El año en el que la Unión Europea giró a la derecha
Laura Zornoza
Bruselas, 16 dic (EFE).- Las elecciones europeas de junio, una de las grandes citas con las urnas a nivel global del 2024, dibujaron un nuevo Parlamento más escorado a la derecha que reflejó la tendencia más conservadora en muchos países de la Unión Europea y dieron también lugar a una Comisión Europea más dominada por el Partido Popular Europeo que nunca antes.
Una Unión Europea acostumbrada a funcionar con una mayoría en el centro del espectro político despertó bruscamente durante el verano al ascenso de las formaciones ultraconservadoras y de extrema derecha, que ganaron suficientes escaños como para plantearse como socios alternativos de coalición al Partido Popular Europeo.
Así, aunque populares, socialdemócratas, liberales y verdes sumaron sus votos en julio para dar a Ursula von der Leyen su segundo mandato como presidenta de la Comisión Europea, el PPE ha alternado entre sus dos mayorías posibles en diferentes votos en los primeros compases de la legislatura; junto a la extrema derecha sacó adelante, por ejemplo, el reconocimiento parlamentario de Edmundo González Urrutia como presidente legítimo de Venezuela.
La propia Von der Leyen ha expresado su preferencia por trabajar con las fuerzas de centro y el líder del PPE, Manfred Weber, asegura públicamente que no colaborará activamente con la extrema derecha más radical, los Patriotas por Europa, que se extienden desde Vox hasta los partidos de Viktor Orbán, Marine le Pen y Matteo Salvini y se han asentado como tercera fuerza en el hemiciclo comunitario.
En privado, no obstante, fuentes populares rechazan renunciar a esta aritmética parlamentaria flexible y señalan que, aunque el objetivo es negociar con los grupos en el centro, no descartan trabajar con otras mayorías para lograr sus objetivos políticos, centrados en la competitividad de la industria europea y la seguridad.
La creciente politización del Parlamento Europeo fraguó en noviembre en una crisis a cara descubierta a raíz del proceso de aprobación de los nuevos comisarios en la Eurocámara: los grupos progresistas se oponían a que el italiano Raffaelle Fitto, propuesto por Giorgia Meloni, se convirtiera en vicepresidente de la Comisión y, en paralelo, el PPE asumió el impulso del PP español para tratar de frenar la candidatura de la española Teresa Ribera.
Los vetos cruzados bloquearon la aprobación de la nueva Comisión Europea durante más de una semana y, aunque finalmente se resolvieron con un acuerdo para que tanto Fitto como Ribera ocuparan los puestos para los que se les había designado, han hecho mella en la confianza entre las dos principales familias políticas a nivel europeo, populares y socialdemócratas.
Los puentes no están rotos, pero la legislatura en el Parlamento Europeo arranca sin una mayoría estable en la que Von der Leyen pueda apoyarse para sacar adelante legislación en áreas clave como la competitividad, las inversiones en defensa o la modernización de las industrias comunitarias.
Las dinámicas del nuevo Parlamento Europeo quedan así inevitablemente ligadas a cómo jugará el Partido Popular Europeo su nuevo papel de «hacedor de mayorías», el cuál a menudo recurre a sus socios alternativos y a cuánto están dispuestos a ceder sus aliados tradicionales socialdemócratas y liberales en las inevitables negociaciones sensibles que están por llegar.
Von der Leyen, por su parte, arrancó el pasado 1 de diciembre su segundo mandato al frente de la Comisión Europea con un equipo de comisarios en el que dominan los populares: además de la propia presidenta hay catorce comisarios de esta familia política, más de la mitad del total tras unos años muy positivos en el terreno electoral para el PPE a la vez que desastrosos para los socialdemócratas.
Los ultraconservadores tienen a Fitto y al comisario checo, mientras que la ultraderecha cuenta con el comisario húngaro, enviado por Viktor Orbán. Los socialdemócratas, por su parte, sólo tienen a cuatro de los suyos en el colegio de comisarios, mientras que los cinco restantes son liberales.
Entre los cuatro socialdemócratasestá la española Teresa Ribera, que será la vicepresidenta ejecutiva para una Transición Limpia, Justa y Competitiva y también comisaria de Competencia, la cartera con más peso entre todos los comisarios y que la sitúa de facto como «número dos» de Von der Leyen, así como la socialdemócrata con más poder en las estructuras comunitarias. EFE
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