El 15 de febrero de 1989, los soviéticos se retiraban de Afganistán
El 15 de febrero de 1989, a las 11H30 locales, el general Boris Gromov era el último militar soviético en cruzar el «puente de la amistad» sobre el Amu Daria, el río que hace de frontera natural entre Afganistán y Uzbekistán, que en aquel entonces era una república soviética.
Tras diez años de conflicto, 1,5 millones de muertos en el lado afgano y cerca de 15.000 entre los soviéticos, la resistencia de los afganos acabó venciendo al Ejército Rojo.
Decidida secretamente por un grupo restringido de miembros del Politburó, la invasión de Afganistán, el 27 de diciembre de 1979, fue desencadenada oficialmente para ayudar, frente a la rebelión islámica, al «hermano» afgano, ligado al Kremlin por un tratado de amistad y cooperación firmado con ese país, que un año antes se había vuelto comunista a través de un golpe de Estado.
Moscú pensaba que ganaría fácilmente una guerra cómoda, pero nunca logró romper las líneas de abastecimiento de la resistencia afgana, armada por los estadounidenses, financiada por los saudíes y apoyada logísticamente por Pakistán.
El 14 de abril de 1988, la Unión Soviética se comprometió, con la firma de los acuerdos de Ginebra, a retirar antes del 15 de febrero del año siguiente su contingente de más de 100.000 efectivos.
– Condiciones difíciles –
La salida se llevó a cabo en dos fases, en cada una de las cuales se evacuaron unos 50.000 militares. La primera se extendió del 15 de mayo al 15 de agosto de 1988. La segunda debía empezar el 15 de noviembre, pero fue aplazada por la presión de los muyahidines. Al final, comenzó en la más absoluta discreción a principios de diciembre.
Las condiciones no eran fáciles. Las filas de vehículos procedentes de Kabul por la carretera de Salang, que cruza una cadena montañosa a 3.600 metros de altura, debían hacer frente al invierno más duro en el país en 16 años.
Además, la resistencia islámica mantenía su presión y hubo muertos en combate hasta el último día de la retirada.
El 15 de febrero, el Comité Central del Partido Comunista soviético, el presidium del Sóviet Supremo (dirección colectiva del Estado) y el Consejo de Ministros alabaron a los soldados «regresados a [sus] casas tras haber cumplido [su] deber patriótico e internacionalista honestamente y con valor».
«A petición del gobierno legítimo de Afganistán, protegisteis a su pueblo, las mujeres, a los niños, a los ancianos, las ciudades y los pueblos, protegisteis la independencia nacional y la soberanía de un país amigo», subrayaba el mensaje.
Sin embargo, el tono de la prensa moscovita fue otro. «Con la alegría de la vuelta de los soldados se mezclan el dolor de las pérdidas y los pensamientos amargos», recogía Pravda, el órgano del Partido Comunista.
«El comité central fue inundado de cartas pidiendo que se parase la guerra. Estaban escritas por las madres, las esposas y las hermanas de los soldados […] Algunos oficiales se declaraban incapaces de explicar a sus subordinados porqué combatíamos, qué hacíamos allí y qué queríamos obtener», declaró en 2003 el expresidente soviético Mijaíl Gorbachov, considerando que la entrada de la Unión Soviética en Afganistán fue un «grave error».
– «Se fueron» –
En Kabul «ninguna publicidad ni ceremonia marcó la salida del último soldado soviético, que salió de allí en medio de una total indiferencia, por parte de los oficiales o de la propia población», escribió el 15 de febrero de 1989 el enviado especial de la AFP.
«‘Se fueron’, se contentaban con decir, alzando los brazos al cielo, los habitantes de Kabul, en un gesto que traduce un sentimiento en general compartido por la población de la capital: de satisfacción y de preocupación al mismo tiempo, al no saber qué deparará el futuro», contó.
Tanques, cañones y baterías antiaéreas habían sido desplegados a varias alturas sobre el aeropuerto, donde las autoridades temían que pudiese perpetrarse una ofensiva de la resistencia.
En 1992, el presidente Mohammad Najibulá dimitió, firmando el fin del comunismo en Afganistán. Éste será sustituido por un gobierno salido de la resistencia, pero muy rápidamente, las disidencias internas causaron estragos.
Arruinado, Afganistán quedó más fracturado que nunca y la guerra civil no tardaría en llegar, antes de que los talibanes tomaran el poder, en 1996.