Las escuelas suizas más cosmopolitas
Como cada año, los directores de los Colegios Suizos en el extranjero se congregan durante tres días en su patria para compartir experiencias y preocupaciones, sobre todo de índole económica.
La política de ahorro de la Confederación también afecta a estas escuelas que reciben un tercio de sus recursos de la ‘Madre Patria’.
‘Análisis financiero’; ‘best practice’, ‘costes salariales’, ‘benchmarking’: el programa de la Conferencia de Colegios Suizos en el Extranjero, reunida este martes, miércoles y jueves en Liestal, en la campiña de Basilea, guarda un gran parecido con un seminario de jefes de empresa. Al igual que en años precedentes, es un asesor financiero quien dirige los debates.
Nada sorprendente. Aunque el 30% de sus presupuestos proviene de Berna, los colegios son empresas privadas. Y cuando la ayuda federal disminuye (12% menos entre 2004 y 2007), deben optimizar su gestión y encontrar nuevas fuentes de financiación.
«Este año necesitaríamos 17,5 millones de francos, mientras que el año pasado recibimos poco más de 17 millones», explica Derrick Widmer, presidente del Comité de Colegios Suizos en el Extranjero, quien insiste en «la importancia de estos colegios para la cultura y para la presencia suiza en el exterior».
Las leyes del mercado
«Todas las escuelas internacionales comparten ese tipo de preocupación», recuerda René Fritschi, director del Colegio Suizo de Bangkok.
El problema es que los salarios de los profesores deben ajustarse a las normas europeas (incluso si a veces apenas rondan el sueldo de una cajera de supermercado), mientras que el precio de las matrículas debe adecuarse a los niveles locales. Y es que si se aumentan mucho, se corre el riesgo de perder alumnos.
Ambros Hollenstein, director del Colegio Suizo de México que cuenta con 1.000 alumnos y en agosto abrirá una segunda filial fuera de la capital, se muestra sereno. «Nuestra política es depender cada vez menos de los subsidios del gobierno de Berna».
«De hecho, somos sobre todo una escuela suiza de carácter internacional. Obviamente estamos muy impregnados de la cultura helvética, pero tenemos alumnos de treinta nacionalidades».
Dos tercios de alemanes
La constatación es siempre la misma, independientemente del lugar. De forma global, sólo un 40% de los alumnos de los colegios suizos provienen de familias cien por cien suizas. En Acra, por ejemplo, se han visto desplazados por los alemanes que representan dos tercios de los discípulos.
«Seguimos el plan de estudios del cantón de Zúrich, que nos patrocina, pero lo hemos adaptado a las exigencias del sistema alemán», explica Thomas Bopp, director del centro de enseñanza suizo en la capital de Ghana.
La situación es semejante en Bangkok, donde René Fritschi, además de la financiación de Berna, recibe una aportación económica del gobierno de Berlín, aunque aplica el plan de estudios del cantón de Lucerna.
O por lo menos hasta cierto punto. La ley establece que los estudiantes 100% tailandeses deben aprender la lengua del país y todos los demás tienen que familiarizarse con la cultura local. Al igual que en México, donde la enseñanza de la historia debe impartirse por profesores mexicanos y seguir los planes de estudios del país.
El premio de excelencia
Para Derrick Widmer, esta riqueza de culturas constituye una de las fuerzas de los colegios suizos en el extranjero. «Aquí (en Suiza) se habla siempre de problemas de integración, mientras que allí la relación intercultural funciona muy bien. Y los alumnos dominan tres o cuatro lenguas al final del ciclo escolar obligatorio», se felicita el presidente del Comité.
De forma más general, los directores de los colegios reunidos en Liestal consideran sin falsa modestia que el nivel de enseñanza en sus centros es superior al que puede ofrecer una escuela pública media en Suiza.
Lógico. Para un colegio privado la excelencia es, ante todo, una cuestión de supervivencia. «Tenemos que adaptarnos al mercado. Vigilar permanentemente la calidad de la enseñanza para mantener su nivel es imperativo para nosotros», explica Ambros Hollenstein.
Una excelencia que también tiene un precio. Está claro que estas escuelas internacionales, de alto nivel, limpias, tranquilas, exentas de problemas de violencia y de drogas no son accesibles para los niños de la calle. Así, en Acra hay una única alumna que es 100% ghanesa; los demás niños de raza negra que comparten pupitre con alumnos rubios provienen de familias mixtas.
«Yo no diría que estamos abiertos únicamente a una élite, pero las familias que nos confían a sus hijos son familias… digamos bien situadas», concluye René Fritschi.
swissinfo, Marc-André Miserez
(Traducción del francés: Belén Couceiro)
Los 16 Colegios Suizos en el Extranjero son instituciones privadas fundadas por las colonias de expatriados.
Se distribuyen por los cuatro continentes: seis en Europa, una en África, dos en Asia y siete en América Latina. En su conjunto, acogen a 6.500 alumnos, generalmente desde el parvulario hasta el bachillerato.
La ley establece qué porcentaje de los alumnos debe tener nacionalidad suiza: 30% en las escuelas pequeñas; 20% en las grandes.
La Confederación les otorga 17 millones de francos anuales, lo que equivale a cerca del 30% de su presupuesto. Pero aumentan las presiones para recortar esta suma a la baja, lo que suscita preocupación.
Cada colegio está patrocinado por uno o varios cantones, que les brindan apoyo pedagógico, una parte del material de enseñanza y a veces una pequeña aportación económica.
A excepción de Bogotá (Colombia), donde una parte de las clases se imparte en francés, en los colegios suizos se habla, primero, alemán, luego inglés y la lengua del país de acogida. En general, los expatriados suizos de lengua francesa suelen enviar a sus hijos al Liceo Francés.
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