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El despertador suena siempre al alba para Manarekha. La pequeña vive a una decena de kilómetros de su escuela en Stabio y el camino es largo en minibús. Sentada a su lado, Babita, su madre, intenta convencerla de desayunar bien antes de salir.
Ester Unterfinger/swissinfo.ch
En la mochila, cuadernos, lápices, traje de baño… Massimo, su padre, cuida que no falte nata a Manarekha antes de que salga a la escuela.
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Manarekha asiste a una escuela en Stabio. Se trata de una institución que lanzó este año un proyecto piloto para la atención de ocho niños, procedentes de diversas localidades, con dificultades de aprendizaje.
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Cada mañana, los docentes reciben a los niños en la escuela.
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La escuela de Stabio fue construida bajo el espíritu de las reformas post-68. Dispone de amplios salones de clase y espacios dedicados a la lectura y a las actividades artísticas.
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Los abrigos y los zapatos se quedan en el guardarropa. El aula de Manarekha se encuentra en el primer piso, al lado de aquella de primero de primaria para facilitar el intercambio entre los alumnos.
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Lectura, ciencias, natación, motricidad. Manarekha memoriza el programa de la jornada. Una forma de habituarse a una cierta estructura.
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En la escuela especial no solamente se aprende a leer y a escribir, sino que también se adquiere una cierta autonomía. Esta mañana, los pequeños juegan a ser los pasajeros de un tren. El objetivo: asimilar ciertos conceptos mediante la experimentación.
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Uno, dos, tres… aprender a contar jugando.
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Los alumnos de la clase especial son separados en dos grupos. Los cuatro mayores acuden, en determinados momentos, a las clases de primero, mientras que los más pequeños, incluida Manarekha, siguen otras actividades como la educación física.
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Clase de natación. Lección de hoy: aprender a flotar.
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Hora del recreo. A disfrutar de los columpios.
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El proyecto de la ‘clase de acogida’ es un primer paso para la integración escolar de los menores con dificultades de aprendizaje. Ese es el objetivo del programa 'la escuela que vendrá', del cantón del Tesino.
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Las puertas del aula permanecen abiertas con frecuencia, señal de permeabilidad.
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En la ‘clase de acogida’, los cursos son organizados en pequeños grupos y dirigidos por el (la) responsable del grupo y su colega de la escuela especial.
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Todas las actividades son organizadas de manera meticulosa para que todos los niños puedan participar en ellas y los profesores puedan seguir el ritmo de cada uno.
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¿El cinco viene después del seis?, pregunta el maestro. Algunos alumnos de la clase especial ya saben leer y contar. Ellos ayudan a sus camaradas y el factor hándicap desaparece.
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El contacto social y el intercambio entre los menores es un valor fundamental del proyecto. Enfrentarse desde pequeños con otra realidad permite a los educandos una mayor apertura de espíritu y el desarrollo del sentido del intercambio y la ayuda mutua.
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¿Qué significa ‘clase de acogida para los propios niños? Respuesta de un alumno de seis años: “Con nosotros hay niños que tienen que hacer un poco más de esfuerzo en la escuela, y nuestros padres decidieron que los ayudáramos, porque todos necesitamos a veces ayuda”.
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La campana de fin de clases ha sonado. Dentro de poco la escuela quedará sumida en el silencio... hasta mañana.
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En el marco del proyecto ‘La escuela que vendrá’, el cantón del Tesino lanzó este año diversos proyectos de integración escolar para los alumnos con alguno tipo de hándicap o problemas de aprendizaje.
Este contenido fue publicado en
05 diciembre 2017 - 14:38
Ester Unterfinger (Fotos), Stefania Summermatter (Textos)
awissinfo.ch acudió a la escuela de Stabio, situada a algunos kilómetros de la frontera italiana, para seguir sus actividades a lo largo de una jornada.
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