Perspectivas suizas en 10 idiomas

El arte de Kiefer recuerda al presente el horror del pasado: “A dónde fueron las flores”

Imane Rachidi

Ámsterdam, 6 mar (EFE).- Nacido a finales de la Segunda Guerra Mundial, Anselm Kiefer jugaba entre escombros de la posguerra en Alemania, y, de adulto, fue de los primeros artistas alemanes en romper el silencio sobre el pasado incómodo del país. Rodeado de su obra en una exposición que abre el viernes en Ámsterdam, mira perplejo la situación política “amenazante”.

Los museos Van Gogh y Stedelijk se reparten 25 obras de Kiefer, incluidas grandes instalaciones, pinturas, películas y obras en papel, en una exposición inmersiva que abrirá al público este viernes, y hasta el 9 de junio.

La exposición destaca la conexión estética y filosófica del artista alemán con el neerlandés Vincent van Gogh con la que exploró, a través de pinceladas propias, la vida, la muerte, el tiempo, la tragedia, la rendición y la memoria.

Con una beca de viaje en 1963, un joven Kiefer (1945, Alemania) siguió la ruta de Van Gogh, recorriendo los mismos lugares donde el postimpresionista neerlandés vivió y trabajó en Países Bajos, Bélgica y Francia.

Ambos compartieron una fascinación por las capas gruesas, los girasoles, el simbolismo de la naturaleza, o el reflejo artístico del sentimiento de dolor y lucha interna.

Titulada “Anselm Kiefer – Sag mir wo die Blumen sind”, la muestra debe su nombre a la canción antibélica de 1955 “Where Have All the Flowers Gone” (A dónde fueron todas las flores), del cantautor estadounidense Pete Seeger, que se hizo famosa cuando la cantante y actriz alemana Marlene Dietrich la interpretó en 1962.

El arte de Kiefer es denso, monumental y cargado de historia. Su obra aborda cuestiones que van desde la mitología, la filosofía y la alquimia, hasta la memoria y el pasado alemán. “La gente no aprende. Siempre he dicho que la tierra es aún fértil: caminas y algo puede salir de ahí en cualquier momento. Es lo que está pasando hoy”, metaforiza, en referencia al resurgimiento de la extrema derecha.

En una entrevista con agencias de noticias, entre ellas EFE, Kiefer mira atrás para subrayar que en Alemania nunca le “han querido” del todo, y la relación es aún “difícil” con él como artista. “Los agresores me han odiado, las víctimas me han querido. Mi carrera empezó en Nueva York con judíos que compraron mis pinturas”, afirma este artista, de los primeros en enfrentar los horrores del nazismo de manera directa.

Su trabajo incomoda a algunos, hace pensar a otros, pero impresiona en general, y no solo por sus grandes dimensiones.

Las pinturas deben a los materiales peculiares su aspecto crudo y texturizado, mostrándose como si fueran ruinas reales o paisajes destruidos que han viajado en el tiempo. Utiliza arcilla, paja, flores secas, pero también ceniza y plomo, este último un material pesado con una fuerte carga simbólica: la opresión, las cicatrices, la violencia y la destrucción.

El plomo también es tóxico y puede ser peligroso si no se maneja con cuidado, como pasa con la historia y el pasado de un país como Alemania. “En mi trabajo nunca ilustro eventos políticos específicos, pero estoy muy bien informado. Veo la televisión, los debates parlamentarios, tengo mucha información. Y todo eso sale de alguna manera. Todo está dentro de mí, y es lógico que salga de una forma más sustancial”, explica.

Pero ¿es su arte una declaración contra la guerra? «Si quieres, sí, por favor, pero yo no decido hacer una exposición contra la guerra. No soy un artista programático. Hago lo que está dentro de mí, lo que tiene que salir, y eso puede ser sobre la muerte, la guerra…», analiza.

La exposición presenta siete obras clave de Van Gogh, como Trigal con cuervos (1890), junto a pinturas inéditas y trece dibujos tempranos de Kiefer. El Stedelijk se centra en sus vínculos con Países Bajos y el museo, que adquirió Innenraum (1981) y Märkischer Sand (1982) en los inicios del artista y organizó una aclamada exposición de su obra en 1986.

Una nueva instalación de Kiefer para el Museo Stedelijk combina pintura y arcilla con uniformes, pétalos de rosa secos y oro, simbolizando el ciclo de la vida y la muerte, con la condición humana y el destino de la humanidad como motivos centrales. Se han vendido más de 100.000 entradas por adelantado.

Sobre la canción que inspira el título de la exposición, Kiefer señala que también “dice: ‘¿Quién aprenderá alguna vez?’ Esa frase hace que la canción se vuelva filosófica, porque no podemos entender cómo hoy siguen ocurriendo cosas que ya pasaron en 1933 en el mundo”, lamenta. Ver a la derecha radical en ascenso es “horrible” y “amenazante”, no sólo en Alemania. “Se hace muy complejo, como que las cosas no encajan”, afirma, preocupado por el futuro. EFE

ir/cat/ah

(foto) (video)

Los preferidos del público

Los más discutidos

SWI swissinfo.ch - Sociedad Suiza de Radio y Televisión SRG SSR

SWI swissinfo.ch - Sociedad Suiza de Radio y Televisión SRG SSR