La industria farmacéutica atraída por el cannabis
A medida que la demanda aumenta, la venta de medicamentos con THC (tetrahidrocannabinol) debería facilitarse en Suiza. Novartis se ha asociado con una empresa canadiense para comercializar productos a base de cáñamo.
Medicina. En pocos años, los frascos de cannabis psicotrópico (con más del 1% de THC) podrían venderse bajo la marca Sandoz/Novartis en farmacias. El gigante farmacéutico de Basilea ha visto el potencial económico de esta planta prohibida, en proceso de rehabilitación. A finales de diciembre su filial Sandoz anunció una alianza con la canadiense Tilray, especializada en producir cannabis medicinal.
“El acuerdo con Tilray es un acuerdo marco global. Permite una posible colaboración en todos los países”, declara Satoshi Sugimoto, portavoz de Novartis. El propietario de Sandoz prevé ayudar a la empresa canadiense fundada hace 5 años a comercializar sus extractos de cannabis medicinal y a desarrollar otros nuevos. “Las dos compañías también pueden asociarse […] con el objetivo de formar a los farmacéuticos y médicos en productos de cannabis médico”.
Lejos del hippie del cáñamo
Tilray está lejos de ese estereotipo del pequeño productor hippie del cáñamo. La empresa con sede en Columbia Británica (Canadá) cotiza en bolsa desde el pasado mes de julio. La cotización de sus acciones entre julio y septiembre aumentó más del 1000% (antes de retroceder). Los inversores cuentan con la apertura gradual de los mercados. Desde 2018, Tilray, presente en 12 países, ha vendido sus flores y aceites de cannabis, por ejemplo, en el mercado alemán.
Una cantidad pequeña de THC es suficiente
La planta de cannabis contiene un centenar de sustancias que actúan sobre nuestro cuerpo. El THC (tetrahidrocannabinol), la sustancia más conocida, es la molécula psicotrópica buscada por los fumadores “recreativos” y prohibida por la ley de estupefacientes. El THC también se utiliza para combatir los dolores y estimular el apetito. Otra molécula producida por la planta es el CBD (cannabidiol), reconocido, entre otros, en el tratamiento de la epilepsia y cuya venta en Suiza se ha autorizado recientemente.
En el mercado negro, los fumadores compran flores que contienen hasta un 30% de THC. La farmacia de la estación de Langnau (en el cantón de Berna) cultiva una variedad que solo contiene un 3% de THC (y un 6% de CBD). “Esto es más que suficiente para tratar el dolor”, explica su responsable, el doctor Manfred Fankhauser. “Desde el punto de vista médico, es interesante tener una mezcla de ambos; el CBD reduce el efecto psicotrópico del THC”, subraya el neurólogo Claude Vaney.
Suiza, obviamente, está en el punto de mira. Para conocer las especificidades del mercado suizo, hace unos meses, en vísperas de una revolución legislativa, un representante de Tilray ha visitado una de las dos únicas farmacias en Langnau autorizadas a vender preparados caseros a base de THC.
La prohibición actual en el campo de la medicina ha dejado de tener sentido, dice el Consejo Federal [Gobierno suizo]. “La legislación ya no se corresponde con el conocimiento actual o las necesidades de las personas afectadas”, escribió en un informe publicado el pasado mes de julio. Aunque las preparaciones a base de CBD están permitidas en la actualidad, aquellas otras a base de THC siguen estando prohibidas. El gobierno recuerda que la mayoría de los pacientes se aprovisionan en el mercado negro.
Solo un espray autorizado desde 2014
Desde 2014 en Suiza solo se ha autorizado un medicamento que contiene más del 1% de THC: el espray oral Sativex fabricado por la inglesa GW Pharmaceuticals. Los médicos pueden recetarlo, solo como último recurso, a pacientes con esclerosis múltiple. Para el resto de pacientes o remedios que contengan más del 1% de THC, hay que presentar una solicitud “excepcional” ante la Oficina Federal de Salud Pública (OFSP).
Sin embargo, estas solicitudes tienen ya poco de excepcional. Y es que en los últimos cinco años se han presentado cerca de 10 000 solicitudes, con una tendencia al alza, señala la OFSP (en 2012 se concedieron 500 autorizaciones, 3 000 en 2017).
Tras ampliar de 6 a 12 meses la duración de estas autorizaciones, el Consejo Federal, a petición del Parlamento, está considerando eliminar esta limitación. Se estudian diversas soluciones para liberalizar el mercado del cannabis de uso terapéutico. El Consejo Federal presentará el proyecto definido este verano.
