Una tregua para el negocio de las materias primas
Desde que el Gobierno suizo se negó en marzo a introducir normas de transparencia más rigurosas, el sector de las materias primas respira aliviado. Pero la presión internacional sobre el secreto bancario y los regímenes fiscales cantonales podrían restar atractivo a Suiza.
Las cómodas condiciones de operación que ha ofrecido Suiza a la industria de las materias primas podrían estar llegando a su fin. Y los principales países competidores –como Singapur– ya hacen cola para cazar a las empresas descontentas.
Las multinacionales se deshicieron en elogios hacia el Libro Blanco que publicó el Gobierno suizo el mes pasado con recomendaciones para el sector de las materias primas: un informe “bien meditado”, “apropiado y “equilibrado”.
En especial, valoraron la negativa del Gobierno de adherirse a las nuevas medidas que enarbolan Washington y Bruselas en materia de transparencia. Esas normas prevén que las firmas del sector revelen detalles de sus transacciones financieras a otros gobiernos.
El peso creciente de las materias primas en la economía es una de las razones por las que el Libro Blanco era tan aguardado. Las utilidades que registraron las 20 principales empresas del sector pasaron de 2.100 millones de dólares en 2001 a 33.500 millones de dólares en 2008, según estimaciones del Financial Times. Un crecimiento astronómico que se ha traducido en historias de riqueza, pero también de explotación, corrupción y daños medioambientales.
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El negocio de las materias primas gana peso
La inevitable transparencia
Martin Fasser, presidente de la Zug Commodity Association, considera que la decisión de Suiza de no exigir información financiera a las empresas de materias primas, en realidad, no es tan relevante. Los operadores internacionales, ya están obligados a abrir sus libros contables ante las autoridades, como exige la legislación estadounidense Dodd-Frank así lo exige, y las nuevas directivas de transparencia previstas por la Unión Europea (UE) también caminan en ese sentido, precisa.
“En general, los nuevos requerimientos de transparencia no están siendo vistos como un factor de cambio radical. La información financiera ya está disponible. Por ello no sería problemático divulgar los pagos en los estados financieros”, declara a swissinfo.ch.
«Personalmente, no he escuchado decir a ninguna empresa que considere dejar Suiza para esquivar los efectos de la Dood-Frank o de la legislación de la UE, ni nadie que tenga previsto mudarse si el gobierno suizo decide cambiar su regulación en materia de transparencia“, añade.
Swiss towns such as Winterthur, Lucerne and Lausanne have a long tradition of trading in commodities such as cotton or coffee, stretching back to the C19th.
After the two world wars, Switzerland became a favourite venue for many international companies that wanted a neutral base from which to trade raw materials – often in politically sensitive regions.
There are now an estimated 10,000 workers in the sector, generating some 3.5% of Switzerland’s economic output.
Singapore entered the market relatively late by comparison, launching its “global traders programme” to attract big players in 2001.
But the industry has seen meteoric growth, employing some 12,000 professionals in 280 companies. The top traders generated some $1 trillion in revenues in 2011.
Teorías de conspiración
Para Emmanuel Fragnière, profesor de la Escuela Superior de Gestión (HEC) de Ginebra y director de, estudios sobre comercio de materias primas, la secrecía financiera que caracteriza esta actividad económica es su sistema sanguíneo y el factor que engrasa todas las complejas transacciones que permiten desplazar los productos básicos en el mundo.
Fijar el precio correcto para un bien es un delicado acto de equilibrismo que puede hacer la diferencia entre ganar o perder dinero. Estos datos manejados con discreción son cruciales para mantener ventajas competitivas sobre los rivales.
Fragnière sostiene que la política de mayor transparencia que aplican EEUU y Europa es parte de los ataques globales contra el sector financiero suizo.
Desde su perspectiva, las regulaciones deben ser fortalecidas para evitar que operadores piratas abusen del mercado en vez de realizar un comercio leal, comenta Fragnière, pero objeta el enfoque dogmático adoptado por Washington y Bruselas.
