Veinticinco años reclamando justicia por avionetas de Hermanos al Rescate
Ana Mengotti
Miami, 23 feb (EFE).- Veinticinco años después, el recuerdo del derribo por «cazas» cubanos de dos avionetas que buscaban «balseros» en el estrecho de Florida emociona hasta las lágrimas a las exiliadas Miriam de la Peña y Silvia Iriondo. Una perdió un hijo, otra sobrevivió para contarlo y las dos siguen pidiendo «justicia».
En sendas entrevistas con Efe, De la Peña e Iriondo hablan de un hecho que sigue pesando en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba y será recordado este miércoles en diversos actos en Miami.
Cuatro miembros o voluntarios de Hermanos al Rescate, una organización creada para ayudar a los cubanos escapados de la isla y promover la libertad en ese país, murieron el 24 de febrero de 1996 al ser derribadas sus avionetas por misiles disparados desde aviones de combate Mig de la Fuerza Aérea de Cuba.
Para EE.UU. y el exilio, el ataque tuvo lugar sobre aguas internacionales. El Gobierno de Cuba dice que las avionetas habían entrado en espacio aéreo cubano.
SOLO UNA MANCHA DE ACEITE
«Solo quedó una mancha de aceite en el mar y un flotante, un salvavidas, que llevaban», dice Miriam de La Peña, cuyo hijo, Mario de la Peña, pereció aquel dìa junto a Carlos Costa, Pablo Morales, Mario de la Peña y Armando Alejandre Jr.
Miriam y Mario de la Peña, los padres de aquel joven de 24 años nacido en Nueva Jersey y empeñado desde que tenía 10 en ser piloto, se fueron a la cama esa noche sin conocer lo que había ocurrido.
Tan solo sabían que dos de las tres avionetas que ese día estuvieron buscando balseros para avisar a los guardacostas no habían regresado al aeropuerto de Opa Locka, en el norte de Miami, donde estuvieron aguardando noticias hasta tarde.
«La esperanza es lo último que se pierde», dice la madre de Mario, quien estaba convencida de que las dos Cessna habían sido forzadas a ir Cuba por aviones militares de ese país.
Al día siguiente se enteró de la «tragedia» provocada por una acción que no duda en calificar de «premeditada».
«Mi hijo no sabía que iba a volar ese día. Le gustaba verse en el aire. Decía que desde allí todo se veía más bonito», recuerda.
UNA RAYA DE HUMO
Iriondo iba a bordo de otra avioneta con José Basulto, fundador de Hermanos al Rescate, su marido, Andrés Oriondo, ya fallecido, y Arnaldo Iglesias.
Del ataque a las otras dos avionetas solo vio una «raya de humo», pero de pronto escuchó a Basulto decir «nos van a tirar» y después de unos segundos de incredulidad se puso a rezar el rosario en medio de un «silencio ensordecedor».
No solo era que los cuatro ocupantes de la aeronave habían enmudecido de golpe es que Basulto, según supo después, desconectó el sistema para hablar en vuelo con sus compañeros de las otras dos avionetas, después de que se perdiera comunicación con ellos.
«Llegué a pensar estamos muertos y no lo sabemos, éste es el silencio de la muerte», dice emocionada y recuerda haber visto «la película» de su vida en segundos cuando estaban a cinco minutos de las costas de Florida (EE.UU.).
Semanas después los cuatro sobrevivientes fueron llamados a las oficinas del FBI y pudieron escuchar las comunicaciones de la torre de control de Cuba con los pilotos de los aviones Mig y como les daban instrucciones para localizar a la tercera avioneta.
«En un momento se silencia la comunicación y después se escucha: aborten la misión», dice Iriondo, quien recuerda que esas grabaciones pueden escucharse en un vídeo realizado por la organización que lidera, Madres y Mujeres anti Represión (MAR) por Cuba, para denunciar aquel «horrendo crimen».
LA DEUDA SE SALDA CON JUSTICIA
De la Peña considera una «vergüenza» que «los criminales responsables» de aquel «ataque contra inocentes», entre los que incluye a Fidel y Raul Castro, militares, pilotos y la central de inteligencia de Cuba, «estén sueltos».
Recuerda que desde 2003 el general Rubén Martínez Puente y los hermanos pilotos Lorenzo Alberto y Francisco Pérez Pérez, los que dispararon los misiles, están encausados en EE.UU. por asesinato y hay órdenes de captura contra ellos.
«Hasta el día que muera voy a tener la esperanza de que se haga justicia», asegura de la Peña.
Cuando se le pregunta si ve señales de cambio en Cuba responde que, aunque sabe que hay mucha gente «esperanzada» por las protestas de jóvenes artistas y activistas, es «escéptica» con que de resultado.
Su miedo es que «la válvula de escape del régimen» cuando hay quejas y protestas «siempre ha sido promover un éxodo masivo, dejar que se lancen al mar y a los tiburones. Ellos saben lo que los mantiene en el poder. El comunismo tiene eso muy estudiado».
Iriondo tampoco ha perdido la esperanza de que se haga justicia por los cuatro muertos del 24 de febrero de 1996 y de que Cuba tenga un «respeto digno a la libertad y la democracia», pero sí ve que algo está pasando en Cuba.
«La gente está perdiendo el miedo», dice esta defensora de la necesidad de mantener las sanciones y la mano dura contra «la dictadura de 62 años» y de que Cuba siga en la lista de países patrocinadores del terrorismo.
Para suavizar esa política se debe exigir al régimen de Cuba que deje en libertad a los presos políticos, restablezca las libertades fundamentales y celebre elecciones «multipartidistas, libres y democráticas».
Esas condiciones están en las leyes sobre Cuba aprobadas por el Congreso y promulgadas por el ejecutivo y «la ley no es demócrata ni republicana». EFE
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