Hasta ahora el doctor Manfred Fankhauser ha disfrutado en Suiza de una especie de monopolio. Desde hace casi 11 años es uno de los dos farmacéuticos autorizados a producir preparados a base de cannabis (con THC). Cultiva sus propias plantas y prepara soluciones magistrales en forma de tintura o aceite (con THC) para tratar el dolor y las náuseas. Solo el año pasado su tienda de la estación de Langnau recibió unas 2 500 autorizaciones excepcionales.
“Paso mucho tiempo tranquilizando a los pacientes sobre los efectos de esta planta. Pero noto que desde la introducción del Sativex, hace 4 años, ha habido un cambio real en la percepción. El cannabis se percibe ahora como otro medicamento más. Se prescribe incluso en los hospitales. Recibimos cada vez más recetas de hospitales y clínicas universitarias de renombre”, afirma.
Un problema: el precio
El problema del precio persiste. Para comprar los preparados en la farmacia de Langnau, un paciente tiene que pagar casi 300 francos al mes, “incluso el doble si sufre de manera especial”, dice Manfred Fankhauser. El Sativex es algo más barato, pero sigue siendo un gasto importante para quienes reciben una pensión de invalidez.
Las compañías de seguros en la actualidad no están obligadas a reembolsar estos tratamientos. Algunos sin embargo –la mitad, indica Manfred Fankhauser– aceptan pagar los costes en casos especiales.
El Consejo Federal considera que hoy es imposible obligarles a hacerlo, ya que siguen siendo insuficientes los estudios científicos. “La falta de pruebas científicas sobre la eficacia de los medicamentos a base de cannabis […] impide que en un futuro próximo los cubra el seguro médico obligatorio”.
La llegada de actores de peso, como Novartis, debería cubrir esta laguna. Tilray ya se ha comprometido a desarrollar la investigación clínica, trabajando sobre todo con universidades australianas y canadienses.
La Liberté: ¿Para qué prescribe usted el cannabis?
Claude Vaney: Al principio, el marinol (THC sintético y caro) se prescribía a los pacientes con sida que habían perdido el apetito, y a los pacientes con cáncer que sufrían de náuseas provocadas por la quimioterapia. Estas son las dos indicaciones históricas del cannabis. Después, hará unos veinte años, un paciente con esclerosis múltiple me mostró las virtudes del THC contra la rigidez muscular. Quise recetarle marinol. La OFSP se negó, pero me animó a hacer estudios. Desde entonces, se ha autorizado el uso de un medicamento específicamente diseñado para las personas con esclerosis múltiple, el Sativex. Hoy es la prescripción más común. En general, el cannabis tiene un potencial contra el dolor, los calambres musculares, la ansiedad, el insomnio, etc.
La Liberté: El Gobierno dice que todavía no se ha probado científicamente la eficacia del cannabis…
C.V.: Es la paradoja: la gente que consume cannabis elogia sus virtudes, pero la literatura científica es muy floja. Se han realizado muy pocos estudios clínicos (pruebas realizadas en pacientes), porque estos estudios cuestan decenas de millones de francos y las empresas farmacéuticas hasta ahora no se han interesado en este mercado. Solo existen estudios clínicos para el Sativex, financiados por la empresa que lo produce.
La Liberté: El cáñamo, sin embargo, se conoce desde tiempos inmemoriales…
C.V.: De hecho, esta planta estaba muy extendida en México e India, sobre todo. Los ingleses trajeron algunas plantas a finales del siglo XIX. Se dice que la reina Victoria tomaba tintura de cáñamo para combatir sus dolorosos menstruales. ¿Por qué esta preparación desapareció de las farmacias en los años 40? Según la literatura, los estadounidenses, grandes productores de algodón, vieron en el cáñamo mexicano un competidor y han luchado para demonizarlo. En 1961, el cannabis se incluyó en la lista de estupefacientes de la Convención de las Naciones Unidas.
La Liberté: ¿Qué papel podría tener el cannabis en el futuro?
C.V.: No creo que vaya a ser la panacea: no es un analgésico particularmente potente. La morfina o el ibuprofeno son más eficaces. Pero es un complemento interesante para pacientes con dolores crónicos, que no responden a otros tratamientos. Espero que Suiza no demonice esta sustancia, al igual que los opiáceos (morfina, etc.). Hoy no podemos imaginar el fin de la vida sin opiáceos. Hay que desdramatizar el uso médico del cannabis. No hablo del cáñamo “recreativo”, con un alto contenido de THC. Pero una infusión, por ejemplo, para una abuela que tiene problemas para dormir, es mejor que un güisqui todas las noches antes de acostarse.
El artículo y la entrevista originales se publicaron en el diario La LibertéEnlace externo, de Friburgo, el 3 de enero de 2019.
Traducción del francés: Lupe Calvo
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