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El cine ruso celebra San Valentín con una declaración de amor a Pushkin

Moscú, 14 feb (EFE).- El joven realizador Félix Umárov hace una declaración de amor al ritmo de hip hop al poeta más célebre de la historia de Rusia en la película ‘El profeta. La historia de Alexandr Pushkin’, que irrumpe hoy en la gran pantalla con ocasión de San Valentín.

«El filme se creó en un ambiente total de amor, y es -entre otras cosas- la historia del amor, único e inmortal, entre Alexandr y Natasha», confiesa a EFE su director.

Umárov, cuyo debut busca desacralizar a Pushkin y mostrar sus aristas más humanas, afirma que el filme permitirá a las parejas «compartir las mismas emociones» que los protagonistas en el Día de los Enamorados.

Fiesta de colores y música

Esta novedad de la cartelera rusa es una verdadera fiesta de colores y música que recorre el trágico destino de Pushkin desde sus años de liceo hasta su prematura muerte en un duelo.

Desde sus primeras secuencias inunda el mundo decimonónico del Imperio ruso a ritmo de hip hop. El adolescente Pushkin se rebela, bajo los influjos de la Revolución francesa y el encanto romántico de Lord Byron, para reclamar libertad.

Esta unión de estéticas diferentes, anacrónicas, surgió gracias a la propuesta del productor Piotr Anúrov, quien invitó a Umárov a hacer un filme histórico y musical siguiendo los influjos de ‘Hamilton’, exitoso espectáculo de Broadway de Lin-Manuel Miranda.

«La propuesta era muy temeraria para la gran pantalla rusa, ya que en ‘Hamilton’ todo el tiempo se recita rap, un género estilísticamente ajeno a la cultura clásica rusa», sonríe Umárov, según el cual, buscó «crear un filme con música y no un musical, con una base dramatúrgica a la que se hilvanarían los temas musicales».

La búsqueda del poeta vivo

Para el director, el principal reto fue acercarse a la figura del poeta, una asignatura pendiente desde la escuela, donde los maestros se limitaban a hablar de su genialidad y a pasar por alto su irreverencia de ‘enfant terrible’, sus escarceos amorosos y otras aventuras.

En ese sentido, se es inspiró parcialmente en el ‘Amadeus’ de Milos Forman, que también presentó una visión iconoclasta de Mozart para acercarlo a nuestros tiempos, partiendo, dicho sea de paso, de una obra teatral del propio Pushkin.

«En la escuela estudiamos a Pushkin a una edad muy temprana, apenas rozamos los detalles de su biografía… nuestra comprensión sobre cómo era el siglo XIX era bastante imprecisa», admitió.

Umárov confiesa que «al abordar el tema quería acercar al público a la comprensión de significado de la figura de Pushkin, y la clave fue advertir el paralelo con los músicos, raperos y estrellas contemporáneos. Los poetas en aquella época eran literalmente como los músicos y raperos, los artistas de nuestro tiempo».

«Pushkin es un torrente ilimitado que se abalanza a nuestros corazones desde su obra y nos arrastra en una especie de frenesí. Y esta es la energía que queríamos atrapar para poder crear nuestro propio personaje, cercano a los que quieren redescubrirlo», aseguró.

El vestuario, cuya importancia para el filme no podría menospreciarse, también juega a transgredir los límites, las convenciones, y fue «uno de los mayores retos de la producción», afirma el director.

Así, Natali, asiste a su primer baile con un vestido totalmente provocador para principios de siglo XIX, pero a la vez creíble desde el punto de vista estético, mientras que la princesa Vorontsova, con la que Pushkin se vio implicado en un escandaloso triángulo amoroso, sale a escena vestida como una sensual cazadora.

En paralelo al estreno en los cines, los productores del filme expusieron el vestuario de los principales personajes en el salón de espera de una estación del metro de Moscú, para disfrute de los pasajeros.

Pushkin de la mano de una estrella de Hollywood

Particular peso en la búsqueda de esta imagen renovadora recayó en el actor ruso Yura Borísov, nominado este año al Oscar por su papel en ‘Anora’ de Sean Baker.

«Al principio fue muy difícil (…), comenzamos con este proyecto hace tres años y medios, escribimos el libreto, filmamos las pruebas, tratamos de comprender hasta qué punto Yura y Pushkin podrían compaginar», recuerda el director.

Incluso llegaron a discutir por momentos acaloradamente, pero finalmente se convirtieron en «aliados de la historia» de Pushkin.

‘El profeta’ va mucho más allá de la historia de amor y celos del poeta y su amada que le conduciría a la muerte: también aborda sus difíciles relaciones con el poder y la censura, la rebeldía y las convenciones sociales, manejadas magistralmente con recursos musicales y coreográficos, ecos de la experiencia de Umárov como creador de vídeo-clips.

«No queríamos estudiar la sociedad política de Rusia en aquella época, sino concentrarnos en la figura del poeta y el artista en la sociedad inestable, cambiante (…) Cómo cambian las relaciones, como se percibe el creador en este espacio», concluyó. EFE

mos

(foto)

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