actualmente la producción de aromas y esencias -naturales y, sobre todo, sintéticas- que se exportan al mundo entero.
Las dos principales empresas multinacionales de esta industria, Givaudan y Firmenich, están basadas en Ginebra. Lo anterior les permite ser beneficiarias de mano de obra altamente calificada, del trabajo realizado por los centros especializados de investigación y les confiere un acceso privilegiado a muchos de sus clientes, que son fabricantes de productos de belleza, de higiene personal y de limpieza para el hogar, o productores de bebidas o medicamentos.
En el ‘Silicon Valley de los Aromas’, ubicado en la suiza francófona, hay más de 400 empresas dedicadas al negocio de los aromas. Esta actividad abarca, de hecho, desde el cantón del Valais (Suiza) hasta el territorio francés que colinda con la frontera común. Esta industria genera 10 000 empleos directos.
El inmenso taller en donde se realiza el montaje final de las máquinas está desierto. “Acabamos de entregar nuestros últimos robots especializados en dosaje a clientes de Asia y Europa”, dice casi disculpándose Daniel Schuppbach, fundador y director de Contexa desde 1999.
Pese a su elevado costo -entre 500 000 y 3 millones de francos suizos por unidad- los aparatos producidos por esta firma ginebrina -bautizados con evocadores nombres de animales como Cobra, Fox o Colibrí- son cada vez más demandados por los fabricantes de perfumes y aromas de todos los continentes. “Estamos activos en un mercado de nicho y casi la totalidad de nuestra producción se exporta. La progresión de nuestras ventas ha sido especialmente importante en Asia”, destaca Daniel Schupbach.
Peso y volumen
Ex ingeniero de proyectos en FirmenichEnlace externo, número dos mundial de esta rama productiva, cuya sede también está en Ginebra, Daniel Schupbach decidió revolucionar la forma en la que se dosificaban los líquidos utilizados en la fabricación de perfumes y aromas alimentarios industriales. “Para crear un perfume, o un aroma, hay que mezclar entre 30 y 50 ingredientes de un muestrario de alrededor de 1 500 materias primas disponibles. Hasta hace poco, ese trabajo era efectuado por un preparador que pesaba uno a uno los ingredientes. Nosotros conseguimos afinar un sistema volumétrico conformado por jeringas independientes que operan, además, de forma autónoma, permitiendo dosificar e inyectar simultáneamente estos productos a un tanque final”, explica el fundador de Contexa.
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Robot dosificador impulsa productividad
El resultado: un ahorro de tiempo considerable (3 minutos en vez de una hora ) y una precisión cuyo margen de error es mínimo (apenas unos cuantos miligramos, es decir, máximo el equivalente a 10 gotas de agua) en volúmenes de varios cientos de kilos procesados en el robot. «Son máquinas innovadoras que permiten realizar importantes avances en materia de productividad, asegurando una excelente calidad en la producción», destaca John Vernieri, responsable de operaciones en Givaudan.Enlace externo
La firma que lidera la perfumería a nivel mundial, también basada en Ginebra, ya adquirió una docena de robots Contexa para sus fábricas de Europa, Norteamérica y Asia. «Gracias a este tipo de robot probamos y desarrollamos los componentes olfativos de muchos productos cotidianos, como perfumes, aguas de colonia y productos de limpieza para el hogar», refiere John Vernieri.
Apoyo gubernamental
Este invento es producto de un proyecto de asociación científica establecido entre Contexa y la Universidad de Ciencias Aplicadas del Cantón de VaudEnlace externo, que tuvo también el apoyo de la Comisión Federal de Tecnología e Innovación (CTI) (que el pasado 1 de enero fue rebautizada como InnoSuisseEnlace externo). La misión de InnoSuisse es fomentar la transferencia de conocimiento y tecnología entre las universidades y la industria.
“La unión de estas fuerzas era esencial para que llegara a buen puerto nuestro primer prototipo. Como PME, carecíamos de los medios financieros y de los conocimientos para manejar solos un proyecto de este tipo”, afirma Daniel Schupbach. El trabajo de equipo permitió a la empresa ginebrina ganar varias preseas, una de ellas, el Premio a la Innovación del cantón de Ginebra en 2013.