“Suiza ha sido un patio de recreo para los operadores internacionales de commodities porque esta industria se ha desarrollado en una especie de Lejano Oeste”, dice el académico. “E incluso un sector basado en la secrecía requiere reglas, que se deben aplicar de forma pragmática. No se trata solo de dictar nuevas restricciones”.
La Ley Dodd-Frank estadounidense data de 2010 e incluye una serie de medidas para regular el sector financiero. Se aprobó por decisión del Gobierno tras la crisis de los subprime.
Estipula que las empresas del sector de las materias primas que cotizan en bolsa –como los grupos mineros- publiquen todo pago realizado a los gobiernos extranjeros por proyectos comerciales que superen los 100.000 dólares. Esta disposición incluye pago de impuestos, bonos, permisos de operación, etc.
La Dodd-Frank también impone directrices al comercio de productos derivados, una herramienta financiera que utilizan constantemente los operadores del sector.
La UE está a punto de emitir una directiva sobre la transparencia muy similar cuya redacción concluyó a principios de abril. Se prevé que entre en vigor a finales de año obligando a las empresas a revelar los pagos superiores a los 100.000 euros que realizan a los gobiernos. A diferencia de la Dodd Frank, incluye a compañías madereras.
Singapur, el riesgo
Samir Zreikat, director de la consultora Dealigents, coincide con Fragnière en que la mano dura internacional es una extensión del ataque al secreto bancario suizo.
Pero en su caso, teme que el valioso acervo de abogados, contadores y especialistas financieros que posee Suiza decida seguir la ruta de los capitales de sus clientes rumbo a destinos en el extranjero.
“En la medida en la que gente acaudalada desplace sus activos de la banca suiza a otras jurisdicciones, no tengo la menor duda de que algunas compañías de servicios también decidirán emigrar, lo que repercutirá en el atractivo de Suiza y el nivel de experiencia en este sector que hoy ofrece”, afirma a swissinfo.ch.
Singapur se perfila como uno de los destinos que más podrían beneficiarse, al ser un país que ha construido un impresionante mercado para las materias primas gracias a su cercanía con China y sus bajas tasas impositivas.
Actualmente, unas 280 compañías se benefician de un favorable marco regulatorio y emplean a 12.000 personas en la industria de las materias primas –más que en Suiza-, según datos oficiales.
No habrá éxodo
Las empresas de commodities de Singapur pagan actualmente una tasa de impuestos del 5%. En Suiza el gravamen es del 10% y las presiones ejercidas por la UE sobre los cantones podrían llevarlas al 13% en un futuro cercano.
En 2012, el gigante Trafigura generó una onda de conmoción cuando decidió trasladar uno de sus principales centros de operación suizo a Singapur. La empresa siempre argumentó, no obstante, que si decisión era de índole geoestratégica y no fiscal.
Fasser coincide en que Singapur es un riesgo, pero afirma que una mayor carga impositiva aplicada por los cantones afectaría, sobre todo, el crecimiento de las empresas suizas del sector, pero no provocaría un éxodo.
Gennadi Timtschenko, cofundador del grupo petrolero Gunvor que reside en Ginebra, ha advertido a Suiza de que no ceda a las presiones de la UE y EEUU. «Si yo no estuviera aquí, la compañía probablemente tampoco lo estaría», declaró al diario Neue Zürcher Zeitung.
«Nos sentimos como en casa en Ginebra, pero si el Gobierno cambia radicalmente las condiciones de operación, tendremos que revisar escenarios. Podríamos ir a Singapur porque ya tenemos una oficina allí. Es un lugar seguro y estable, quizás el clima es distinto, pero no nos costaría acostumbrarnos”, afirmó.
A finales de 2014, el Gobierno suizo deberá emitir un informe sobre los esfuerzos realizados para aplicar las llamadas Reglas de Ruggie, o principios de la ONU para fortalecer el desempeño en derechos humanos en todas las empresas del mundo.
«La aplicación de las directrices Ruggie actuará como catalizador y permitirá un enfoque más coherente por parte del gobierno en la materia”, sostiene Urs Rybi, de la ONG Declaración de Berna.
El Parlamento ha encargado un estudio de derecho comparado sobre debida diligencia en materia de derechos humanos para ver si se requiere una legislación en la materia.
(Traducción: Andrea Ornelas)
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