Eimbcke regresa a Berlinale con una película que explora los conflictos de familia
Elena Garuz
Berlín, 17 feb (EFE).- El cineasta mexicano Fernando Eimbcke está de regreso en la Berlinale con su película «Olmo», un ‘coming-of-age’ (una historia de aprendizaje) que explora los conflictos de una familia, «ese lugar donde más heridas te llevas, pero que al mismo tiempo es donde las sanas también», según explicó este lunes el realizador en entrevista con EFE.
El filme se sitúa en Nuevo México, en Estados Unidos, en el año 1979, y narra la historia de una familia mexicano-estadounidense formada por Olmo, de 14 años, su hermana Ana, su madre Cecilia y su padre, postrado en la cama como consecuencia de la esclerosis múltiple que padece.
Son sobre todo la madre y Ana las que cuidan al padre, pero un día Olmo debe quedarse solo para cuidarle.
Precisamente ese día, Nina, la vecina que le quita el sueño, le invita a él y a su mejor amigo, Miguel, a una fiesta, a cambio de que traigan el estéreo del padre de OImo.
Escaquearse de sus obligaciones tiene sus consecuencias, como bien aprenderá Olmo, que ese día descubrirá también cuánto le importa en realidad su familia.
«Es un ‘coming-of-age’, pero hay este aspecto de más profundidad en término de las relaciones familiares que muchos otros ‘coming-of-age’ que ves», señala Eimbcke.
Si en sus películas previas «Temporada de patos» (2004), «Lake Tahoe» (2008) y «Club Sandwich» (2013) había adolescentes, pero casi nunca aparecían los padres, en «Olmo» quería profundizar en el tema de la familia, tanto de la «neural» o «de sangre», como de la «extendida», aquella que incluye a los amigos.
Un tema que le preocupaba, tanto a él como a la coguionista del filme, Vanesa Garnica, es «cómo nos hacemos cargo como sociedad de nuestros enfermos y nuestros ancianos, porque el sistema, el Estado, realmente no lo hace», indica.
Así, al igual que con la situación en torno al padre de Olmo, todos tienen o tendrán que cuidar de alguien, ya sea del padre o de un familiar, «como nos van a tener también a nosotros que cuidar», agrega.
1979 y la importancia de los objetos
Eimbcke y Garnica tenían la necesidad de ubicar la historia en una época en la que no hubiera teléfonos celulares ni nada de tecnología, buscaron un año en el que anclarse y construir alrededor, y acabo en 1979, aunque por ninguna razón específica.
En realidad, el año no era tan importante, porque «porque sabíamos que era una película como muy universal y que no tenía realmente época», señala.
«Podía suceder ahora, si quitamos los celulares», o en cualquier otra época, añade.
Uno de los referentes del año 1979 es el estéreo que Olmo tiene que llevar a la fiesta, y que era la condición para que lo invitaron a él y a su amigo, un objeto que no es sólo eso, sino detrás del cual hay mucho más.
En el cine, los objetos también representan relaciones, vínculos, y no sólo el estéreo, pero también un asador, en sí una «cosa horrible», los coches que aparecen en el filme o unas botas que lleva Miguel, tienen su significado, añade.
El filme, aunque situado en Estados Unidos, podría transcurrir en México, España o donde fuera, porque es una historia «muy universal», se muestra convencido.
Eimbcke dice sentirse muy feliz con presentar la película, una coproducción entre Estados Unidos y México, en el festival, donde ya participó en 2008 con «Lake Tahoe» en la sección a competición y a donde tenía muchas ganas de volver, asegura.
Regresó en 2015 como jurado de los premios a la mejor ópera prima, cuando aún participaban filmes de todas las secciones, y uno de los objetivos de esta nueva película, dice, era poder presentarla en la Berlinale, donde lo hace en la sección Panorama. EFE
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