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El aborto en la Constitución francesa, un gesto aún más relevante en su primer aniversario

Nerea González

París, 3 mar (EFE).- La inscripción de la libertad para abortar en la Constitución francesa cumple este martes su primer aniversario, convertida en un símbolo si cabe aún más relevante que en 2024 debido al retorno del trumpismo y al empuje de la extrema derecha y de los movimientos antiderechos en todo el mundo.

Se realizó por aplastante mayoría -780 votos a favor y solo 72 en contra- en una sesión especial de las dos cámaras del Parlamento francés reunido en Versalles, en la que tres quintos de los miembros de la Asamblea Nacional (cámara baja) y del Senado debían dar su respaldo para aprobar la modificación de la Carta Magna.

En concreto, se votó la inclusión en su artículo 34 de la expresión «la ley determinará la forma en que se reconoce la libertad garantizada de las mujeres para recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo».

«Teníamos conciencia de la importancia de ese momento, sobre todo nosotras, las diputadas y senadoras», rememora en conversación con EFE la legisladora macronista Éléonore Caroit, diputada por la circunscripción de América Latina y el Caribe.

Francia, que justo este mes de enero conmemoró el 50 aniversario de la Ley Veil que despenalizó el aborto, apostó por la constitucionalización después de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos tumbara la jurisprudencia que reconocía a nivel federal el derecho a interrumpir el embarazo, y dejó su autorización en manos de cada estado.

No iba a representar un cambio en la práctica, pero sí era un «símbolo», explica Caroit, y una forma de preservar el acceso al aborto para las generaciones futuras. Y eso independientemente de los cambios políticos puntuales que, como se ha visto en Estados Unidos, busquen «vulnerabilizar los derechos de las mujeres».

«Yo me siento muy orgullosa de ser francesa y de que en nuestro país se le haya dado un valor constitucional a ese derecho», asegura Caroit, en referencia a que Francia ha sido un país pionero en este tema.

El único precedente histórico de algo así era una Constitución de la desaparecida Yugoslavia, aunque esa garantía se extinguió con el final de ese país.

«Libertad» en vez de «derecho»

Pese a la rotunda victoria en Versalles, en los debates previos a la modificación de la Constitución -el proyecto pasó primero por cada una de las cámaras para ser aprobado individualmente- no estaba tan claro el apoyo político al sí.

De hecho, en ese proceso se sustituyó la palabra «derecho» por la palabra «libertad», en contra de lo que defendían las asociaciones feministas.

La expresión final es un término que tiene más relación con la «despenalización» del aborto que con la obligación de que el Estado lo garantice, explica a EFE Pauline Diaz, activista y directiva en la plataforma Women First Digital-Safe2choose, dedicada a promover el acceso al aborto y a los medios contraceptivos mediante soluciones en línea.

Por tanto, fue una «concesión importante», admite esta experta en derechos sexuales y reproductivos, pero finalmente necesaria para lograr un compromiso.

«La gran mayoría de la población estaba a favor de que se hiciera, no ocurre a menudo que algo así pase. Había sondeos que mostraban que el 80 % de la gente estaba a favor», destaca Diaz.

Ese apoyo social, según Caroit, llevó finalmente a los legisladores franceses a respaldar mayoritariamente la medida, incluso en el Senado, donde hay mayoría conservadora.

«Muchos utilizaban el pretexto de que no era necesaria. Y yo creo que detrás de este argumento había otras cosas. Pero a medida que fue avanzando la campaña, se hizo cada vez más difícil para los para los diputados que estaban en contra», opina.

El movimiento a favor de la constitucionalización también se hizo con la esperanza de sentar ejemplo para otros países, a fin de resguardar los derechos ya conquistados.

Y es que pese al «panorama apocalíptico» que -para Diaz- a veces transmiten los medios, en realidad el derecho al aborto está avanzando en el mundo. En concreto, en los últimos 30 años ha habido más de 60 países con progresos en términos legales.

La práctica, sin embargo, es otra cuestión, incluida en Francia, donde las mujeres que necesitan interrumpir sus embarazos se enfrentan a condiciones desiguales en función de factores como su lugar de residencia o su situación socioeconómica.

Por ejemplo, debido a los denominados «desiertos médicos», a los cierres que han sufrido muchas clínicas de planificación familiar y también por el derecho a la objeción de los médicos, ya que aunque están obligados a referir a las pacientes a otro especialista no siempre se cumple.

También es necesaria más educación sexual y formación para los profesionales sanitarios, apunta Diaz, especialmente en cuanto a los métodos instrumentales, para que se sientan más capacitados. EFE

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