¿Alguien logrará robarle el palco escénico a Trump en el WEF?
Cuando la figura más controvertida y divisoria del mundo, el presidente estadounidense Donald Trump, se hace presente, la atmósfera está predestinada a enrarecerse. Este año, el tema del Foro Económico Mundial (WEF en inglés) es “Crear un futuro común, en un mundo fracturado” y el encuentro verá el surgimiento de nuevos movimientos críticos del a globalización.
«Nuestro mundo está cada vez más fracturado; crece la competencia entre naciones y se agudiza la división entre las distintas sociedades”, expresó Klaus Schwab, fundador del WEF, durante la tradicional conferencia de prensa que antecede al WEF. Pero en 2018, como en los años precedentes, este foro considera que será capaz de generar debate y “mejorar el estado del mundo” al congregar a un generoso número de políticos, líderes empresariales y miembros destacados de la sociedad civil.
La edición número 48Enlace externo del WEF, que como siempre se celebrará en la estación alpina de Davos, ha sido antecedida por un mensaje de Schwab que suena familiar a los asistentes. Este foro se adjudica, nuevamente, la misión imposible de desentrañar e intentar resolver la cada vez más larga lista de problemas que aquejan al mundo.
Listado que, por cierto, no ha dejado incólume a Suiza. El país anfitrión, considerado por muchos como un refugio seguro, como una sólida roca política y económica, también ha sido víctima de las fracturas referidas. Tras años de resistirse, finalmente fue despojado de su legendario secreto bancario como resultado de una cruzada que encabezó Estados Unidos. Y Suiza busca hoy, como también lo hace la vapuleada Unión Europea post Brexit, su nuevo sitio en el mundo.
¿Qué es WEF?
El Foro Económico MundialEnlace externo fue fundado en 1971, originalmente bajo el nombre de Foro Europeo de Gestión. Klaus Schwab lo diseñó como un cónclave dedicado a reunir a líderes empresariales de Europa y Estados Unidos.
En 1987, cambió su nombre por el de Foro Económico Mundial. Su asamblea anual es un escaparate político y económico que se celebra siempre en Davos. La única excepción fue el año 2002, cuando tuvo lugar en Nueva York como señal de apoyo y solidaridad a EEUU, luego de los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001.
Este añoEnlace externo, la reunión convocará a 3.000 delegados, entre los que se encuentran políticos de alto nivel y líderes empresariales, religiosos, de la sociedad civil, la cultura, la tecnología y la ciencia.
El primer ministro indio, Marendra Modi, ofrecerá el discurso inaugural y será Donald Trump, presidente de EEUU, quien se ocupe del discurso de clausura.
El WEF jamás rehúye a abordar los temas globales más espinosos y ya está listo para ofrecer espacios para el debate que incluyen la mezcla más heterogénea de temas: cambio climático, problemas en las zonas de conflicto, crisis global de refugiados, la economía global en el futuro o el impacto de las tecnologías digitales.
Nuevos contramovimientos
Pero medir los resultados de las conferencias de Davos es complicado. Para hacerlo, uno tendría que contar todos los apretones de manos que han dado a puertas cerradas en el laberíntico centro de congresos. Y luego contar también todas las ocasiones en los que esos apretones de manos se tradujeron en hechos.
Pero a la estación de esquí de Davos no parece importarle demasiado el resultado. Como cada año, se prepara para su semana más importante del año; aquella en la que acapara los reflejos de las cámaras de los medios de comunicación de todo el mundo y se llenan los bolsillos del turismo y los comerciantes del pueblo.
Pero lejos de los límites fuertemente custodiados del centro de congresos, Davos experimentará un cambio en su apariencia y carácter. Dada la expansión constante del foro, hoy en día, tiendas, oficinas y cafés se alquilan a compañías internacionales y otras organizaciones, para anunciar con grandes y coloridas pancartas, su presencia en el WEF. Todos los países quieren ser vistos y vistos a lo grande.
Y hay más actores que se alistan para atraer la atención en el escenario global que ofrece el WEF. Durante los últimos años, Davos ha sido testigo de un creciente número de actos marginales y disruptivos que se desarrollan al margen de los trabajos del centro de convenciones.
Entre lo más destacado, se encuentra la comunidad de tecnología financiera, conformada por una dinámica generación de empresas y emprendedores que quieren cambiar la forma en la que el mundo piensa, maneja sus finanzas y vive, en general. Algunos de los principales protagonistas de la cadena de bloques y de las monedas criptográficas estarán en Suiza, sí, pero no se sienten cómodos en el entorno del WEF.
La última palabra
Por ello, prefieren establecer un campamento en una iglesia local, a unos metros del Centro de Congresos, desde donde predicarán sus disruptivas ideas y podrán husmear, ocasionalmente, en las actividades que los banqueros de cuello blanco tienen en ‘santuario’ de la globalización en el que se convierte el WEF.
Y este año, en particular, un grupo de ‘anarquistas’ criptográficos decidió incluso ir un paso más allá. Decidió lanzar una Asamblea Anual ‘alternativa del WEF’, en la cercana St Moritz, justo una semana antes del inicio del evento en Davos. La recién creada Conferencia de las Finanzas CriptográficasEnlace externo intentará enlazar proyectos financieros digitales de vanguardia con fondos de cobertura de alto riesgo e inversores de capital dispuestos a arriesgarse.
Y algunos de estos inversores potenciales son los mismos hombres que unos días después se dirigirán a Davos a participar en el WEF para seguir cerrando jugosos negocios. Ahí, podrán ver cómo Donald Trump clausura los trabajos del foro. Aunque muchos se dicen sorprendidos por el hecho de que el presidente de los Estados Unidos no esté a cargo del discurso inaugural del WEF, no les sorprende en cambio, en absoluto, que sea quien tendrá la última palabra.
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Diez aspectos clave del WEF
(Traducción del inglés: Andrea Ornelas)
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