Schupbach reconoce entusiasta los esfuerzos del gobierno suizo en materia de innovación, pero el emprendedor ginebrino lamenta que no exista apoyo suficiente para la fase de industrialización de un producto, ya que es el momento que muchos emprendedores suizos se ven en problemas financieros y experimentan la presión de vender sus empresas a inversores extranjeros. “Esto es lamentable porque permitir que se vayan más allá de nuestras fronteras as ganancias y los nuevos empleos”.
Contexto monetario difícil
La perspectiva de una venta a extranjeros es un paso que, afortunadamente, Daniel Schupbach no ha tenido que dar: todas las acciones de Contexta se mantienen en manos familiares y el empresario ha podido, hasta ahora, rechazar las ofertas de adquisición que ha recibido de capitales extranjeros.
Pese a ello, la vida tampoco ha sido solo miel sobre hojuelas para Contexa en los años previos. En 2015, la decisión del Banco Nacional de suiza (BNS) de eliminar el tipo de cambio mínimo entre el euro y el franco suizo impactó fuertemente a la empresa fabricante de robots dosificadores. Si bien la situación ha mejorado durante los últimos meses, gracias a que el euro se ha recuperado frente al franco, la compañía no se salvó de realizar algunos despidos, aumentar el tiempo de trabajo de sus empleados sin compensación salarial adicional, e incluso, se vio obligada a un recorte drástico de costos.
“Tuvimos que racionar (gastos) al máximo para conservar la mayoría de los puestos de trabajo y el valor añadido que nos caracteriza. También tuvimos que dejar de fabricar las piezas desprendibles de los robots, para concentrarnos solo en el ensamblaje final de las mismas”, recuerda Schupbach.
Mano de obra transfronteriza
Pese a las dificultades, el fundador de Contexa jamás ha pensado en deslocalizar su empresa. Afirma que Ginebra ofrece una gran flexibilidad laboral y una gran riqueza de mano de obra transfronteriza.
Dos de cada tres empleados de Contexa viven en Francia, cerca de la frontera con Suiza. “No encontramos suficiente mano de obra cualificada en Suiza”, reconoce Daniel Schupbach y añade: “es más fácil hacer venir a Ginebra a alguien de Lyon que a alguien de Vaud”.
Otra de las ventajas de estar en Ginebra es que también Givaudan y Firmenich están basadas en esta ciudad. Territorio en donde también existe un floreciente ecosistema empresarial que gira en torno a estos dos gigantes. “Formamos parte de una industria altamente globalizada. Por lo tanto, estamos permanentemente atentos a las mejoras que se registran en otros lugares del mundo. Pero, ciertamente, el contacto directo y la proximidad geográfica que tenemos con Contexa son una ventaja para establecer colaboraciones con esta firma”, dice John Vernieri.
Por su parte, Daniel Schupbach confirma: “mantenemos una muy buena relación con los especialistas de Firmenish y Givaudan. Los intercambios son frecuentes y sus niveles de exigencia, muy altos. Esto nos obliga a reinventarnos y a mejorar todo el tiempo, lo que nos permite mantenernos por delante de nuestros competidores”.
La rivalidad entre Givaudan y Firmenich
Con una facturación de 5 100 millones de francos suizos en 2017, Givaudan es la líder indiscutible de la industria mundial de los perfumes y los aromas. Su principal competidora, Firmenich, está en la segunda posición con ventas por 3 300 millones de francos el año pasado. Las dos firmas juntas concentran dos tercios del mercado global de los perfumes y los aromas.
Aunque fueron fundadas el mismo año (1895) en Ginebra, las dos empresas son distintas. Givaudan cotiza en el mercado bursátil suizo y ha asegurado su crecimiento a través de las adquisiciones. Firmenich, en tanto, ha privilegiado el crecimiento orgánico y se ha mantenido en manos familiares.
Givaudan emplea a 9 000 personas en 80 fábricas a nivel mundial. Por su parte, Firmenich tiene 7 000 trabajadores repartidos en 60 sitios de producción en el mundo.
Las dos son de un perfil discreto, pero mantienen una rivalidad que lleva ya más de un siglo. Hay una regla tácita que dice que, por ejemplo, los empleados de estas dos sociedades no pueden casarse o vivir en pareja bajo un mismo techo.
Traducido del francés por Andrea Ornelas
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